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El intercambio entre la carne y la posición social: Los eunucos en la China imperial
María Fernanda De la Peña Juárez
Arte y Cultura // Nº 2, Diciembre, 2019
Los varones de Si no tienen esposas, pero sí tienen sentimientos; las mujeres de Si no tienen marido, pero se quedan preñadas…
”El libro de la perfecta vacuidad”
”El libro de la perfecta vacuidad”
Durante la historia de la China imperial el rol de los eunucos no debe ser obviado ni olvidado, estos individuos quienes se conformaron como núcleos de poder imposibles de pasar desapercibidos por emperadores y miembros de la corte imperial, fueron un factor determinante dentro del palacio y de la historia de las dinastías. Ya fuera como como un apoyo, una amenaza, o bien, presentes de manera indirecta en la toma de decisiones que sostuvieron la monarquía, el papel de los eunucos adquiere una importancia fundamental ya que fue mediante sus servicios prestados a la corte que los hilos del palacio se entretejieron y el tejido palaciego tomó forma y fuerza.
No obstante la posibilidad de acceder a este tipo de poder venía acompañado de una dolorosa constante en la vida de todos aquellos individuos destinados este estilo de vida; el primer paso a dar para emprender el camino que les permitiría acceder a la corte imperial y su boleto de entrada al palacio era la castración. A lo largo de la época de la China imperial la castración fue utilizada como un mecanismo de castigo y tortura que fue aplicado durante las guerras a los esclavos y los miembros de la corte como una de las peores penas de muerte junto con la decapitación; esto debido a la importancia de mantener el cuerpo impoluto y completo para la realización de los ritos funerarios. Aunque la castración como castigo era aplicada particularmente en los casos de adulterio, para los esclavos de guerra fue aplicada con el fin de asegurar la completa dominación del individuo privándolo de continuar con su linaje y logrando la humillación permanente del mismo. Es de esta forma que la castración se convirtió en un tipo de represión política; durante las dinastías Qin (221 a.C. - 207 a.C.) y Han (206 a.C.-220 d. C.) se consolidó como una pena que no discriminaba las clases sociales. Debido a lo anterior muchos personajes políticos, militares e intelectuales fueron sometidos a este castigo, siendo uno de los casos más peculiares el del historiador Sima Qian quien fue castrado bajo las órdenes del emperador Wu. Sin embargo, durante la dinastía Zhou (1027 a. C. - 221 a. C.), esta pena se limitó para individuos pertenecientes a los bajos estratos sociales protegiendo así la descendencia de los nobles; elemento de suma importancia para la sociedad china, y que se basaba en la filosofía confuciana. Los primeros indicios de la castración en la historia de China se han hallado en: “inscripciones sobre hueso [las cuales] han revelado que los eunucos existían en la época de la dinastía Yin” (Dalin, 2010, p. 180). La castración de los hombres destinados a ser eunucos iba más allá de un castigo impuesto: “No queda claro cómo estos desafortunados llegaron a ser mutilados. La castración era uno de los castigos de la época y en un pasaje [del libro de las Odas] se habla sobre un adversario político que, al ser mutilado, se convirtió en eunuco. En una conversación con su príncipe se llamó así mismo hsing-ch´en, <<servidor castrado>>.” (Van Gulik, 2005, p. 68). Si bien en un inicio la gran mayoría de los esclavos castrados eran encomendados a esta labor, lo que caracterizó a una gran mayoría de los eunucos durante gran parte de la China imperial fue el sometimiento voluntario a esta condición. El principal motivo que impulsó a los hombres a convertirse en eunucos fue el anhelo de un estilo de vida mejor; las familias en situación de pobreza sometían a sus hijos a este suplicio, aunque en ocasiones eran los mismos individuos en plena conciencia y bajo su propia convicción, los que recurrían a realizarse esta práctica con la finalidad de ingresar al palacio imperial: “Al parecer los pobres y los ambiciosos se sometían