Taoísmo: Libertad y contemplación del Tao
Por José Ángel García López 田高主 (Tiān Gāo Zhǔ),
Dàoshi taoísta 27ª Generación 龍門派, Lóngmén Pài “Puerta del Dragón”.
Dàoshi taoísta 27ª Generación 龍門派, Lóngmén Pài “Puerta del Dragón”.
Historia y Sociedad // Nº 20, enero/Junio, 2025
"El hombre perfecto no tiene ego; el hombre espiritual no tiene logros; el hombre sabio no tiene nombre. El verdadero sabio se pierde en la vastedad del Tao, donde no hay distinciones ni límites. Allí, la libertad es completa, porque no hay nada que lo ate, ni siquiera a sí mismo" (Zhuangzi, siglo IV a.C., Capítulo 2).
El taoísmo, una de las tradiciones espirituales más antiguas y profundas de China y del mundo, es una filosofía de vida que, ha sido históricamente un camino hacia la libertad mediante la contemplación y la conexión con lo inefable, el Tao eterno. Desde sus raíces en el Dao De Jing de Laozi y las enseñanzas de Zhuangzi, el taoísmo ha puesto su énfasis en la espontaneidad, la fluidez y la armonía con el Tao, en la concreción de la armonía en el universo, dentro de nuestro reducido microcosmos y ese macrocosmos infinito, principio universal que subyace a todo lo existente. Sin embargo, a lo largo de los siglos, el taoísmo ha enfrentado tensiones entre su esencia filosófica y espiritual y las estructuras rituales, políticas e institucionales que han intentado encorsetarlo desde diferentes ámbitos tanto en la China antigua como en la época moderna.Con este breve ensayo intento explorar el origen y la importancia del arte de la contemplación en el taoísmo, así como la distancia que separa al taoísmo libre y auténtico, o pudieramos denominarlo “verdadero” de aquel que ha sido influenciado por la política china y la excesiva ritualización del carácter religioso. A través de historias de maestros taoístas poco convencionales, reflexionaremos sobre la esencia de un taoísmo que trasciende las formas y se sumerge en la libertad del espíritu, la libertad del ser humano y su acercamiento panteísta a la divinidad del Tao.
El origen de la contemplación en el taoísmo
La contemplación es un pilar fundamental del taoísmo desde su origen, y el mismo está arraigado en la idea de que el Tao no puede ser comprendido a través del intelecto o las palabras, sino solo a través de la experiencia directa y la quietud interior, la paz de la armonía interior y la aceptación radical de nuestra impermanencia. Laozi, en el Dao De Jing, describe el Tao como algo que no puede ser definido ni limitado por conceptos humanos. La contemplación, por tanto, es el medio para alinearse con el flujo natural del universo, liberándose de las ataduras del ego y las construcciones mentales, es el germen del camino hacia el descubrimiento del Tao en nosotros mismos, como la fuente de nuestra existencia. Zhuangzi, el gran maestro taoísta y el principal filósofo del taoísmo, profundizó en esta idea a través de relatos y parábolas que ilustran la importancia de la espontaneidad y la libertad interior para otorgarnos a nosotros mismos el discernimiento entre las miles de realidades diferentes, de las escasas verdades absolutas. En su famoso cuento del "sueño de la mariposa", Zhuangzi cuestiona la naturaleza de la realidad y la identidad, invitando al lector a contemplar la fluidez de la existencia y la ilusión de las divisiones artificiales. El ser humano y el Tao son indivisibles, son uno mismo. La contemplación en el taoísmo no es un acto pasivo, sino una práctica activa de desapego y conexión con lo esencial. A través de la meditación, la observación de la naturaleza y la introspección, el practicante taoísta busca disolver las barreras entre el yo y el universo, alcanzando un estado de unidad con el Tao. El arte de la contemplar para alcanzar ese vacío denominado Wu Wei, del que tuvo origen el Tao. Supone escalar en el camino de autoconocimiento hasta superar las barreras del intelecto y licuarnos con nuestra esencia vital. La libertad en el taoísmo: más allá de las formas y las limitaciones
