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La tolerancia como fundamento para la dinámica de la milenaria Ruta de la Seda
Axel Martínez
Historia y Sociedad // Nº1, Septiembre, 2019
Quien en la Antigüedad y en la Edad Media viajara por la Ruta de la Seda había de disponer por lo menos de una capacidad para alcanzar la meta: la del valorar correctamente los riesgos, pero, llegando el caso, también la de desdeñarlos. -Thomas O. Hölmann-
El nacimiento del concepto de la Ruta de la Seda Sin cesar...los mercaderes se ocupan del comercio y proporcionan ganancias... De Oriente a Occidente van para realizar tus deseos. Traen consigo miles de tesoros, las maravillas del mundo...Así son todos los comerciantes. ¡Ábrete a ellos! ¡Mantén la puerta franca para ellos!. -Texto redactado en el oasis de Turfán- El famoso concepto de la “Ruta de la Seda” que hace referencia a la vasta ruta comercial que conectaba a la milenaria China con Occidente a través de una serie de diversos caminos que atravesaban Asia Central, es acuñado al geógrafo alemán Baron Ferdinand von Richthofen (1833-1905), quien la definió como “die Seidenstrasse” usándola por primera vez en 1877 (Niglio 2012 , 85), quedando plasmada en la introducción de su ya célebre obra Tagebücher aus China publicada en Berlín en 1907, tras los viajes que realizó por Asia de 1868 a 1872. Richthofen desde muy chico se interesó por la geología, a la edad de 17 años ingresó en la Universidad de Breslau para estudiar dicha área; en 1852 obtiene su cambio a la Universidad de Berlín en donde tendría grandes profesores de mineralogía y geología que influirán mucho de su pensamiento, entre los que destacan, el afamado geógrafo Carl Ritter experto en Asia y el minerológo Gustav Rose quien fue compañero del famoso Alexander von Humboldt en sus exploraciones por la zona de Asia Central, región nombrada así por el mismo Alexander en 1844 (Von Richthofen 2015, 10). Cabe destacar que en Europa Central durante el siglo XIX los estudios sobre la región de Asia Central y del lejano Oriente eran muy pocos, lo que catalizó el interés de Richthofen. Para 1860 el gobierno de Prusia comienza a tener un interés por generar vínculos con la región del Este de Asia en especial con Japón, China y Siam a través de tratados comerciales, es en este contexto que Richthofen, a la edad de 27 años, es asignado como miembro de la delegación que hizo dicha misión, la cual llegó a su conclusión entre finales de 1861 e inicios de 1862 con la firma de un acuerdo con China, por lo que la delegación regresaría a Prusia, pero Richthofen decidiría quedarse para continuar con sus estudios, en especial sobre una región compuesta por alrededor de 12 millones de kilómetros cuadrados denominada “Territorio de Asia Interior”, el cual según Richthofen sería la clave central de la estructura de todo el continente asiático (Von Richthofen 2015, 11), y adelantándose a la famosa tesis geopolítica de lo que décadas más tarde Harold Mackinder definiría como la importancia del Heartland (Waugh 2007,2 ). Después de 12 años de expediciones y estudios en el área de la geografía humana (Waugh 2007,3), en donde no sólo se evocó en el análisis sobre el clima, la hidrografía, las condiciones geológicas, el paisaje y el suelo en la región, sino también en la historia, la religión, el idioma, el comercio y la población de la región, Richthofen regresaría a Berlín e inmediatamente comenzaría a redactar su obra acerca de China la cual está compuesta de cinco volúmenes y dos atlas adicionales; el primer volumen titulado “China results of own journeys” sería publicado en 1877, es en dicha obra que utiliza por primera vez el término “Ruta de la Seda”, que solo aparecería dos veces mencionada, la primera usada para describir las rutas comerciales históricas que conectaban China a través de Asia Central con Europa, mediante el comercio de la seda. El segundo uso que le dio fue cuando se refirió al mapa del geógrafo griego Marinus de Tiro, conocido como “die Seidenstraße des Marinus,” o la “ruta de la seda de Marinus” (Brandursky 2018). Hay que destacar que Richthofen a pesar de emplear esté concepto, trató de hacerlo de manera moderada y limitada para hacer referencia solamente a las rutas comerciales que existían en el período Han, discutiendo la relación entre la expansión política y el comercio por un lado y el conocimiento geográfico por el otro (Waugh 2007,5). Richthofen en su obra hace un examen exhaustivo de la historia y conocimiento geográfico de Occidente hacia China y viceversa. Aborda desde las primeras fuentes de información que tenían Roma y Grecia acerca de los “Seres”, denominación era usada sobre los pueblos que comerciaban con la seda o Serica, (nombre que también le daban a la región de dónde provenía dicho producto), hasta el conocimiento que la dinastía Han tenía de Occidente y de las primeras misiones hacía las regiones de Asia Central, siendo esto los antecedentes de la “Ruta de la Seda”. Para Richthofen esté término describe una ruta terrestre muy específica de Este a Oeste, aunque por supuesto, él sabía que existían otras rutas en varias direcciones y que la seda no era el único producto que se comerciaba a lo largo de estas, por lo que siempre prefirió usar expresiones como 'rutas principales', 'rutas comerciales', 'comunicación' o simplemente 'carreteras' (Von Richthofen , 2015, 16-17). Incluso en las conferencias y clases que impartía no hay evidencia que utilizara el término “Ruta de la Seda”, exceptuando una sola vez que impartió una conferencia en la Sociedad de Geología usando como título dicho término, durante la conferencia enfatizó que "el concepto de las Rutas de la Seda transcontinentales había perdido su significado"( Von Richthofen 2015, 17), lo que refleja la falta de interés por parte de Richthofen por que el término “Ruta de la Seda” fuera usado como un único y sofisticado concepto para hacer alusión a estas rutas. Richthofen publicaría una gran cantidad de trabajos años después de regresar por sus viajes en Asia y se desempeñaría como profesor de geografía en la Universidad de Bonn, en la Universidad de Leipzig y en la Universidad de Berlín, en donde formaría a grandes exploradores que continuarían con su trabajo. Richthofen murió el 6 de octubre de 1905, dejando consigo una gran herencia intelectual, legado que incluso hoy en nuestros días sigue vigente.