voluntariamente a esta mutilación, con el propósito de obtener un cargo lucrativo en la corte de algún príncipe.” (Van Gulik, 2005, p. 68) Aunque su destino dentro de la ciudad prohibida era incierto, el ingreso a la misma les aseguraba un estilo de vida más prometedor al que estaban condenados a vivir dentro de su realidad como parte de los estratos bajos. Dentro de los testimonios que permiten constatar la ambición que llevó a algunos hombres a convertirse en eunucos y la permanencia de esta costumbre a lo largo del tiempo, se encuentran los casos de Sun Yaoting y Ma Deqing. Ambos fueron eunucos durante el siglo XX provenientes de familias sumamente pobres y que encontraron en la castración el medio ideal para sobrevivir, aunque su establecimiento como eunucos se diera de manera diferente para cada caso; mientras Sun Yaoting accedió voluntariamente a convertirse en eunuco, el destino de Ma Dequing fue determinado por su padre. Es importante señalar que el destino de los hombres que terminaban trabajando como eunucos no siempre se determinó por medio de la toma de decisión de la familia o a través de la voluntad de la persona; existen casos como el de Chi Huanqing que demuestran lo erróneo que resulta generalizar con respecto a este tema. Para Huanqing su destino como eunuco fue determinado por un completo extraño, quien compraba a los hijos pequeños de las familias pobres para posteriormente venderlos al palacio en donde se encargaban de su castración. Para poder ser un eunuco era determinante carecer del órgano sexual, esto con el fin de poder llevar a cabo las labores que les correspondían, según el libro Ritos de los Zhou “los eunucos eran designados por el carácter chino Si, que está formado por dos grafías: un pictograma que simboliza al guerrero o al hombre en general y una mano que sostiene un cuchillo pequeño, que simboliza un pene cortado” (Dalin, 2010, p. 181).
Con la ausencia del órgano reproductor estos hombres eran incapaces de mantener relaciones sexuales, esto aseguraba la protección de las concubinas quienes eran vigiladas y controladas únicamente por ellos, y se preservaba la pureza de estas mujeres imposibilitando la procreación de herederos que no fueran hijos legítimos del emperador. Paulatinamente los eunucos fueron considerados por el hijo del cielo como sus sirvientes más fieles, ya que al no tener ningún vínculo familiar (el vínculo con sus antecesores era roto tras su ingreso al palacio y debido a su condición estaban privados por completo a tener descendencia) eran considerados como hombres dispuestos a servir incondicionalmente al emperador y carentes de motivos externos que los llevaran a cometer traición. La realidad de la mayor parte de la servidumbre del palacio era muy similar a la del resto del pueblo, mientras que por otro lado acceder a puestos importantes sin provenir de un linaje noble era algo imposible. Sin embargo en el caso de los eunucos trabajar cerca de las concubinas y el emperador les aseguraba tener una posibilidad de, por medio del cumplimiento de sus labores y de las relaciones que establecieran dentro del palacio, insertarse de manera paulatina dentro de la nobleza. Sin embargo la castración a la que eran sometidos era una práctica sumamente cruel por las condiciones y las técnicas mediante las cuales se realizaba este procedimiento: El hombre que decidía ser castrado lo hacía bajo la dirección de un eunuco que ocupaba un rango superior dentro de la jerarquía. Escribía ante un testigo un documento en el que aceptaba ser castrado voluntariamente. Antes de la operación, el futuro eunuco debía orinar y evacuar. La castración se realizaba en una habitación cerrada para evitar que el torturado se enfriara. Durante los tres o cuatro días posteriores a la operación, se le prohibía comer para reducir los riesgos de infección y de muerte por septicemia. Antes de la operación, se le ataban los pies y las manos. Se le desnudaba y se le vendaban lo ojos. También se le inmovilizaba la cabeza y el resto del cuerpo para evitar cualquier movimiento inoportuno. El cirujano le preguntaba por última vez si consentía someterse a esta práctica y le recordaba que estaba a tiempo de renunciar. La operación no empezaba hasta que el futuro eunuco se reafirmaba en su decisión. |