El taoísmo verdadero es, en esencia, un camino de libertad individual y universal. Laozi y Zhuangzi nos mostraron con sus enseñanzas, la importancia de vivir en armonía con el Tao, siguiendo el principio de wu wei (acción sin esfuerzo), que implica fluir con la corriente natural de la vida en lugar de oponerse a ella. Este enfoque contrasta con las estructuras rígidas y las normas impuestas por la sociedad, la religión organizada y la política. El taoísmo nace como una mera obervación de la naturaleza, evoluciona hasta convertirse en una filosofía de vida y, mediante las prácticas taoístas alcanza el papel fundamental de nexo directo entre el Tao y el ser humano. Sin embargo, a lo largo de la historia, el taoísmo ha sido influenciado por fuerzas externas que han intentado moldearlo según sus propios intereses. Durante la dinastía Han, el taoísmo comenzó a institucionalizarse, dando lugar a escuelas como el Zhengyi Dao (正一道) y el Quanzhen Dao (全真道). Estas escuelas, aunque valiosas en su contribución a la preservación de las enseñanzas taoístas, también introdujeron rituales, jerarquías y dogmas que, en algunos casos, alejaron al taoísmo de su esencia contemplativa y libre. Los rituales, no podemos olvidarlo, son parte de formas que, buscan cohesionar a las personas entorno a ciertas ideas y religiones. Lejos de aportar sentido al taoísmo, lo condenan a unos límites que el propio Tao no posee. En la China moderna, el taoísmo ha enfrentado desafíos adicionales debido a la intervención del Estado. El gobierno chino ha buscado controlar y regular las prácticas religiosas, incluyendo el taoísmo, como parte de su estrategia para mantener el orden social y político. Esto ha llevado a una cierta formalización y ritualización del taoísmo, que en ocasiones ha perdido de vista su núcleo filosófico y espiritual. China debe reinventar el taoísmo para acercarlo a su verdad ancestral. El Tao nos habla del camino como evolución, nunca de la meta como objetivo. No es tanto el tener, sino el ser Tao. Maestros taoístas poco convencionales: ejemplos de libertad y autenticidad
A lo largo de la historia, ha habido maestros taoístas que han encarnado la esencia libre y contemplativa del taoísmo, desafiando las convenciones y las estructuras rígidas. Sus vidas y enseñanzas son un recordatorio de que el taoísmo no puede ser encorsetado ni reducido a rituales y normas. Zhuangzi (庄子) Es quizás el ejemplo más emblemático de un maestro taoísta que vivió en completa libertad y espontaneidad. A diferencia de otros filósofos de su época, Zhuangzi no buscó el poder ni el reconocimiento, sino que prefirió vivir una vida simple y contemplativa, alejada de cualquier realidad ficticia y enfocada a la verdad taoísta. Sus escritos están llenos de humor, paradojas y relatos que desafían las convenciones sociales y las ideas preconcebidas en la época convulsa en la que vivió. En uno de sus cuentos más conocidos, Zhuangzi nos describe a un viejo leñador que rechaza un puesto en el gobierno, prefiriendo la libertad de su vida sencilla en el bosque, dentro del marco de la frugalidad taoísta, Capítulo 18, y titulado "La felicidad perfecta" (至樂, Zhì Lè). Este relato nos sumergue en la importancia de la autenticidad y la conexión con la naturaleza, valores centrales del taoísmo para poder alcanzar nuestra propia libertad espiritual. Liu Ling (刘伶) Uno de los "Siete Sabios del Bosque de Bambú", fue un excéntrico poeta y un filósofo taoísta relevante, que vivió durante la dinastía Jin. Conocido por su amor al vino, junto con otros de sus compañeros maestros y su desprecio por las convenciones sociales, buscó a lo largo de su vida, esa conexión directa con la naturaleza desde estados de consciencia poco formales o aparentes socialmente, Liu Ling encarnó el espíritu de libertad y espontaneidad del taoísmo desde los susurros de los bosques y la vida en las aldeas chinas. Se dice que Liu Ling solía pasear desnudo por su casa, y cuando alguien lo criticaba, respondía: "El cielo y la tierra son mi hogar, y mi casa es mi ropa. ¿Por qué entras en mis pantalones?". Esta anécdota debe hacernos comprender su profunda conexión con el Tao y su rechazo a las normas sociales arbitrarias que condicionan la existencia del ser humano y limitan nuestro crecimiento espiritual. |
Zhang Sanfeng (张三丰)
