«Aprendí que, durante cien años, los chinos fueron expertos en este uso. Es un gran ejemplo de una nación que pasa por ser la más sabia y más brillante del universo. Es cierto que los chinos lo están tomando de una manera diferente: tomaron la viruela por la nariz, como el tabaco en polvo. De esta manera es más divertido, pero tiene el mismo efecto; y también sirve para confirmar que, si se hubiera practicado la inoculación en Francia, habríamos salvado la vida de miles de personas». Voltaire (1694–1778). Lettres Philosophiques. Carta XI, sobre la inoculación de la Viruela.
La viruela es una enfermedad infecciosa muy grave y contagiosa que en algunos casos podía provocar la muerte. Es causada por el virus variola. El nombre proviene del latín varius (variado, variopinto), porque se refiere al aspecto de los abultamientos que aparecen en la cara y en todo el cuerpo de la persona infectada. Esta patología es una epidemia que ha matado a millones de personas a lo largo de la historia. La inoculación del virus de la viruela es una técnica también conocida como variolación. Fue el primer método utilizado para la prevención de la viruela, gracias a la introducción deliberada en la piel o en la nariz del material extraído de pústulas que contienen el virus de la viruela. Así se produce una infección atenuada, mucho menos grave que la viruela contraída por el ataque masivo del virus al sistema inmunitario, con la característica de inducir la inmunidad contra la viruela. La variolación es uno de los inventos más trascendentales en la historia médica de todo el mundo. Debido a esto, las vidas de numerosas personas se salvaron en todo el planeta y otras tantas se libraron de las secuelas que imponía la enfermedad a los pocos que eran capares de vencerla una vez contraída.
Ge Hong retratado como Gan Bozong, grabado en madera de la Dinastía Tang (618–907). Foto: https://wellcomeimages.org
Los términos inoculación, vacunación o inmunización se utilizan como sinónimos para referirse a la inducción artificial de inmunidad contra diversas enfermedades infecciosas. Desde la antigüedad hasta los primeros años del siglo XIX, el término inoculación se aplicaba únicamente en relación con la prevención de la viruela. Cuando Edward Jenner introdujo la vacuna contra la viruela en 1796, se la llamó inicialmente inoculación de la viruela o inoculación de la vacuna. Más tarde, se quiso separar ambos conceptos de forma artificial. La inoculación contra la viruela se definió como variolación ―mayormente por ser anterior a Jenner―, y el propio Jenner introdujo el término vacunación por ser un injerto de materia infectada por viruela que provenía de la viruela de las vacas, y así, al injerto de materia pustulosa que contenía el virus de la viruela, se le dio el nombre de vacunación. De hecho, Jenner la llamó variolae vaccinae por haber utilizado como materia prima las pústulas con viruela de las vacas. Posteriormente, en 1891, Louis Pasteur propuso que el término vacuna debería hacerse extensivo a cualquier otra enfermedad creada por microorganismos que se pudieran inocular preventivamente en personas sanas como medida profiláctica, más allá del nombre en particular de la enfermedad a tratar.
Situación inicial en Europa La viruela no fue conocida ni por Hipócrates ni por Galeno y, muy probablemente, tampoco por sus predecesores. Las primeras referencias occidentales que la mencionan son las de los primeros cronistas medievales, sobre todo Gregorio de Tours (c. 540–594). En su Historia Francorum, él habla de una grave epidemia con erupciones pustulosas en la piel que asoló el sur de la Galia en 580. Pero no fue hasta la expansión del islam cuando podemos encontrar las primeras alusiones claras. Existen referencias de algo que se asemeja a la viruela en el Kunnash o Pandectae medicinae, escrito por el sacerdote Aaron al–Qass, a mediados del siglo VII en Alejandría. Como analizaremos a continuación, en China la viruela fue descrita con precisión ―en su sintomatología, fisiopatología, tratamiento y pronóstico― tres siglos antes que en el islam, por lo que, sin lugar a dudas, fue China el primer país del mundo en reconocer, abordar y estudiar a fondo una enfermedad que ha causado estragos en la población mundial durante siglos.