Se le daba a beber algún licor fuerte con efectos analgésicos. Después, se untaban sus genitales con un aceite desinfectante a la vez que anestesiante y, finalmente, se realizaba la ablación de los órganos con la hoja de un cuchillo muy afilada. Se trataba de una operación bastante delicada debido a la presencia de músculos en las proximidades de los testículos ya que requería una incisión profunda y precisa. (Dalin, 2010, p. 184)
La recuperación consistía en un proceso lento en el cual el dolor no mermaba con el pasar de los años. Para que el hombre pudiera continuar con una de las funciones vitales del órgano perdido; orinar, una parte del conducto urinario era dejado al ras junto con un una abertura que le facilitara esta acción mientras que el conducto seminal era insertado dentro del cuerpo. De igual manera era necesario hacer curaciones sumamente dolorosas los días posteriores a la castración. Si el proceso de recuperación era exitoso, los ahora eunucos, podían iniciar sus labores dentro del palacio. Sin embargo estos procedimientos tenían un precio elevado que no podía ser costeado fácilmente por alguien del pueblo, por lo cual era común el pago de una parte del costo total y hacer uso de un crédito que sería pagado a lo largo del tiempo que el eunuco trabajara. Lo que servía como un aval o una garantía de que el pago sería realizado hasta finalizarlo era el miembro del castrado. El pene retirado era de gran importancia para el individuo aun cuando este hubiera accedido a mutilarlo; dentro de las doctrinas confucianas era de vital importancia mantener en su totalidad el cuerpo al momento de la muerte como muestra de respeto hacia aquello que le fue otorgado por los padres a sus hijos y así poder llevar a cabo los ritos fúnebres del individuo, el cual recuperaría su virilidad al término de su vida. Es así que el pene recibía tratamientos para ser preservado, posteriormente era guardado por la persona que realizaba la intervención hasta el día que el eunuco cubriera su deuda y pudiera, además, costear una cantidad adicional para la compra de su miembro. En ocasiones si se contaba con los medios suficientes el pene era ofrecido a los antepasados a manera de ofrenda, previendo que el individuo, a partir de ese momento, era incapaz de continuar con la ascendencia de la familia. La importancia de recuperar el miembro a su muerte recaía en el hecho de que, de no lo conseguirlo sería incapaz de reunirse con sus ancestros. Pero recuperar el miembro cercenado era algo complicado considerado la gran cantidad de tiempo que solía pasar entre la castración y el momento en que los eunucos podían costear el precio para hacerse de él nuevamente, en muchos casos no podían recuperar su pene ya fuera porque este se perdiera a lo largo de los años o bien por la falta de recursos para adquirirlo nuevamente. Debido a la importancia del miembro era común que tras la muerte del eunuco se procediera a utilizar una especie de prótesis del pene, la cual era mandada a hacer en diversos materiales; desde los más simples como la arcilla, hasta los más ostentosos como la porcelana para eunucos de mayor categoría y rango quienes contaban con los medios suficientes para costearlos. Para los eunucos la pérdida de su virilidad no sólo conllevaba malestares físicos como continuos dolores, la presencia de infecciones y la permanente incontinencia urinaria, sino además la presencia de malestares psicológicos: “Eran recelosos, tenían un humor cambiante y además sentían un gran complejo de inferioridad… Además, evitaban incluir en su vocabulario cualquier término que evocara la acción de cortar y no toleraban que se les echara una mirada a la parte inferior del cuerpo.” (Dalin, 2010, p. 188)