Es entonces que vale la pena preguntarse ¿en qué momento esté término se comenzó a utilizar para designar dichas rutas?, ¿quién o quiénes fueron los artífices de este uso?, ¿con que pretensiones se da el uso generalizado de dicho concepto? y ¿en qué contexto esté término cobra relevancia, tal es así que la misma República Popular China lo utiliza hoy en día?. De entre los prominentes estudiantes que tenía Richthofen, destacan el geógrafo alemán August Herrmann, quien fue el primero en usar el término “Ruta de la Seda” como título en varios estudios y atlas publicados en la primera década del siglo XX; en 1915 publicó su ensayo titulado "The Silk Roads from China to the Roman Empire" (Milward 2013, 6), todavía tratando de mantener intacta la intencionalidad que Richthofen le daba a dicho concepto, pero sería para 1938 que Hermann publica su segundo volumen sobre la “Ruta de la Seda”, utilizando el concepto frecuentemente de manera plural (Waugh 2007,6). También estaba el científico y geógrafo húngaro-británico Aurel Stein que a principios del siglo XX viajó a través de Asia Central sobre la base de los resultados de las exploraciones de Richthofen y sus informes que se publicaron en London Times a menudo utilizaban el término "Ruta de la Seda". Stein trabajó por mucho tiempo para el gobierno colonial británico y era considerado un personaje sin escrúpulos en cuanto se trataba de obtener o descubrir objetos antiguos. (Hölmann 2018, 56-57). Pero de entre sus discípulos, el más afamado fue el sueco Sven Heidin quien continuaría con el trabajo de su maestro acerca de China y Asia Central, incluso público un libro en 1936 que llevaba por nombre “The silk road-Ten thousand miles throught Central Asia”, en donde escribió que “el nombre “Ruta de la Seda” no es de origen chino e incluso nunca se ha utilizado en China” (Waugh 2007, 7), y que lo más probable es que Richthofen fuera el inventor de dicho concepto, el cual durante el siglo XX fue usado por muchos científicos para estudiar la historia, la geografía o la geología de China y Asia Central. Heidin sería el primero en utilizar el concepto de “Ruta de la Seda” con esa aura romántica y dramática con la que se le identifica hoy en día, siendo un éxito mercadotécnico para su libro, que alcanzó grandes índices de lectura (Hölmann 2018, 55-56). Fue gracias al trabajo de los discípulos de Richthofen que el término “Ruta de la Seda” poco a poco se iría incrustando en el uso lingüístico para hacer referencia a casi cualquiera de las formas de intercambio comercial a través de Eurasia durante dos mil años, teniendo una gran importancia como concepto analítico para la estudiar la región (Waugh 2007,8). Pero muchos de estos exploradores europeos eran capaces de hacer cualquier cosa con el fin de obtener reliquias, textos antiguos, información sobre rutas, que obtenían con uso de retórica y engaños a los pobladores locales. Muchos de los exploradores extranjeros saquearon templos y grutas antiguas, se llevaron a sus países objetos sagrados, desde pinturas murales hasta estatuas, lo que dejo una grave herida en la historia de naciones como China y que a su vez abriría el camino para el estudio de la filología de Asia en las escuelas de Europa. (Hölmann 2018, 58). El contexto en que los exploradores e investigadores europeos fueron formando el concepto de la “Ruta de la Seda” se enmarca en el fenómeno del Imperialismo Europeo de finales del siglo XVIII y principios del XIX, el cual es definido por Edward Said como “la práctica, la teoría y las actitudes de un centro metropolitano dominante que rige un territorio distante” (García 2009, 106), en donde el conocimiento de los demás territorios y culturas sería parte importante para la creación de estrategias de dominación. Hoy en día el concepto es utilizado prácticamente en la mayoría de los idiomas, e incluso el gobierno de la República Popular China durante los años noventa del siglo XX esgrimió el término «Ruta de la Seda» como parte del discurso diplomático para acercarse a los países de la región de Asia Central, pero no fue sino hasta 2013 que a la llegada al poder del presidente Xi Jinping se anunciaría de manera oficial la iniciativa del «Cinturón y Ruta de la Seda» (“One Belt and One Road”), formalizada en 2015 en el documento “Visions and Actions on Jointly Building Silk Road Economic Belt and 21st Century Maritime Silk Road” en donde se delinearon los objetivos que seguiría dicho proyecto. (Rocha 2013, 93) El origen y la razón de los primeros intercambios Querer rastrear el origen exacto de la Ruta de la Seda es una ardua tarea, ya que está se encuentra vinculada al mismísimo origen de la cultura China, la cual a diferencia de otras, tiene un rasgo muy característico, Henry Kissinger nos dice que está parece no poseer un principio, sino más bien se asemeja más “como (un) fenómeno natural permanente que como (un) Estado-Nación convencional” (Kissinger 2012,25), es por ello que China se considera a sí misma una nación con una larga tradición milenaria, con una historia de más de 5 mil años sin interrupciones.(Ping 2011. 