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Evolución histórica de la visión sobre las personas negras en China
Irene Izarra
Historia y Sociedad // Nº 12, Marzo, 2022
El reciente conflicto bélico provocado por la invasión rusa de Ucrania nos ha traído imágenes desesperanzadoras: personas negras -además de otras personas racializadas como, por ejemplo, indias, pakistaníes o árabes- han tenido dificultades para salir del país.
A través de las redes sociales han denunciado cómo se les denegaba el acceso a vehículos de evacuación, o incluso ya en la frontera, no se les permitía abandonar el país, dando prioridad a personas blancas. Esto demuestra que las personas negras son víctimas de una acusada discriminación racial incluso en las situaciones más extremas, y, aunque la gravedad de la situación no es equiparable, las imágenes recuerdan en cierta medida a la situación que vivieron las personas negras en Guangzhou -urbe con una gran concentración de migrantes africanos- durante el inicio de la pandemia de Covid-19 en China. Muchos residentes negros de la ciudad cantonesa denunciaron públicamente los tratos injustos que recibieron durante estos meses. Algunos fueron expulsados de sus respectivos alojamientos, se les negó la entrada a centros sanitarios, restaurantes, centros comerciales, etc.
Este tipo de reacciones ponen de manifiesto una realidad bastante extendida en China, ya que existe un rechazo generalizado hacia las personas negras. Pero, ¿este tipo de actitudes son corrientes de comportamiento modernas o tienen un origen más antiguo?. Para comprender la situación actual, es necesario conocer el trasfondo y la conceptualización de las personas negras en China a lo largo de la historia. En primer lugar, caben destacar las connotaciones en torno al color de la piel asociado a los estándares estéticos en China antiguamente: una piel clara o blanca era un símbolo de belleza. Esta idea no tenía una base «racial» propiamente dicha, sino que se fundamentaba en una distinción de clase social. Las clases bajas, el campesinado, que debía trabajar durante largas jornadas en el exterior, adoptaban un color de piel más oscuro, mientras que las clases altas, que no tenían la necesidad de realizar tareas con exposición a la luz solar, podían mantener esa «blanquitud».
Esta concepción tradicional sobre lo «bello» sigue presente en la sociedad a través del colorismo. Esto provoca que, en ocasiones, las personas de pieles más oscuras sean víctimas de discriminación en distintos contextos. Roberto Castillo (2020), profesor adjunto del Departamento de Estudios Culturales de la Universidad de Lingnan, divide en cuatro fases la evolución que la imagen sobre las personas negras ha adoptado en China. La primera etapa se puede definir como los «encuentros premodernos» durante las dinastías Tang (618-907) y Song (960-1279).
En un principio, los cuerpos negros se asociaban a lo misterioso y lo mágico -no solo hablamos de personas negras según la visión de raza eurocéntrica, sino que se incluían en este imaginario personas de piel oscura- y posteriormente pasaron a asociarse con el comercio y la trata de personas esclavizadas. En un principio, puede surgir la creencia de que la asociación entre los conceptos «persona negra» y «esclavitud» se extendió en China a raíz de la trata esclavista trasatlántica, llevada a cabo por las potencias europeas durante la colonización del continente americano. Sin embargo, China también fue un mercado objetivo para el comercio esclavista y, durante este periodo histórico, se produjo un pico en la llegada de personas esclavizadas de origen africano -aunque no se conocen a ciencia cierta las cifras- que eran denominados 崑崙kunlun. Es en este momento cuando comienza la deshumanización de las personas negras en el territorio y su vinculación a lo salvaje y lo incivilizado.
La segunda etapa que podemos diferenciar se inicia a finales del siglo XIX con la creación de nuevos conceptos de raza en China, influenciados en gran medida por las nociones eurocéntricas de la raza que se desarrollaron con fuerza durante el periodo de la Ilustración europea. Estas corrientes de pensamiento intentan explicar a través de la ciencia la superioridad de la raza blanca frente a otras razas -es importante entender que la raza es un constructo social, ya que todos los seres humanos pertenecen a una única raza, que es la humana.
En China, a finales del siglo XIX y principios del XX, hubo científicos que desarrollaron este tipo de teorías creando una corriente china en la que la raza amarilla se posicionaba en la cúspide de la pirámide racial, junto a la raza blanca: Chen Yucang intentó demostrar que el cerebro chino tenía un peso superior; Liang Biaoqiang, quería demostrar la superioridad de la raza china midiendo los índices de aglutinación en sangre; Lin Yutang defendía que la ausencia de vello corporal simbolizaba la frontera alcanzada por la raza china. En contraposición a estas ideas de hegemonía racial china, se encontraban las personas negras, consideradas inferiores en todos los aspectos culturales, sociales y biológicos. La tercera etapa comienza con la implantación del socialismo en la República Popular China y el periodo de internacionalización. Durante este momento histórico, las autoridades chinas fomentaban un discurso anticolonial y se presentaban como los salvadores del “tercer mundo”. Se instaba a todas las razas oprimidas a unirse frente al imperialismo blanco, haciendo especial énfasis en ayudar al continente africano a liberarse de la invasión europea y en apoyar la lucha de las personas afroamericanas en EE.UU. La lucha racial se comparaba con frecuencia con la lucha de clases, afirmando así que el racismo solo podía darse en un contexto de colonialismo occidental y que, por ende, era un problema ajeno a China.
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Se instaba a todas las razas oprimidas a unirse frente al imperialismo blanco, haciendo especial énfasis en ayudar al continente africano a liberarse de la invasión europea y en apoyar la lucha de las personas afroamericanas en EE.UU. La lucha racial se comparaba con frecuencia con la lucha de clases, afirmando así que el racismo solo podía darse en un contexto de colonialismo occidental y que, por ende, era un problema ajeno a China.