De igual manera, y en vista de carecer del miembro reproductor, la sexualidad era uno de los factores que aquejaba a los eunucos y que acrecentaban sus inseguridades. A pesar de ello la libido sexual seguía presente en la vida de estos hombres, sobre lo anterior una gran cantidad de encuentros y prácticas sexuales llevadas a cabo por los eunucos son narradas en los textos de literatura erótica de la época. En estos textos se les describe como individuos que, al estar reprimidos e inseguros por la falta del pene, hacían uso de una serie de artefactos que suplían al órgano. Lo anterior permite recrear una serie de situaciones en las cuales las mujeres que compartían encuentros amorosos con estos hombres eran y muchas veces violentadas, esto debido a que el acto sexual era el medio mediante el cual los eunucos descargaban su frustración; un ejemplo de lo anterior se encuentra en el Libro de las Ofensas donde se narra el encuentro entre un eunuco y una prostituta, mismo que termina con la muerte de la mujer. Si bien no se ha logrado explicar la presencia del apetito sexual en los hombres castrados se puede pensar que esto deriva de los recuerdos y el apetito sexual que habían experimentado antes de ser castrados. Si bien los hombres recurrían a convertirse en eunucos por la promesa de un mejor futuro y la posibilidad de ascender socialmente, la gran mayoría no alcazaba esta meta y eran constantemente explotados. Sin embargo, la pequeña minoría que logró posicionarse dentro de los altos estratos del poder imperial marcó una serie de hitos históricos relevantes dentro de la historia de la corte, mismos mediante los cuales se logran explicar eventos relevantes dentro de las dinastías. Consolidándose como un eje político importante muchos eunucos a lo largo de las dinastías Han y Tang se posicionaron como individuos que, valiéndose de su cercanía con las consortes, emperatrices y emperadores, tuvieron un gran poder dentro de las decisiones gubernamentales. Uno de los ejemplos que se puede mencionar al respecto es el del asesinato de emperador Xianzong en manos del eunuco Wang Shoudeng. El poder de intervención política de este pequeño sector llegó a ser tal que durante la dinastía Ming (1368 – 1644) el emperador Zhu Yuanzhang consideró que, dentro de los decretos más importantes para la consolidación de esta nueva dinastía era imprescindible alejar a los eunucos de la esfera política/militar, tomando como medida la prohibición de la presencia de estos individuos en temas relacionados con materia estatal. Otro de los decretos emitidos por él, y que a su vez aseguraba el cumplimiento de lo anterior, fue la prohibición de la enseñanza o el dominio de la lectura por parte de los eunucos. Si bien en sus comienzos la dinastía Ming se esforzó por terminar con el gran poder que pudieran ejercer algunos de estos individuos bien posicionados, una amarga ironía fue la caída de esta misma dinastía en manos de un eunuco; Wei Zhongxian quien paulatinamente y de manera ágil se convirtió en alguien cercano al sucesor del emperador, esto le permitió hacerse con el cargo de Secretario de la Oficina de Ritos y el primero al mando del ejército imperial. El poder que adquirió le dio la oportunidad de emitir o abolir decretos imperiales, lo cual lo llevó a situarse rápidamente en un tirano, que valiéndose de su nuevo poder y posición no dudo en asesinar y torturar a aquellos miembros de la corte que fueron en contra de su voluntad. La historia de la corte a lo largo de las dinastías está llena de momentos de crisis, y si bien el papel de los eunucos dentro de este escenario ha quedado reducido a ciertas labores encomendadas a ellos por su condición física, es necesario comprender el gran papel político que adquirieron algunos de estos individuos y como este poder estuvo ligado a la pérdida del miembro. Volver al caso de los eunucos nos permite comprender que no sólo las mujeres por medio del pie de loto buscaron caminos que les permitieran acceder a un estilo de vida mejor, sino que el intercambio del dolor físico por el bienestar social se manifestó de igual manera dentro del género masculino; aunque ambos casos son completamente diferentes la complejidad que permite anclar ambas situaciones se encuentra en la presencia del dolor estrechamente ligada al rol social de una gran parte de la sociedad imperial China. |