2) Durante mucho tiempo los pueblos de la región central de lo que actualmente es la República Popular China, estaban aislados del mundo, pero no por falta de interés sino debido a las condiciones geográficas y topográficas que presenta la región, sus vastas colinas y terrenos montañosos hacían difícil el tránsito y la movilidad, por ejemplo al norte están rodeados por las mesetas de Mongolia y al oeste por la de Qinghai- Tíbet (Zhichao 2017, 28-35), por otro lado estás condiciones también lo propiciaron seguridad ante la invasión de otros pueblos (Mackinder 2010, 312). No se sabe con precisión cuando se comenzaron a generar los intercambios comerciales por esta ruta, para algunos historiadores los antecedentes más próximos los podemos encontrar hace 2200 años, durante la dinastía de los Han (汉 206 a.C y 220 a.C) (Niglio 2012, 25). Es bajo la administración del séptimo emperador de dicha dinastía, Wu Di o Wu de Han (141-87 a. C.) que se ordenan las primeras misiones enviadas a Asia interior, marcando formalmente el comienzo de la Ruta de la Seda (Wauhg 2018) la que llegaría hasta finales del siglo XV d.C, no obstante hay que recalcar que aún antes del siglo II a.C China comerciaba una gran cantidad de productos. Las motivaciones para generar relaciones con Asia interior por parte del Imperio chino, respondían en primera instancia a prioridades militares y de seguridad más que comerciales y económicas, ya que alrededor del año 140 a. C., la región dominada por los Han era constantemente invadida desde el norte por las tribus nómadas o Xiongnu (匈奴) en especial el pueblo de los hunos, es por ello que el emperador mando al explorador Zhang Qian (张骞) a generar una alianza con el Estado Rouzi, actualmente Afganistán, para atacar en conjunto a los hunos, pero dicha coalición no pudo alcanzarse, lo que sí se consolido fue el interés comercial de los Han con las regiones más occidentales. Para el año 119 a. C., el emperador Wu di autoriza a Qian a llevar a cabo una serie de expediciones hacía los pueblos de Occidente. Es justo en estas expediciones que el producto de la seda comienza a ser transportada hacía Occidente, encontrando un gran interés comercial por parte de varias culturas. La ruta estaba comprendida por dos trayectorias, una terrestre y otra marítima, la primera y la más famosa, partía de la antigua capital China, la ciudad Cháng ́iān (⻓长安) y llegaba a la mismísima ciudad de Roma atravesando diversas regiones de Asia Central (Kazajistán, Mongolia) y del Medio Oriente; la segunda también partía de China, pero pasaba por la India y llegaba hasta Europa. Transportarse por esta ruta conllevaba una gran cantidad de tiempo, hasta 18 meses se llegaban a tardar al transportarse por ella (Von Richthofen 2015, 7). Para China la región no presentaba algún beneficio en términos económicos, esto debido a que los pueblos de la región de Asia Central no presentaban una gran oferta de productos ni riquezas, a lo que se sumaba que el control comercial estaba en dominio de pueblos ajenos al Imperio Chino; pero la búsqueda de presencia en la región respondía a términos estratégicos de seguridad, ya que al aumentar su presencia en la zona, esto podría influir en la presencia de los grupos nómadas invasores. (Botton 2012, 97) La construcción de nodos comerciales, colonias, caravanas, así como de relaciones con las naciones de Asia Central e incluso más allá, permitiría a los chinos poder estar enterados de los movimientos que los pueblos de la región realizaban, así como el poder generar una integración a su sistema tributario y comercial (Botton 2008,110). El entorno y geografía de la Ruta de la Seda Los territorios que atravesaba la milenaria "Ruta de la Seda" eran regiones tan diversas en clima, orografía, flora y fauna, con una gran cantidad de contrastes entre ellas, lo que sería un grave obstáculo para aquellos viajeros que se disponían cumplir la misión de cruzar la ruta, ya que mucho de los obstáculos que se presentaban en los viajes, eran en su mayoría de origen natural, desde las altas cordilleras que se elevaban de manera vertical generando grandes pendientes, hasta los acantilados profundos que en un paso en falso podían llevar directamente a la muerte. (Hölmann 2018,17) En las zonas de Asia Central que abarca la "Ruta de la Seda", encontramos una gran cantidad de cordilleras montañosas que dificultaban el transporte y comunicación entre las civilizaciones de la región, siendo estas altas mesetas pieza fundamental en el aislamiento del Imperio Chino (Botton 2012, 21), ya que servían como muralla de defensa ante ciertos pueblos nómadas, pero esto también se reflejaría en la dificultad de transportar mercancías ya que dichos obstáculos generaban un gran desgaste físico el cual se recrudecía en épocas de frío ya que las bajas temperaturas generaban que las montañas se adornarán de hielo y nieve, haciendo más difícil el recorrido. (Hölmann 2018, 18) En las regiones bajas compuestas por mesetas, cuencas y depresiones, el terreno era sumamente árido. Desde el norte de África hasta el este de Asia, el clima llegaba a temperaturas máximas de incluso 60°, en donde muchas veces era difícil poder llevar acabo alguna