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Los albores de la ciencia médica china
Rafael de Mora Sánchez
Historia y Sociedad // Nº 15, Marzo, 2023
La civilización china, al igual que el resto de las civilizaciones que hunden su existencia en la noche de los tiempos, desarrolló una cosmogonía (orígenes del universo con un relato mítico) y una cosmología (leyes generales que rigen el mundo físico), sobre las cuales edificar su cultura y sociedad.
Tiempo de Mitos A la hora de imaginar y explicar el origen del mundo y la intervención de fuerzas supranaturales en su proceso, encontramos en China bellos relatos relacionados con el surgir de su cultura: el nacimiento del mundo llegó de la mano del gigante Pan Gu (盘古, Pángǔ) (1), que separó Cielo y Tierra; la primera madre fue Nüwa (女娲), quién creo a la humanidad con pequeños muñecos de arcilla; y los Tres Emperadores míticos (三皇, Sān huáng), Fuxi, Shen Nong y Huang Di, que fueron los creadores de los primeros sistemas de ordenación social (agricultura, ganadería, pesca, seda, escritura y medicina) (2). Los primeros gobernantes mitológicos de China habrían vivido entre el III-II milenio a. C., coincidiendo con las primeras dinastías chinas: Xia (2070–1600 a. C.) y Shang (1600–1046 a. C.). Son conocidos como «los padres del género humano», ya que se les considera los ancestros de este. Como es frecuente en la cultura de la antigua China ‒al igual que en el resto de culturas raíces del planeta‒, las míticas historias que se han forjado sobre sus padres fundadores suelen sustentarse sobre personas reales y heroicas, que fueron capaces de liderar al arcaico pueblo chino del momento, probablemente fueron jefes tribales que vivieron en el tercer milenio a. C. (3) A Fuxi (伏羲) se le atribuye la invención de la escritura, la pesca y la caza, y es él quien descubrió la piedra «Bian». En el neolítico, hace 7.000 años, se comenzaron a utilizar las primeras nueve agujas «Bian» de acupuntura. La tradición dice, que Fuxi fue el descubridor de los Ocho Trigramas (八卦, Bāgùa), que son la base del Yi Jing (Yì Jīng, 易经), «Libro de las Mutaciones», y que le fueron revelados de manera sobrenatural al verlos escritos sobre el lomo de un animal mitológico llamado «Longma» (dragón–caballo), descrito como un dragón–caballo que salió del Río Amarillo. Este dibujo es conocido como el ‘Diagrama del Río Amarillo’ o ‘Diagrama del Cielo Anterior’ y se le considera también como el origen de la caligrafía china.
Fue Huang Di (黄帝, el Emperador Amarillo), quien estableció los fundamentos de la Medicina China. Así, aparece en uno de los textos más importantes de la Medicina China: el «Huang Di Nei Jing» o Canon Interno del Emperador Amarillo, compilado siglos más tarde. A Shen Nong (神农, divino granjero), también llamado Yan Di, se le atribuye ser el creador de la farmacopea china según se relata en la leyenda «Shen Nong probando las cien hierbas» y que tiempo más tarde cristalizó en la obra «Clásico Herbal de Shen Nong» (4). Masaje (Anmo, 按摩) Con toda probabilidad, el masaje sea la disciplina médica más antigua de la humanidad. Emergió del sabio instinto con el que todos hemos nacido. Como acto instintivo que es, son las madres las auténticas maestras en este arte, sobre todo, las primerizas. No saben por qué llora su bebé, pero sí saben instintivamente que el acariciarle/masajearle o mecerle le será útil para aliviar su malestar. Es un conocimiento atávico e inconsciente que todos llevamos en nuestro interior.
Dadas las duras condiciones en que debían vivir y trabajar en los albores de la civilización, eran muy frecuentes dolencias del sistema musculoesquelético por lesiones por caídas o peleas, así como dolores reumáticos relacionados con el frío y la humedad ambiental. A falta de cualquier atisbo de ciencia médica, la opción del masaje (Anmo) era el único camino a explorar. Así se fue desarrollando el masaje chino que, con el tiempo, daría lugar a una nueva disciplina médica: la traumatología. Desde la época de la dinastía Qin (221–206 a. C.), recibió el nombre de Tui Na por el que es hoy en día más conocido. El Tui Na (推拿, Tuīná), que significa literalmente ‘presionar y agarrar’, nace de la acumulación y sistematización de las experiencias recogidas por el masaje (Anmo) durante siglos (5).