Legendario maestro taoísta y creador del Tai Chi Chuan, es otro ejemplo de un taoísta que vivió al margen de las estructuras formales de su época histórica. Aunque se le atribuye la creación de una práctica física y espiritual profundamente arraigada en el taoísmo, Zhang Sanfeng era conocido por su estilo de vida nómada y su rechazo a la fama y el poder, cumpliendo de esa forma, otro de los modelos existenciales del taoísmo, la humildad en un mundo interconectado que nos incluye a todos los seres, animados o inanimados. Se dice que Zhang Sanfeng vivió más de 200 años, dedicándose a la contemplación y la práctica espiritual en las montañas nebulosas y sagradas para el taoísmo. Su vida es un testimonio de la importancia de la libertad y la conexión con la naturaleza en el camino taoísta, una conexión llena de matices, de elevación espiritual y de descenso vertiginoso del ego para todo aquel que realiza las prácticas taoístas de la contemplación, la meditación, la alquimia y los ejercicios físicos destinados a mejorar nuestra longevidad. No como un elemento que nos acerque a la inmortalidad, sino como una herramienta que nos lleva a poder disfrutar de nuestra vida de forma prolongada, despierta e iluminada. Los maestros errantes: aquellos poetas bebedores de vino
Entre los siglos III y VI, durante el período de las Seis Dinastías, surgió un grupo de maestros taoístas conocidos por su estilo de vida nómada, su amor por la poesía y su recurrente afición al alcohol. Estos maestros, entre los que se encuentran Ruan Ji (阮籍) y Ji Kang (嵇康), viajaban de aldea en aldea, viviendo en la naturaleza y escribiendo poesía inspirada en su conexión con el Tao. Ruan Ji, por ejemplo, era conocido por su habilidad para componer poemas bajo la influencia del vino, utilizando el alcohol como una herramienta para liberar su mente y conectarse con el flujo del universo, cada sorbo le suponía un paso de acercamiento al descubrimiento del Tao en su interior. Sus poemas, llenos de imágenes naturales y reflexiones filosóficas, son un testimonio de la libertad y la espontaneidad que caracterizan al taoísmo verdadero, que le alejan de las convenciones religiosas, posteriores al nacimiento de aquel taoísmo filosófico primitivo y ancestral, que se pierde en los tiempos que ya nadie parece recordar. Ji Kang, por su parte, era un músico y filósofo que rechazó las ofertas de empleo de sus gobernantes, prefiriendo vivir una vida sencilla en las montañas. La vida natural, es una constante en la vida de la mayoría de los maestros taoístas, en gran medida porque sirve al hombre para centrar su mente y su esencia en el Tao interior, alejándose de las distracciones de las ciudades. Se dice que tocaba el qin (el instrumento de cuerda tradicional chino) bajo la luz de la luna, para componer excelsas melodías que reflejaban su conexión con el Tao de una forma sublime, llenas de la sensibilidad inusitada, del que no busca nada y se deja llevar por la música del mundo para componer notas y recomponerse a sí mismo. Estos maestros errantes, con su estilo de vida libre y su amor por la poesía y el vino, encarnan la esencia del taoísmo como un camino de libertad y contemplación de la naturaleza primero y de nosotros mismos después y como parte de ella misma. Sus vidas son un recordatorio de que el taoísmo no puede ser reducido a rituales o normas, sino que es un camino vivo y dinámico que nos invita a sumergirnos en la profundidad del Tao de forma convencida y con la entrega del que se deja fluir y mecer por la corriente del agua del Tao. No en vano, “iluminarse” para convertirse en un sabio taoísta, siempre pasa por llenar neustra vida de la luz que nos rodea y fluir como el agua sin oponer resistencia a lo que es y debe ser. El simbolismo del alcohol en el taoísmo El consumo de alcohol es todo un elemento transgresor en la búsqueda de la iluminación y el acercamiento al Tao, especialmente el vino de arroz (米酒, mǐjiǔ) o vino de grano (黄酒, huángjiǔ), que jugó un papel importante en la vida de muchos maestros taoístas, algo totalmente radical si obervamos el taoísmo como un entorno simplemente religioso controlado por la sobriedad y el