plantación agrícola, debido a los altos índices de evaporación. A esto se sumaban las tormentas de arena que dificultaban la visibilidad de los viajeros, así como su integridad y la de los animales de transporte, por las altas velocidades, que llegaban a rondar los 20 m/s. (Hölmann 2018,20) La Ruta de la Seda alcanza su punto más alto en la cordillera de Karakorum que está localizada en lo que hoy es Pakistán, India y China, llegando a la máxima elevación de los 8, 661 Km de altura, mientras que llega a su punto más bajo en la fosa de Turfán localizada a 154 m bajo el nivel del mar. Así mismo dentro de la ruta se encuentra el desierto más grande del mundo, el Gobi, el cual se localiza entre Mongolia y China, contando con una superficie de 2, 000 000 Km2, teniendo temperaturas que llegan hasta los -35° por las noches. (Hölmann 2018, 21) Por si no fuera poco, otros peligros que tiene la ruta son las fuertes nevadas, las avalanchas de roca y nieve que se generan en las cordilleras, las tormentas que se dan en las zonas abiertas o esteparias y la gran sismicidad que tiene la zona. La Ruta de la Seda no solo incluida una diversidad de culturas, sino que era integradora de diversos sistemas interregionales éticos-míticos, antiguos sistemas civilizatorios que marcarían el origen de los grandes Imperios que dominarían e implantarían el Orden en las diversas regiones desde Oriente a Occidente. Podemos enumerar grandes culturas neolíticas que permearon en las naciones que integraban la ruta. En Oriente tenemos a las culturas de indochina que influirían en las culturas del océano pacífico y Asia Central dando origen a civilizaciones como la India y la China. Por otro lado tenemos a la cultura Bantú que influyó en gran medida en las civilizaciones como Egipto y Mesopotamia, que repercutirían más tarde en Europa con los griegos, los romanos y los Bizantinos. (Dussel 1998, 24-36) El transporte y los refugios usados en la Ruta de la Seda
Teniendo en cuenta las grandes dificultades que traía consigo el atravesar, ni siquiera toda la ruta, sino solamente un tramo, es preciso notar los diversos tipos de medios de transporte que se usaron a lo largo de esta, así como los diversos refugios y centros de abastecimiento de los viajeros y sus caravanas. En los grandes centros urbanos como las capitales de los Imperios Chino y Romano, encontramos la existencia de carreteras bien planeadas que facilitaban la movilidad de grandes transportes, cosa contraria en la regiones periféricas, así como en las que atravesaba la ruta, ya que el tipo de topografía hacía casi imposible el crear caminos, y dificultando con ello la logística del transporte de mercancías, ya que los angostos y estrechos pasajes muchas veces solamente podían ser atravesado por los humanos, quienes muchas veces eran el medio de carga ideal para las mercancías, apoyándose en cuerdas, amarres y “bueyes de madera” para poder movilizarse por las sendas estrechas y las pendientes. (Hölmann 2018, 26) Por otro lado en las regiones como la estepa o el desierto era muy difícil poder identificar los caminos o rutas, solamente guías expertos eran capaces de reconocer dichos trayectos, apoyándose en su experiencia y conocimiento, así como en los montículos de huesos de animales que servían como señalización de los caminos. En este tipo de terrenos el camello era el transporte ideal, debido a su alta resistencia al intempestivo clima caliente, ya que la anatomía de esté animal le permitía estar sin la necesidad de tomar agua durante grandes lapsos de tiempo, así como poder cargar hasta 250 kg en trayectos de 30 km. (Hölmann 2018, 23-24) Una vez que se llegaba a Occidente se usaba al dromedario como sustituto del camello. Entre otros animales que se usaron recurrentemente como medio de transporte encontramos al asno, quien tenía una alta resistencia tanto al calor del desierto como al frío, pudiendo recorrer grandes distancias al igual que el camello. En regiones montañosas siempre que se pudiese, se llegó a usar la mula, debido a su falta de miedo a las alturas. Otro animal que se llegó a usar en las montañas era el yak, que muchas veces resultaba práctico en zonas muy estrechas y empinadas. Hay que hacer notar que el uso del caballo era bastante limitado debido a las condiciones geográficas antes expuestas, ya que lo que importaba era la resistencia y no la velocidad en el transporte de mercancías. Durante la Ruta de la Seda se encontraban una gran diversidad de centros de abastecimiento de diverso tipo. En las zonas controladas por la cultura islámica existían los caravasares, los cuales eran una especie de complejos de varios pisos que proporcionaban comedores, almacenes, dormitorios, alojamiento a los viajeros, dándoles protección con grandes muros y pesadas puertas, así como permitiéndoles la reposición de provisiones, el conseguir intérpretes y guías. De igual manera eran lugares donde se permitía entablar transacciones comerciales, negociaciones, intercambiar experiencias y saberes. |
