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El arte y la cultura: ejes de mi pasión por China
Belén Dorado Marín de Espinosa
Arte y Cultura // Nº 10, Diciembre, 2021
Mi interés por China llegó por azares de la vida ya que, cuando estaba terminando mi último año de licenciatura apareció ante mi quien luego se convertiría en mi mentor, Pedro San Ginés Aguilar, un erudito en la cultura china y pionero en España en estos estudios. A partir de ahí comencé a estudiar chino mandarín en la Universidad de Granada, teniendo grandes maestros como el maestro Zhang, a quien recuerdo con gran estima. Fue tan grata la experiencia que tuve con esas clases de cultura y lengua china que dediqué mi tesina, que iba a presentar como parte de mi Doctorado en “Paz Conflicto y Democracia” en el Instituto de la Paz y los Conflictos, de la Universidad de Granda, acerca de la paz en la pintura china, un primera aproximación a lo que seria mi futura tesis doctoral.
Allá por el año 2003 llegué a China, gracias a la oportunidad brindada por el Instituto de Crédito Oficial, ICO, quien comenzaba a conceder becas a estudiante universitarios en el país asiático para estudiar cultura y lengua china en la Universidad de Beijing. La concesión de esa beca, me abrió la oportunidad de conocer este vasto país y esta interesantísima cultura de la que, si ya estaba enamorada en ese entonces, la estancia allá me afianzaría aún más mi pasión. Cuando llegué al país, el choque cultural fue enorme ya que, aunque estudié por tres años la lengua de Confucio, al llegar y poner en práctica lo aprendido era como si acabase de comenzar. La sensación de que cuanto más se aproximaba el avión a China más analfabeta se siente una, es una realidad que se demuestra a la llegada al país. Nada tenía sentido no podía comunicarme y eso bien lo entendió el taxista que me llevó a la puerta de la Universidad quien me cobró lo que quiso, y que luego supe. Con razón me dejó en la puerta y no me acompañó dentro. Desde ese momento comprendí que había que estar atentos y que la picaresca sería uno de las trabas que debería entender antes que el propio idioma incluso.
Es la Universidad de Beijing, Beida 北大 para los chinos, una de las instituciones más antiguas de la ciudad y la de mayor reputación. Fundada en la Dinastía Ming, allá por 1898, es considerada la máxima casa de estudios, y por este motivo no todos los chinos tienen la oportunidad de estudiar allí; solo los más capaces y aventajados lograrán entrar, máxima de la filosofía china confuciana y base para la creación del funcionariado donde se premia a los más capacitados, a los más instruidos en los clásicos chinos y en la moralidad, en definidas cuentas, los más preparados son los que merecen gobernar el país, ya que, como decía Confucio, el país es la casa de todos los ciudadanos y el gobernante es el padre del pueblo. Con un campus de más de tres millones de metros cuadrados, la Universidad de Beijing contempla espacios de gran belleza, decorados a la manera de los jardines chinos, con palacios, lagos y edificios al más puro estilo de los Ming, con techos volados y la tradicional coloración en rojos, azules y blancos. Una vez instalada en la Universidad, y habiendo enfrentado multitud de choques culturales, comenzó el periodo de inscripciones y fue en ese momento donde me asignaron mi nombre chino, 白兰 bendijo la funcionaria a través de sus anteojos, ante el bullicio de los numerosos estudiante que hacían fila para formalizar la matrícula. En ese entonces desconfía por completo la necesidad de que tuviese un nombre chino, pero más tarde comprendí que es de suma importancia si no quieres que terminen llamándote como ellos quieran.