Inicios de la variolación en China La literatura médica china sobre la viruela y la variolación nace en un pasaje clave del Zhou Hou Bei Ji Fang (Recetas para Emergencias), escrito por el gran médico y alquimista Ge Hong aproximadamente en el año 340 y revisado posteriormente por Tao Hong Jing (452–536), ―también un gran médico y alquimista―, en el que se dice lo siguiente:
«Recientemente, algunas personas han sufrido erupciones epidémicas estacionales que atacan la cabeza, la cara y el tronco. En poco tiempo, se extiende por todo el cuerpo (y sus pústulas) parecen como hirvientes llenas de un líquido de color blanco. Las pústulas surgen todas juntas, y después se secan al mismo tiempo. Si no se trata inmediatamente, muchos de los pacientes más severamente afectados morirán en pocos días. Aquellos que se recuperan quedan con cicatrices violáceas o negruzcas. El color tarda años en desaparecer. (...) La gente dice que apareció por primera vez en el Oeste en el cuarto año del periodo de los Reinos Combatientes, y pasó hacia el Este, extendiéndose por todo el país. Nuestros soldados se contagiaron cuando atacaron a los merodeadores Nanyang».
痘疹世醫心法 "Métodos médicos tradicionales chinos para el tratamiento de la viruela y el sarampión", 1601. Por Wan Quan 1495-1580. Foto: https://www.loc.gov/
El médico Wan Quan, autor del Dou Zhen Xin Fa (Método Esencial para la Viruela), de 1549, muestra que la primera referencia histórica a la epidemia de viruela fue realizada en torno al año 45, y registrada y publicada por Ge Hong tres siglos más tarde. Otro brote aparecido entre los años 310 y 476 fue registrado por Tao Hong Jing sobre el año 500. Por lo que no cabe ninguna duda de que fue en China donde se realizó la primera descripción clara y detallada de la viruela. Dado el secretismo propio de los trabajos alquímicos de los taoístas, es muy probable que Ge Hong no fuera más que una correa de transmisión de otros anacoretas taoístas que, fieles a su filosofía, hubieran descubierto y/o transmitido el secreto de la variolación a sus discípulos durante siglos. Los taoístas eran muy amantes de guardar secretos y sentían una fuerte predilección por la vida aislada de la sociedad humana, características muy acordes con el carácter solitario de buena parte ellos ―aunque otros vivían en comunidades monacales―. En ambos casos, siempre en lugares inhóspitos y alejados de la sociedad, lo que hacía realmente complicado la transmisión del conocimiento que atesoran fuera de su propio ámbito puramente taoísta.
El Emperador Kangxi. Anónimo de la Dinastía Qing, Autoría de un pintor de la corte. Museo del Palacio de Beijing, China.
Maduración y estandarización de la variolación en China El Emperador Kangxi (1654–1722) de la dinastía Qing contribuyó de forma ejemplar a la vacunación de la viruela en el pueblo chino. En 1681, el monarca envió a un funcionario especial a la provincia de Jiangxi, con la intención de dar empleo a un grupo de médicos que dominase la ciencia de la vacunación. De esta manera, Zhu Chungu fue el primer médico seleccionado para administrar vacunas a la familia real china. Para ello, se le encomendó viajar al noreste del imperio para vacunar a los hijos y nietos de los príncipes y duques manchúes y mongoles. Su trabajo fue elogiado y recompensado por el Emperador Kangxi, quien con alegría comentó en una audiencia real: «A principios de nuestra dinastía, todos mis súbditos vivían atemorizados por la epidemia de la viruela. Cuando encontré el método de vacunación, mis hijos y vuestros descendientes quedaron protegidos de este flagelo. En la actualidad, he ordenado vacunar a las 49 divisiones y feudos mongoles en la frontera septentrional. Los lugareños han quedado protegidos por la inoculación. Recuerdo que, cuando comenzó la vacunación, algunos ancianos no la apoyaban. Por mi insistencia, millones de habitantes ya están seguros».
Efectivamente, la decisión del Emperador Qing (Kangxi) permitió vacunar a la mayor parte de la inmensa población de China aproximadamente un siglo antes de que Jenner desarrollara su vacuna. En estos mismos tiempos, un médico famoso de entonces, Zhan Yan, dijo: «He vacunado a unas 9.000 personas. Entre ellas, apenas 20 o 30 han resultado casos fallidos». Lo que significa que su tasa de éxito terapéutico era entre el 97% y el 98%. Si Zhan Yan hubiese hablado de un éxito del 100%, tal vez podríamos pensar en una exageración o una falta de rigor, pero al admitir un porcentaje de error, por exiguo que éste fuera, nos muestra el conocido y ya mencionado carácter de los médicos chinos en el que prima la objetividad y el rigor científico por encima de cualquier tipo de estereotipada creencia.