En regiones más cercanas a los caminos estaban las posadas, en donde existían controles aún más estrictos sobre el acceso a viajeros, ya que en su mayoría eran oficiales o funcionarios quienes usaban estos lugares como alojamiento y para reabastecerse de alimentos. Cerca de estos lugares se podían encontrar albergues privados, que ofrecían en menor medida los servicios antes expuestos así como pequeños mercados en donde se podían comprar enseres para el viaje. Otras formas recurrentes de alojarse era en casa de socios o en monasterios. (Hölmann 2018, 30-31)
El obtener refugio y suministros era de vital importancia para la logística de los convoyes que abarcaban centenares de personas y animales, por lo que el suministro de agua potable para los viajeros y sus medios de transporte, así como de alimento era trascendental, ya que estos eran bienes sumamente escasos en gran parte de las zonas desérticas y esteparias, en donde la localización de oasis era parte fundamental para una expedición que quisiera llegar a cumplir con su misión. (Hölmann 2018, 28-29) La Ruta de la Seda, una ruta de muchas rutas Contrario a su denominación y a lo que se piensa, la Ruta de la Seda no era un único camino que conectaba a Oriente con Occidente, dentro de esta encontramos dos vías: por un lado la terrestre, la cual tenía diversas divisiones. Con respecto a criterios geográficos Thomas O. Hölmann retoma seis principales divisiones yendo de este a oeste: la primera es por el valle del Wei, la segunda por el corredor del Hexe, la tercera por el desierto Gobi y el TaklaMakan, la cuarta por las montañas que concurren por el nudo de Pamir, la quinta por la depresión turania y la última por el desierto sirio con acceso al mar Mediterráneo. (Hölmann 2018, 31-31) Por otro lado estaba la vía marítima, la cual era una alternativa no solo en momentos en la que las conexiones terrestres estaban interrumpidas, ya que el transporte marítimo representa una alternativa para el traslado de grandes cantidades de productos; ésta vía partía de los puertos del Imperio Chino, pasando por el golfo de Bengala y conectando a India y Pakistán, siguiendo al Mar de Arabia y al Golfo Pérsico, y llegando al norte de África para conectarse con el Mediterráneo. Hay que hacer notar que al igual que la vía terrestre, existían una gran cantidad de rutas marítimas las cuales estaban llenas de peligros, como tormentas mortíferas, corrientes peligrosas, profundidades traicioneras, así como epidemias mortales y piratas. Al principio la mayoría de la presencia por la ruta marítima era Árabe y Persa, siendo que durante los siglos VIII a IX había una gran presencia de mercaderes árabes en los puertos del Imperio Chino, generando colonias y asentamientos musulmanes en los principales puertos, pero poco a poco otras naciones comenzaron a tener un papel destacado en esta vía, aspecto que vemos con la gran cantidad de famosos exploradores que viajaron por ella, como Marco Polo, Ibn Battuta, y el almirante Zheng He, entre otros más. El Imperio Chino no se quedaría atrás, ya que tendría colonias de mercaderes y comerciantes en el extranjero, en regiones como el Sudeste Asiático y regiones árabes. Durante las numerosas expediciones se generó una gran cantidad de materiales cartográficos que servirían a muchos viajeros como guía. Aunado a esto la tecnología de navegación, tanto de árabes como de chinos, permitía una travesía sin usar las estrellas, sobre todo en épocas en las que la visibilidad nocturna era limitada. No obstante el uso de navegantes locales era una práctica común ya que ellos tenían los conocimientos de la zona así como la experiencia para sortear los peligros. (Hölmann 2018, 39) Es importante notar que la Ruta de la Seda llegó a conectarse con otras redes comerciales que se nombraron a raíz de los principales productos que comerciaban, como fue la “Ruta de la piel” que partía de Siberia hacía el sur, la “Ruta del incienso” que tenía su arranque al sur de Arabia y la “Ruta del ámbar” que tenía su punto de inicio en el Báltico. (Hölmann 2018, 35) El lenguaje en la Ruta de la Seda Cabe preguntarse acerca de un aspecto fundamental sobre está gran ruta comercial que abarcaba no sólo una gran variedad de regiones, sino también de culturas, naciones y civilizaciones, con su propia identidad y lenguaje, ¿cómo era posible el generar un entendimiento mutuo entre culturas tan distantes?, es importante recalcar que el comercio como toda actividad organizada necesita de comunicación para llevar a cabo una negociación, lo que implica un lenguaje común, un código que permitiese interactuar y lograr el fin último del intercambio. Era en las regiones nodales para el comercio en donde las barreras lingüísticas hacían necesario el generar una lingua franca. A lo largo de la Ruta de la Seda encontramos una gran cantidad de lenguajes propios de cada región, entre los que figuran el sogdiano, el persa, el hebreo, el griego, el chino, el sirio, el sánscrito, el mongol, el turco, el tibetano, entre otros más, también había diversos modelos de escrituras, de entre los que destacan tres, el arameo que va de derecha a izquierda, el brahmi, de izquierda a derecha, y el chino de arriba hacia abajo. (Hölmann 2018, 63) Estos modelos han quedado plasmados en piedras, textos