Las clases comenzaron y tuve compañeros de diferentes nacionalidades, ávidos de aprender la lengua y su cultura. Recuerdo que el aprendizaje fue rápido, nada como estar en el lugar para aprender el idioma porque la necesidad hace que aprendas, y muy rápido logré grandes avances en el dominio de la lengua, algo que actualmente continuo haciendo. Pronto pude descubrir la ciudad de los palacios, esa ciudad por la que habían transcurrido grandes momentos de la historia, y que habían sido escenario de acontecimientos históricos, algunos dignos de recordar y otro no tanto, pero que en definitiva era un lugar especial. Mi estancia en la Universidad estuvo encaminada a estudiar chino mandarín y su cultura, pero paralelamente pude dedicarme a la investigación sobre mi tesis doctoral que llevaba a cabo, y que relacionaba la pintura china con el pensamiento filosófico de los más relevantes pensadores chinos y con el pensamiento de los eruditos en las artes del pincel, para quienes no hay diferencia entre es acto de escribir y el de pintar, ya que todo se basa en el pincel, la tinta y el trazo. |
En esta búsqueda de información para mi tesis, pude estar en le Biblioteca Nacional de China, donde quedé fascinada tanto con el edificio como con el acervo que allí encontré. Miles y miles de estudiantes surcaban a diario los pasillos de aquella inmensa biblioteca donde, con algo de esfuerzo, logré encontrar obras de gran importancia para mi investigación.
Esta biblioteca es la más grande de China, y de Asia, y en su acervo cuenta con más de 23 millones de volúmenes, un tesoro para los que nos dedicamos a la investigación y amamos el conocimiento. Mi estancia en el país también me llevo a conocer lugares significativos de la cultura china, como la ciudad natal de Confucio, la Montaña mas importante del taoísmo, los famosísimos Guerreros de Xian, que me asombraron muchísimo, la gran muralla china en sus versiones menos turísticas, islas, gentes y paisajes dignos de recordar, y qué decir de la comida, bueno ese merecerá un capítulo aparte. Es el ferrocarril el mejor medio de transporte en la China de ese momento, con trenes que hacían trayectos de más de 24 horas y que, si no estabas enterado, como nos pasó alguna vez, podías no llevar la suficiente comida o bebida para tantas horas. Fue en estos trenes donde más amistades se hacen ya que los chinos son extremadamente curiosos y todo lo que haga un extranjero le llamará la atención. Solíamos jugar a las cartas españolas en los trenes, para aliviar esas interminables horas encerrados ahí. Alrededor del juego de cartas se formaban corros de personas que, meramente observando intentaban descifrar el juego que los laowai, como se refieren a los extranjeros en China, con ojos de buey estaba jugando. Alguno más atrevido se acercaba a preguntar cómo se jugaba, pero el resto se limitaba a observa, comentar y reírse, repisé mucho. Además de jugar a póker en trenes, los chinos acostumbran a comer, y mucho, durante los trayectos en tren, quizás es el único momento en el que el trabajo queda relegado a un segundo plano y el ocio ocupa parte de sus vidas. Es en estos espacios donde puedes adentrarte en lo que significa la cultura china, comprender cómo actúan, cómo piensan y cómo se desenvuelven en su día a día, lo que me valió para poder comprender de primera mano el significado de los aspectos culturales que iba descubriendo. Sea como fuere, la experiencia de viajar en tren en China es toda una aventura que recomiendo a cualquiera.