silencio. Para aquellos maestros, el alcohol no era simplemente una bebida recreativa, sino una herramienta espiritual que les permitía liberarse de las convenciones sociales, alejarse del ruido de una sociedad violenta y sin momentos de armonía entre las constantes guerras de poder militar y político, para conectarse con el Tao y encontrar inspiración para su poesía y filosofía, huyendo de cualquier limitación mundana y poniendo el foco en la contemplación, la creatividad y la fluidez de lo natural, frente a la ambición de los poderosos. El vino de arroz, elaborado a partir de la fermentación de arroz o mijo, era la bebida alcohólica más común en la antigua China. Para los poetas y filósofos taoístas, el alcohol representaba varias cuestiones relevantes y llenas de significado folosófico, social y sobre la libertad:
En los poemas de Ruan Ji, por ejemplo, el vino es un símbolo de libertad y desapego. En uno de sus versos, escribe:
"Bebo vino para olvidar las preocupaciones, y en la embriaguez encuentro la verdadera claridad." Este tipo de versos reflejan la idea de que, el alcohol no era un fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar un estado de contemplación y conexión directa y verdadera con el Tao. La distancia entre el taoísmo libre y el taoísmo ritualizado
El taoísmo auténtico y verdadero es un camino de libertad absoluta, radical y la contemplación de la naturaleza hacia el interior de nosostros mismos para reconcoernos en ella como parte de nuestra existencia, pero a lo largo de los siglos ha sido influenciada por fuerzas externas que han intentado moldearlo según sus propios intereses. La ritualización excesiva y la intervención política han creado una distancia entre el taoísmo que se acerca a su esencia más sincera y aquel que ha sido encorsetado por las estructuras formales o los ritos. Confucio, un ferviente taoísta, consideraba que el ser humano no podía cubrir las necesidades de la conexión hombre y naturaleza, por ese motivo puso el foco en los ritos, pero en su fondo, dejaba claro que esa no era más que una capa que buscaban aportar cierta unión y proximidad para acercar al ser humano al objetivo honesto de superar controles, normas o leyes, desde una mirada crítica a las mismas y con la necesidad de llegar un paso más allá en nuestro trabajo interior. Sin embargo, como muestran las vidas de maestros como Zhuangzi, Liu Ling, Zhang Sanfeng, Ruan Ji y Ji Kang, el núcleo esencial del taoísmo sigue siendo la libertad del espíritu indómito y eterno junto con la conexión directa con el Tao. La contemplación, la espontaneidad y la armonía con la naturaleza son valores que trascienden las formas y las estructuras, recordándonos que el verdadero taoísmo no puede ser limitado ni controlado por nada ni por nadie. En el corazón y el espíritu del hombre no cabe otra cosa que lo natural. El taoísmo es, en su esencia, un camino de libertad y contemplación, que nos otroga el poder de aceptar nuestro destino y disfrutar con el viaje de la vida, sin más deseo que el de respirar. Desde sus raíces en las enseñanzas de Laozi y Zhuangzi, ha enfatizado la importancia de fluir con el Tao y vivir en armonía con el universo. Aunque hemos enfrentado desafíos debido a la ritualización y la intervención política desde su nacimiento, el núcleo del taoísmo sigue siendo un recordatorio de la importancia de la autenticidad, la espontaneidad y la conexión con lo esencial, alejados de juicios de valor o de manipulaciones. Como daoshi taoísta Longmen Pai, creo que es nuestra responsabilidad y regalo, poder preservar y transmitir este legado de libertad y contemplación, recordando que el taoísmo no es un conjunto de rituales o normas, sino un camino vivo y dinámico (tanto individual como colectivo) que nos invita a sumergirnos de forma pausada y armoniosa en la profundidad del Tao, sin mirar atrás y sin la responsabilidad de condicionar nuestras creencias o comportamientos, ante nada ni nadie, excepto al Tao eterno y a nuestro propio destino.
Referencia: Zhuangzi. (Siglo IV a.C.). Zhuangzi: Sobre la igualdad de las cosas (Capítulo 2). En Zhuangzi. (T. Merton, Trad.). Editorial Nueva Era. |