Crónicas desde China:
En la aldea Dong todos ganan
Por Miguel Yagüe Jimenez
Historia y Sociedad // Nº 19, Junio/diciembre, 2024
En la Aldea Dong todos ganan. Parece que los domingos la gente se anima a visitar la vieja aldea Dong. Es vieja y también es nueva. Los estudiantes de la escuela de arte de la aldea venden sus obras junto a la torre del siglo XV y pasean sus caballetes y sus sombreros de paja por las calles, esos sombreros de paja redondos que antes servían para trabajar y ahora popularizan algunas series de televisión con jóvenes, y no tan jóvenes, que regresan al campo. Hay profesionales del video corto y la foto en redes sociales que desplazan sus equipos de grabar para retratarse junto a los monumentos. Ocho o diez jóvenes alineadas, intercaladas con algunas mujeres de edad provecta que insisten a sus maridos en que claven la rodilla para obtener fotos estilizadas, como quien pide matrimonio; como cuando los periodistas cubren una noticia para sus televisiones con el edificio emblemático de fondo (todos el mismo, claro). No estamos locos, el paradigma ha cambiado.
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A la abuela que recoge el trigo con los pantalones remangados no le importa el video ni el estilismo y tampoco el paradigma. Ella tiene la piel cuarteada por el sol y las manos engarradas por la humedad, y sin embargo es bella si florituras fotográficas.
Buscamos la imagen, pero olvidamos el alma. Abre los ojos, mira a tu alrededor y admira sólo lo que tu mente sea capaz de retener, el resto no importa. Seguramente pasarás esa imagen mental por el filtro de la narración y te la contarás de forma más atractiva, como el que recuerda la escena de una película que nunca existió. Finalmente creemos que la fotografía salvará el momento del olvido, pero la verdad es que terminará seguramente enterrada en una carpeta llamada #China dos mil veintitantos#, en un disco duro en el fondo del cajón. Mientras la gente en la aldea procura ganarse la vida tiñendo telas para hacer muñequitos y vendérselos a los turistas y las jovenbuelas buscan mostrar su lozanía perdida en las redes sociales, sigue siendo necesario recoger el arroz para comer. |
Miguel Yagüe dedica parte de su tiempo a enseñar español en el lugar donde sus alumnos han deformado su nombre chino 米格 hasta convertirlo en Hermano Mi, nombre con el que firma en su blog unmaestroenchina.wordpress.com donde interpreta la realidad que vive en sus viajes por China y su vida en Guizhou.
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