hechos a mano así como impresos desde el siglo II a.C hasta el XIV, en donde en mayor parte el tema abordado era religioso, pero también documentos usados en los procesos de compra venta, como contratos, relaciones arancelarias y balances , que permiten obtener datos sobre la forma de vida cotidiana en la ruta. Una de las lenguas que permitió el entendimiento fue el cumano, que era una de la lengua turca que se volvió pieza fundamental en las transacciones comerciales, tanto lo fue que se implementó en lo que se denominó el Codex Cumanicus, que era una colección de escritos que servían como instructivo y que se dividía en dos partes. En la primera predominaban conceptos comerciales, de denominaciones de productos, modalidades de pago, etc., en donde se usaban múltiples términos provenientes del latín, el persa y el cumano. (Hölmann 2018, 67) En la segunda parte se hacían referencia a indicaciones para los misioneros. A partir del siglo V el Codex comenzaría a equilibrarse, para unificarse terminológicamente más tarde entre los siglos VII y IX. No obstante a pesar de la existencia de linguas francas y codex, los traductores e intérpretes eran una parte importante en el proceso tanto de las misiones comerciales y religiosas, como en las localidades que se encontraban en las zonas nodales de conexión sobre la ruta, lo que hizo que los políglotas adquirieran una gran relevancia, ya que sus conocimientos eran vitales para concretar una negociación, tanto que un error en alguna palabra no sólo traía consecuencias para la empresa, sino muchas veces los traductores eran ejecutados. (Hölmann 2018, 71-72) Otras lenguas que servían como “puente de entendimiento” además de la cumana eran las lenguas turca, iraní, la sogdiana y la Persa (Meyssan 2017, 212). Al problema del lenguaje también se sumaba la creación o percepción de las identidades, ya que todos los grupos que residían en la Ruta de la Seda, tenían su propia cosmovisión, lenguaje, religión, cultura, e identidad, algunas muy parecidas entre ellas por ser vertientes o por compartir fronteras, pero había otras muy disimiles, lo que en muchas ocasiones traía consigo la creación de estereotipos ante los “otros”,ante los que son diferentes. Por ejemplo, el Imperio Chino no veía con buenos ojos a los extranjeros mercantes, debido a que los concebían como nómadas, que en su historia eran catalogados como agresivos, avariciosos, invasores, barbaros, grupos sin cultura ni educación, por ello los mercaderes estaban en el rango más inferior de la estructura social china. (Hölmann 2018, 74-75) Y de manera viceversa para los extranjeros, los chinos tenían una gran cantidad de características que se estereotipaban. Las misiones religiosas
En la Ruta de la Seda no sólo había misiones de carácter comercial, existían muchas con fines religiosos, ya fueran hechas por budistas, musulmanes o por cristianos, el peregrinaje era parte importante en la vida dentro de la ruta. Desde la entrada del budismo a China en el siglo I a. C. esté fue aumentando su influencia en las regiones periféricas del Imperio, teniendo diversas vertientes o escuelas, lo que generó que muchos monasterios, con el fin de legitimar sus propias formas rituales, optaron por enviar monjes a regiones de Asia Central en búsqueda de reliquias, documentos, escritos sagrados que permitieran buscar la forma más pura del budismo. Entre los monjes budistas más famosos encontramos a Faxian quien a la edad de 60 años, se dispuso a llevar a cabo una misión hacía la India siguiendo el camino de la Ruta de la Seda terrestre enfrentando los retos y dificultades antes expuestos. Tuvo un viaje de más de 15 años del cual regresó por la vía marítima de la ruta, junto con una gran cantidad de escritos sagrados que no tardó en traducir una vez llegado a su monasterio. (Hölmann 2018, 43-44) Mientras, desde Occidente, la mayor parte de peregrinos provenían de la Orden Franciscana, quienes viajaban hacía Asia Central y Oriental, y cuyos viajes quedaron plasmados en varios registros y memorias. La finalidad de estos era la de dar a conocer dichas experiencias para ser utilizadas más tarde por sus propios correligionarios y poder llevar a cabo sus tareas de predicación, lo que generó muchas veces que algunos monjes fueran encarcelados. También destaca la presencia de misiones árabes y persas que entre los siglos VIII y IX llegaron al Imperio Chino instalando colonias en las localidades periféricas como el Puerto de Cantón. (Hölmann 2018, 47-52) Los múltiples ordenes políticos y regionales sobre la Ruta de la Seda A lo largo de la ruta existieron una serie de dinámicas de orden político regional, en donde surgieron grandes Imperios, como el Chino, el Mongol, el Persa, el Romano, entre otros más, cada uno con sus propias particularidades, aunque de manera general se pueden encontrar dos tipos de dinámicas. Por un lado estaban la regiones que tenían continuidad y estabilidad en cuanto a su gobierno, tal como lo fue en mayor medida la región Occidental; por el otro lado tenemos el constante cambio de las fuerzas políticas que se reflejaba en los cambios de un soberano a otro y de las