La variolación en Europa En la Europa occidental y central (donde se consolidaron las mayores potencias a partir del siglo XVI), se desconocía que las primeras informaciones sobre la inoculación o vacunación venían de China. La vacunación contra la viruela no es conocida en Inglaterra hasta que dicha información les llegó desde Turquía. En 1698, Joseph Lister ―miembro de la Royal Society―, que estaba al servicio de la Compañía de las Indias Orientales en la antigua Amoy, China (hoy llamada Xiamen, ciudad portuaria de gran importancia comercial por estar situada en el estrecho de Taiwán), comenzó a mantener correspondencia con su colega Martin Lister ―también miembro de la Royal Society― en Londres sobre botánica y similares. En su carta de enero de 1699, decía lo siguiente: «Me han informado personas dignas de todo crédito que aquí, en China, se realizan unas técnicas cuyas prácticas sólo aquí son posibles. (…) Es un método de prevención de la viruela que se lleva a cabo mediante la apertura de las pústulas de quien padece la enfermedad, se secan las pústulas con un poco de algodón y lo conservan en un recipiente cerrado. Después se pone en la nariz de las personas a las que se infecta. Se pretende beneficiar al cuerpo del paciente preparándolo para no coger la enfermedad y se puede administrar en cualquier momento del año y a la persona que se considere más adecuada».
Retrato de Martin Lister (1639- 1712).
Martin Lister no dijo que el objetivo de esta actividad era dar protección de por vida contra la terrible enfermedad, probablemente porque dudaba de que ese efecto fuera posible. Sin embargo, sólo seis semanas después, Clapton Havers ―también miembro de la Royal Society― obtuvo una información similar de otra fuente, de lo que cumplidamente informó al resto de los miembros en una reunión de la Royal Society. Así pues, hacia el año 1700, un considerable número de ingleses, incluyendo médicos de gran reputación, eran conocedores de los métodos chinos de inoculación de la viruela, aunque no la empleasen. La vacunación de la viruela fue una práctica común durante mucho tiempo en Turquía y en su zona de influencia político–cultural. La célebre señora Mary Wortley Montague fue una aristócrata inglesa casada con el embajador de Gran Bretaña en Estambul que vacunó a su propio hijo de cinco años de edad (Edward) en 1716 en Estambul, operación que llevó a cabo una anciana mujer griega experta en la cuestión y que se realizó con éxito. Cuando volvieron a Londres en abril de 1721, Mary Wortley Montague pidió a su médico ―Maitland, que había aprendido la técnica de la anciana de Estambul―, que inoculase la viruela a su hija María, de cuatro años de edad. Ésta fue la primera vacunación que se hizo en Inglaterra. Así fue como una técnica de variolación que los propios chinos habían abandonado por antigua, ―ya que ellos la perfeccionaron soplando el inóculo por la nariz, que es más efectivo, seguro y nada lacerante―, fue exportada a Europa a través de las relaciones culturales entre los uigures de Xinjiang (al oeste de China), y sus familiares turcos del otro lado de la frontera. Tras no pocas vicisitudes tanto en Gran Bretaña como en Francia, la técnica se fue expandiendo hasta la aparición de Edward Jenner.
Edward Jenner y la vacunación de la viruela La archiconocida historia oficial de la viruela relata que fue en 1796 cuando Jenner se dio cuenta de que las ganaderas que sufrían el contagio de la viruela de las vacas quedaban a salvo de enfermar de la viruela humana; es decir, quedaban inmunizadas. Jenner decidió probar esa observación, para lo cual inoculó a un niño huérfano de ocho años de edad, llamado James Phipps. El inóculo se recogió de la secreción acumulada de una pústula de la mano de una lechera que se había infectado durante el ordeño de una vaca con viruela. Un tiempo más tarde, le infectó con pus procedente de una persona enferma de viruela, y el niño no enfermó, por haber quedado previamente inmunizado, lo cual demostró empíricamente la acción profiláctica de la inoculación contra la viruela. La variolación o vacunación practicada por Jenner inicialmente pasó desapercibida, incluso en su propio país, fue en el extranjero donde tuvo una gran acogida obligando al gobierno británico a reconocer y elogiar la figura de Jenner. En verdad, años antes de la aparición en escena de Jenner, hubo no pocos médicos en diferentes partes de la Europa continental, que comunicaron a la Royal Society las experiencias de la vacunación involuntaria de las lecheras, aunque cayeron en saco roto.
La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna También fue conocida como Expedición Balmis, en referencia al médico español Francisco Javier Balmis ―médico personal del rey Carlos IV―, quien creó una expedición de carácter filantrópico que dio la vuelta al mundo y duró desde 1803 hasta 1814. Su objetivo era que la vacuna de la viruela alcanzase todos los rincones del Imperio español, ya que la alta expansión del virus estaba ocasionando la muerte de miles de niños. El rey Carlos IV apoyó y sufragó con sus propios fondos al médico de la corte (el doctor Balmis) en su idea de una vacunación masiva de niños por todo el Imperio, ya que su hija, la infanta María Luisa, había sufrido la enfermedad. El doctor Balmis utilizó a 22 niños huérfanos como portadores humanos de la viruela in vivo. Así se iban transmitiendo la vacuna de uno a otro. Aunque esta expedición arranca tras la aparición de la variolación de Jenner, es muy interesante que el método de almacenaje del virus y su transmisión fueron procedimientos que ya hemos observado en Turquía tiempo atrás y que estaban lejos de los métodos más refinados que elaboraron los chinos.