Las trabas que uno va teniendo en el país se van solucionando sobre la marcha, como cuando nos robaron el pasaporte, cuando la policía te interroga en la calle para pedir tus papeles o como cuando el idioma se convierte en un problema para ciertos aspectos burocráticos, pero fuera de eso la comunicación no fue tan complicada como uno hubiera pensado, ya que en cuanto llegué al país mi inmersión en la lengua fue muy gratificante y logré aprender mucho acerca de esa lengua legendaria. El conocimiento de la cultura, el arte y la lengua, chino mandarín, es lo que me acercó a la cultura china y a poder desenvolverme de mejor forma cada vez. Esta cultura me atrapó y me fascinó hasta el punto de que me dediqué con esmero a ello, hasta la actualidad. El segundo año de mi estancia en China, esta vez como becaria de AECI fue diferente al primero porque ya contaba con la experiencia previa pero, al mismo tiempo, descubrí increíbles aspectos que no conocía, como grupos de música flamenca interpretados por unos jóvenes quienes, fascinados por la rumba catalana, en las noches tocaban en bares casi clandestinos al ritmo de los Chunguitos con guitarras españolas, una de ellas encargada a mi hermano y traída directamente desde Granada, especialmente para uno de esos músicos. Esos bares, ubicados en los hutones de la capital del país, fueron demolidos poco a poco, previamente a ser marcados con un carácter que los identificaba como futura demolición. En este segundo año me dediqué por completo a mi investigación sobre arte chino, tema de mi tesis, y pude aprender mucho visitando los maravillosos museos, monumentos y sitios históricos que posee Beijing y China en general. Entre esos descubrimientos estuvo el de pernoctar en un monasterio taoísta, lo que me abrió la mente para comprender de primera mano la mentalidad taoísta y por ende la pintura, algo que cambió mi vida porque hasta la fecha es el taoísmo una de mis pasiones. Siempre animo a todos aquellos que se acercan a mí a que vayan a estudiar a China, algo que enriquecerá sus vidas tanto personal como profesionalmente, aunque deben tener en cuenta que los estudiantes chinos son unos de los más competitivos del mundo, algo que comprendí cuando mis intercambios de chino mandarín me decían que estudiaban ruso por lo fácil que era. Fruto de esa estancia en China pude regresar a España a concluir mi tesis doctoral que, bajo el título de “Pintura China Vs. Occidente: pintura y Paz” aboga por demostrar las bondades que el arte, sin recurrir a elementos violentos, tiene en relación a los estudios sobre la Paz y a la educación en clave de Paz, haciendo un estudio acerca de la filosofía de Mencio, Confucio, Laozi y los grandes de la filosofía china que dedicaron una parte de su vida a desentrañar el pensamiento de los seres humanos, con conceptos como Wuwei o Noviolencia, y que serviría de antesala para muchos estudios sobre la Paz, la bondad y el ser humano, en definitivas cuentas es esta tesis un paseo por la cultura china, su pensamiento y arte, demostrando que para educar no es necesario el uso de elementos violentos, y que la pintura china posee elementos más que suficientes para convertirse en una herramienta en la educación pacífica de las generaciones venideras. En la actualidad me enfoco en difundir la cultura china y el arte, así como los aspectos relativos a la hospitalidad, protocolo y nociones sobre cómo comportarnos ante nuestra contraparte china, algo que es muy valioso en esa cultura, en la que las buenas maneras y el saber estar es uno de los puntos más valorados, ya sea en la esfera comercial, económica o cultural. Durante mi trayectoria profesional he publicado un libro bajo el título “Turismo Chino: claves para captar y hospedar” dirigido especialmente a aquellos interesados en captar al turista chino y, más importante, fidelizarlo. En este pequeño manual, podemos hacer un recorrido por la cultura china, el protocolo, la hospitalidad y se brindan aspectos relativos a la lengua china, enfocada al sector de la hospitalidad y los viajes. En el año 2019 fundé la “Revista Cultural Bambú, Dogones y Tinta”, un proyecto que lleva dos años de existencia y que está enfocado en crear espacios en los que poder compartir conocimiento acerca de esta milenaria cultura. Este proyecto, del que estoy muy orgullosa, es puramente altruista, y lo llevo a cabo con la ayuda de los colaboradores que trimestralmente aportan su granito de arena al proyecto, y con la fidelidad de los mecenas que nos acompañan que, aunque son pocos son dignos de elogio. En la actualidad estoy en la búsqueda de mecenas que quieran apoyar el proyecto, para poder llegar a más personas, sobretodo para poder crear podcast que puedan ayudar a personas invidentes, también ávidas de conocimiento. De mi estancia en China fueron más los aspectos positivos que me quedo que los negativos, y el aprendizaje hasta la fecha no se olvida. Aunque he tenido la oportunidad de vivir en diversos países como Marruecos, México y actualmente en Portugal, fue en China donde encontré una experiencia inolvidable, y que recomiendo a cualquiera, eso sí, a cualquiera abierto a la interculturalidad, a la aventura y al gusto por aprender. Sin duda, con estos tres aspectos tu estancia en China será de lo más apasionante, y el recuerdo que te quedará será imborrable. |