integraciones y desintegraciones de las alianzas o confederaciones, característica que se notaba en demasía en las regiones de Asia Central. (Hölmann 2018, 80) Incluso en esta dinámica de cambios China quedaba inmersa, ya que contrario a las percepciones de continuidad e integridad nacional y territorial, muchas veces surgieron gobiernos que emanaban de alguna conquista extranjera, o las dinastías se disgregaban dando paso a la fragmentación. Muchos de los Imperios se concebían a sí mismos como garantes del Orden el cual, como bien define Kissinger, se caracterizar bajo dos rubros. La primera es que el Orden es “un conjunto de reglas comúnmente aceptadas que definen los límites de acción permisible” (Kissinger 2016, 21), y la segunda es que todo Orden tiene “un equilibrio de poder que lleva a cabo la restricción cuando las reglas se rompen, evitando de este modo que una unidad política subyugue a las otras.” (Kissinger 2016, 21). Ahora bien estos Imperios concebían su Orden como Mundial, entendiéndose como la dominación de los territorios y culturas conocidas hasta antes de 1492. Siguiendo con los planteamientos de Kissinger, nos dice que existen tres diversos niveles de Orden, cuando se habla de Orden Mundial se “describe una concepción acuñada por una región o civilización sobre la naturaleza de los acuerdos justos y la distribución del poder, concepción que considera aplicable al mundo entero” (Kissinger 2016, 20). Este tipo de orden estará basado en ciertos valores, ya sea de alguna cultura, de una región, de una Potencia o un grupo de Potencias, los cuales pretenderán ser universales a todas las unidades del sistema. En segunda instancia tenemos al orden internacional que “es la aplicación práctica de estas ideas a una parte sustancial del planeta, lo suficientemente grande como para influir en el equilibrio de poder global” (Kissinger 2016, 20). Este ya no abarcará a la totalidad del mundo, pero sí a una gran parte de éste, influyendo en la estructuración del sistema internacional, pero existirán unidades que buscarán estar exentas de este orden. Por último están los órdenes regionales los que “implican los mismos principios aplicados a un área geográfica definida.” (Kissinger 2016, 20) Estos tienen un rango geográfico menor, ya que se limitan a ciertos grupos de Estados, que por su proximidad o similitudes culturales entablan un orden de esta magnitud. Los tres tipos de Ordenes fueron aplicados en mayor o menor medida en varias épocas, y por diversas culturas a lo largo y ancho de la Ruta de la Seda. Un aspecto crucial en el mantenimiento de la legitimidad de los soberanos, era la mezcla entre la religión y lo político, siendo sustento de la autoridad el descender de linajes sagrados. (Hölmann 2018, 88). Comenzaremos por enumerar uno de los grandes Imperios que hubo en la Ruta de la Seda y cuna del producto que da origen a esta. El Imperio Chino es uno de los más famosos en la historia mundial. Su estructura burocrática, sus grandes avances tecnológicos así como su filosofía política han sido parte importante del desarrollo de la humanidad. El también denominado “Imperio del Centro” tenía una forma peculiar de concebir al mundo, partiendo desde la denominación de su soberano, al que se referían como “Hijo del Cielo”, el cual tenía como tarea garantizar la armonía del universo y de la humanidad, con ello su tarea no estaba limitada por las fronteras, si no que debía extenderse a las demás naciones (Hölmann 2018, 81-82). Es por ello que el Impero Chino se mostraba flexible en cierta medida a los contactos con los extranjeros, y respetaban su cultura, religión e idioma. Era crucial el trabajo diplomático con delegaciones y misiones hacía el extranjero y viceversa, ya que los costos los usufructuaba el mismo gobierno de China. Pero a pesar de ello, a los extranjeros se les relegaba a quedarse en las periferias del Imperio, se les colocaba una cierta guarda personal junto con traductores que les facilitaban ciertas actividades comerciales. Al mismo tiempo el Imperio Chino conocía el peligro de los extranjeros, sobre todo de aquellos grupos del norte que constantemente incursionaban con fines de saqueo, proyectos como la Gran Muralla China, que llegaría a su fortificación total hasta el siglo XVI, permitían no solo una estrategia militar defensiva, también funcionaban como filtro para controlar el comercio y la fluidez de la transportación e intercambio de las mercancías. (Hölmann 2018, 82), esto dejaba el monopolio del comercio al Imperio lo que le permitía costear gastos militares, ya sea para defensa o para expansión militar. (Holcombre 2016, 75) Por su parte el mundo islámico dominó gran parte de la Ruta de la Seda durante un largo tiempo. Fue su Orden regional el que permitió por mucho tiempo que la ruta se mantuviese, ya que la estabilidad alcanzada en el mundo musulmán desde el siglo VI d.C. y hasta el siglo XVI (Kissinger 2016, 105-118) era parte fundamental en la seguridad de los mercaderes, así como del respaldo económico, ya que se utilizó el papel moneda ya en estas épocas. (Hölmann 2018, 114). También gran parte de la estabilidad de la región