Durante un discurso pronunciado por Mao Zedong en 1963 ante unos visitantes africanos, este dijo: «En África, en Asia, en todas las partes del mundo hay racismo. En realidad, los problemas raciales son problemas de clase». No obstante, el discurso institucional no se acercaba a la realidad que vivían las personas negras en China en ese momento, ya que seguían siendo víctimas de prejuicios constantes. Por último, podemos hablar de un último periodo postsocialista que comienza a finales de los años setenta. Tras el reconocimiento de la República Popular por parte de las Naciones Unidas en 1971, el discurso de ayuda a los países africanos comienza a difuminarse, sumado a un creciente nacionalismo chino que defendía la superioridad racial china, más concretamente de la etnia Han. Estas ideas -que ya se habían empleado anteriormente en China- legitiman la supremacía de la etnia Han, fundamentándose en el linaje, al considerarse los descendientes directos del Emperador Amarillo. Las nuevas corrientes ideológicas -cimentadas del trasfondo histórico- generaron una fuerte aversión hacia las personas negras. La manera en la que los medios de comunicación retrataban África, como un lugar de pobreza extrema, contribuyó a potenciar este concepto. A estas circunstancias, se sumó la creciente llegada de estudiantes africanos a universidades chinas gracias a ayudas del gobierno chino, lo que también generó malestar entre ciertos grupos locales. Este caldo de cultivo provocó conflictos violentos entre estudiantes chinos y africanos en distintas universidades del país entre finales de los 70 y la década de los 80. Las autoridades negaron en su mayor parte que estos disturbios tuviesen de fondo una motivación racista, sin embargo, los eslóganes utilizados o el uso de apelativos descalificativos como 黑鬼 hēiguǐ (demonio negro o el equivalente al insulto racista «nigger» en inglés) mostraban abiertamente las motivaciones raciales de los altercados.
Más allá de las connotaciones racistas que implica el blackface, el hecho de mostrar esta imagen ficticia frente al Nairobi real -ciudad desarrollada y moderna- perpetúa el concepto de un África en ruinas sin capacidad propia para el desarrollo y la mejora. Asimismo, se han observado también ejemplos de racismo y colorismo en el ámbito de la publicidad, como el polémico anuncio de la marca de detergente Qiaobi, en el que una mujer china introducía a un hombre negro en una lavadora y tras emplear el jabón anunciado, este salía transformado en un hombre chino. vLas redes sociales también son una vía de escape para las actitudes racistas hacia las personas negras. Tessa M. Pfafman (2013) realizó un estudio analizando comentarios racistas que hacían referencia a las personas negras en redes sociales chinas, observando que se perpetuaban ideas tales como que las personas negras son portadoras de VIH u otras enfermedades -de ahí que durante la crisis sanitaria sufrieran una fuerte discriminación; la hipersexualización tanto de mujeres como de hombres negros, o que el mestizaje entre personas negras y chinas ensucia el linaje chino. Las relaciones sino-africanas de las últimas décadas también han generado descontento en algunos usuarios digitales y Pfafman cree que estos ataques virtuales pueden ser críticas encubiertas a las políticas del gobierno chino, ya que con frecuencia se repiten los reproches ante las «ayudas al extranjero frente a los nacionales».
A pesar de que en la actualidad el ambiente en el que se desenvuelven las personas negras en China no es tan violento como lo era a finales del siglo XX, siguen inmersos en un entorno hostil. Un reflejo de esta situación son los tipos de representación y la información sobre personas negras más extendidos en los medios de comunicación. En 2018, una actriz china hizo blackface y utilizó postizos corporales para interpretar a una madre africana. Teóricamente, la escena se desarrollaba en Nairobi, capital keniata, con un fondo virtual que mostraba una supuesta sabana africana. Más allá de las connotaciones racistas que implica el blackface, el hecho de mostrar esta imagen ficticia frente al Nairobi real -ciudad desarrollada y moderna- perpetúa el concepto de un África en ruinas sin capacidad propia para el desarrollo y la mejora. Asimismo, se han observado también ejemplos de racismo y colorismo en el ámbito de la publicidad, como el polémico anuncio de la marca de detergente Qiaobi, en el que una mujer china introducía a un hombre negro en una lavadora y, tras emplear el jabón anunciado, este salía transformado en un hombre chino. Las redes sociales también son una vía de escape para las actitudes racistas hacia las personas negras. Tessa M. Pfafman (2013) realizó un estudio analizando comentarios racistas que hacían referencia a las personas negras en redes sociales chinas, observando que se perpetuaban ideas tales como que las personas negras son portadoras de VIH u otras enfermedades -de ahí que durante la crisis sanitaria sufrieran una fuerte discriminación; la hipersexualización tanto de mujeres como de hombres negros, o que el mestizaje entre personas negras y chinas ensucia el linaje chino. Las relaciones sino-africanas de las últimas décadas también han generado descontento en algunos usuarios digitales y Pfafman cree que estos ataques virtuales pueden ser críticas encubiertas a las políticas del gobierno chino, ya que con frecuencia se repiten los reproches ante las «ayudas al extranjero frente a los nacionales». A pesar de las mejoras tangibles frente a la situación de las personas negras en China, siguen existiendo tensiones y frecuentes situaciones de discriminación. La verdadera pregunta es si, a raíz de la creciente globalización e interacción con el exterior y las cada vez más importantes relaciones sino-africanas -que de una forma u otra provocarán una mayor interacción entre personas chinas y personas negras- la mentalidad de la población en general sufrirá algún cambio hacia la inclusión. Pero esto es algo que solo el tiempo podrá mostrarnos. |