Mapa de la expedición Balmis.
Autor: Ecelan. Fuente: Wikipedia.
La expedición salió del puerto de La Coruña el 30 de noviembre de 1803. Es considerada la primera expedición sanitaria internacional de la historia. El propio Edward Jenner escribió sobre la expedición: «No puedo imaginar que en los anales de la historia se proporcione un ejemplo de filantropía más noble y más amplio que éste». En 1980, la OMS (Organización Mundial de la Salud) confirmó la erradicación de la enfermedad gracias a la vacunación masiva de la población. Se guardaron las dos últimas cepas del virus en Estados Unidos y en la antigua URSS. Aún persiste el debate científico y ético sobre la eliminación final del virus o su mantenimiento por cuestiones científicas.
Epílogo Así fue como uno de los inventos chinos más desconocidos dio inicio a la ciencia de la inmunología con un éxito palmario que, aún hoy en día, la historia universal de la medicina (redactada desde Occidente), obstinadamente, obvia y oculta como si nunca hubiese pasado, pero la verdad histórica es tozuda.
Cronología
Ge Hong (281–341) creó el Zhou Hou Bei Ji Fang (Recetas para Emergencias), escrito aproximadamente en el año 340, donde se publicó información sobre la Variolación por primera vez en la historia. Fue revisado posteriormente por Tao Hong Jing (452–536) ―otro gran médico y alquimista―.
Sun Si Miao (581–682), en su Qian Jin Fang (Recetas esenciales que valen mil monedas de oro), mencionó el tratamiento para la viruela, diciendo que es igualmente eficaz para los seis animales domésticos (vacas, caballos, ovejas, perros, cerdos y gallinas), por lo que era consciente de que se trataba esencialmente de la misma enfermedad en los animales.
Wang Tan (957–1017), primer ministro con varios Emperadores de la dinastía Song, promovió en el siglo XI la variolación por todo el país, tras perder varios hijos por la viruela.
La inoculación contra la viruela se difundió por toda China durante la primera mitad del siglo XVI.
Wan Quan (1495–1585) escribió el Dou Zhen Xin Fa (Método Esencial para la Viruela), publicado por primera vez en 1549.
Se publicó sobre la Variolación en el diccionario Zheng Shi Tong (Guía Completa para el Uso Correcto de Caracteres), en 1627.
El Zhang Shi Yi Tong (Tratado de Zhang de Medicina General), escrito por Zhang Lu, y el Yi Zong Jin Jian (Espejo de Oro de la Medicina), compilado por Wu Qian, describieron todos los métodos de variolación en detalle, y fueron ampliamente utilizados en todo el país en el siglo XVII.
En 1716, en la ciudad de Estambul, Lady Mary Wortley Montagu (1689-1762) vacunó a su propio hijo de cinco años de edad.
En 1721, Mary Wortley Montague pidió al Dr. Maitland que inoculase la viruela a su hija María, de cuatro años de edad. Fue la primera Variolación realizada en Europa.
En 1721, el Dr. Maitland recibió una licencia real que le permitía probar la variolación en seis presos de la prisión de Newgate. Fue la segunda Variolación realizada en Europa, y en 1722, se llevó a cabo. Todos los presos sobrevivieron y fueron indultados.
A finales de 1722, Carolina de Brandeburgo–Ansbach (esposa del rey Jorge II de Inglaterra) ordenó a Maitland la inoculación a cinco huérfanos que estaban acogidos en la parroquia de San James en Londres. Tras el éxito, le pidió a Maitland que también inoculara a su hijo mayor, Federico de Gales, y a su otro hijo varón.
En 1768, la familia imperial rusa solicitó la inoculación de la viruela.
En 1796, Edward Jenner (1749-1823), «descubrió» la vacunación.
Voltaire (1694–1778) lamentó que no hubiese llegado la variolación a Francia.
La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, por mediación del rey Carlos IV, ordenó vacunar a todos los españoles de ultramar. La expedición dio la vuelta al mundo y duró desde 1803 hasta 1814.
En 1980, la OMS (Organización Mundial de la Salud) confirmó la erradicación de la viruela.
Fuente: Historia de la Medicina china, en su contexto y en relación con Europa. (2017) Rafael de Mora Sánchez.