era gracias al Imperio Mongol, que cabe decir es, junto con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, uno de los pocos Imperios que ha dominado Eurasia y una gran extensión de territorio. Fue gracias a lo que se denominó la Pax Mongola que mucho del tráfico comercial se podía realizar por las regiones de Asia Central. Contrario a lo que se piensa de los Mongoles, que fueron solamente grandes hordas de barbaros que causaban terror desde China hasta Budapest, la verdad es que eran un pueblo guerrero que se mantuvo en gran parte de la Ruta de la Seda gracias a su sistema de administración retomado de la burocracia china, junto con un sistema tributario que le permitió mantener el orden. (Hölmann 2018, 91-93). No podríamos terminar este apartado sin recalcar la importancia de los Imperio Romano de Oriente y Occidente, esté último conocido por los conceptos de Orbis Romanus y la Pax Romana, que mucho tenían que ver con el mantenimiento de la estabilidad política en la periferia del mundo musulmán, esto es Europa. La Tolerancia como fundamento para la dinámica de la Ruta de la Seda. La basta Ruta de la Seda solo pudo haber sido posible gracias a un aspecto fundamental, la tolerancia, característica también esencial para la obtención y mantenimiento de hegemonía de las civilizaciones que dominaron en algún momento alguna de las grandes masas geográficas dentro de la ruta. Para Amy Chua, la concepción de tolerancia no hace referencia a la que en tiempos modernos se tiene. Ella nos dice que “por tolerancia, no me refiero a la igualdad política o cultural. Por el contrario, como usaré el término, la tolerancia significa simplemente permitir que diferentes tipos de personas vivan, trabajen y prosperen en su sociedad, aunque sea por razones puramente instrumentales o estratégicas.” (Chua 2007, XXIII) Aquellas civilizaciones que se hicieron con el dominio de alguna de las grandes regiones de la Ruta de la Seda utilizaron esta estrategia para mantener no solo la dinámica comercial, sino también su legitimidad y su hegemonía, ya que la pluralidad cultural, lingüística, religiosa permitía la preminencia del Orden político y comercial. El Imperio que no siguiera con estos preceptos y siguiese ejerciendo intolerancia, xenofobia, exclusión religiosa o étnica, comenzaba con su declinación. (Chua 2007, XXI) Grandes Imperios como el Romano, el Persa, el Chino y el Mongol, siguieron la tolerancia como precepto de gobierno, se incrusto incluso en sus marcos normativos, esto con el fin de que la ley de los Emperadores fuera la máxima a seguir en todos los rincones de sus respectivos dominios. La tolerancia permitía en gran medida continuar con la dinámica comercial que era muy importante desde Occidente hasta Oriente, ya que se evitaba la exclusión, por consiguiente el conflicto y la violencia. Es así que la tolerancia hacía el “otro” ya sea por razones políticas o económicas, permitió la integración de vastas regiones y culturas a lo largo y ancho de la Ruta de la Seda, permitiendo un intercambio no solo en términos económicos, sino también tecnológicos, culturales e incluso religiosos. Se dio origen a grandes códigos comerciales que permitían llevar acabo el intercambio comercial, así como normatividades que emanaban de la aceptación de la diferencia del “otro” del extranjero. La denominada Ruta de la Seda, concepto creado por Von Richthofen y que sería más tarde popularizado por sus alumnos, sería una inmensa zona que conectaría a Occidente con Oriente atravesando una diversa cantidad de regiones, cada una con sus propias características geográficas, así como con sus propias culturas asentadas en ellas, a veces tan similares muchas otras tan diferentes entre sí, pero que estaban interrelacionadas gracias al comercio y bajo la directriz de la tolerancia. Esa fue la pieza fundamental para poder integrar a esa diversidad de civilizaciones, ya que la razón económica se convirtió en la prioridad. Más que influir en otras áreas como lo político, religiosos e incluso lo lingüístico, los grandes imperios de la Ruta de la Seda optaban por dejar vivir a los demás con sus formas culturales y religiosas. Imperios estigmatizados por ser intolerantes como lo era el chino o el musulmán, a lo largo de su dominio permitieron que los extranjeros viviesen con sus propias formas de identidad e incluso muchas veces esto se materializó en códigos jurídicos que permitieron el comercio. La tolerancia permitió la dinámica del comercio, siendo fundamento para la razón de ser de la Ruta de la Seda, marcando un claro antecedente de una pre- globalización, en donde lo que se priorizaba era más lo económico- comercial, que una homogeneización de lo político o religioso. La gran Ruta de la Seda nos deja ver una dinámica comercial bajo preceptos propios de su tiempo y de su lugar, siendo la inclusión del “otro” por medio de la tolerancia el pilar del mantenimiento de una gran zona comercial que terminaría con la entrada de la Modernidad, pero que hoy en día es un claro ejemplo de estrategia de integración que se busca volver a implementar, ya que una vez más el poder comercial ha vuelto a Asia. |