Moxibustión (Jiǔ, 灸) Arqueólogos chinos sostienen que existen evidencias de que fue China el lugar del planeta donde se descubrió por primera vez el manejo artificial del fuego. Fuera como fuere, lo importante es que sí está constatado el dominio del pueblo chino arcaico sobre la manipulación del fuego. Pronto el fuego se utilizó para cocinar los alimentos, lo que facilitó las digestiones y eliminó muchas intoxicaciones. A nivel físico, la aplicación de calor local produce un aumento del metabolismo, del riego sanguíneo, de la oxigenación de los tejidos y de la sudoración, así como un descenso de la presión sanguínea y de la excitabilidad nerviosa (6). Todo ello comporta efectos descontracturantes, analgésicos y antiinflamatorios.
Moxibustión significa, literalmente, ‘combustión de moxa’. La moxa está compuesta por la hoja de Artemisia argyi, planta de la familia de las Compuestas. Es una planta herbácea perenne ‒de naturaleza caliente y picante‒, que se produce en todas partes de China, lo que facilitó su utilización por todo el país. Las propiedades de la Artemisia argyi la convirtieron en el mejor vehículo terapéutico para la administración local de calor. Con la práctica clínica, se fueron perfilando diferentes técnicas y herramientas de uso, hasta llegar al conocido puro de moxa de la actualidad y a los pequeños conos de moxa. Finalmente, la moxibustión se convirtió en una subdisciplina que forma parte de la acupuntura en la moderna estructura de la Medicina China. Acupuntura (Zhēn jiǔ, 鍼灸)
Se sabe, gracias a los registros arqueológicos, que la acupuntura ya era utilizada por los chinos del paleolítico, usando unas finas astillas de cornamentas animales. Resulta realmente sorprendente que se han encontrado evidencias del uso de combinaciones de puntos que se siguen utilizando hoy en día para la artrosis. La pregunta que paleontólogos y estudiosos se hacen es: ¿Cómo es posible que en aquella remota época fuesen capaces de identificar y usar puntos de acupuntura sin tener ningún conocimiento teórico de medicina ni de anatomía? Porque incluso en nuestros días, es difícil explicar los mecanismos internos del funcionamiento de la acupuntura. Además, no hay que obviar que el hecho de insertar una aguja o, en su caso, una astilla de cornamenta en el cuerpo, es un acto doloroso, por lo que es obligatoriamente un acto realizado desde la voluntad, no desde la casualidad, y que ha de estar necesariamente muy justificado, ya que nadie busca el dolor físico sin motivo. ¿Qué sentido tiene que alguien se clave o se deje clavar instrumentos punzantes y dolorosos?. Desde mi punto de vista, fue el masaje lo que permitió descubrir los primeros puntos de acupuntura. Una característica que tienen muchos puntos de acupuntura –no la mayoría–, es que son sensibles o dolorosos a la presión. Por ejemplo: el punto B6 (San Yin Jiao) es un punto doloroso a la presión en las mujeres con dificultades o problemas en su sistema reproductor, E36 (Su San Li) se muestra doloroso al tacto cuando el paciente tiene dificultades estomacales, igual que B9 (Bai Liu Tin) también es doloroso a la presión en los problemas de retorno venoso, entre otros, etc.
Esta característica dolorosa de algunos puntos de acupuntura cuando hay desajustes en la salud supone una gran ayuda diagnóstica, ya que, si el punto no duele a la presión, es muy probable que el sistema u órgano con el que está relacionado no esté afectado por ninguna enfermedad. De igual manera, las presiones en los puntos dolorosos son un tratamiento efectivo, por lo que para un masajista observador y meticuloso es fácil descubrir la localización de los puntos. Este mismo procedimiento es el que se utiliza con éxito en otras técnicas propias de la Medicina China, como son la auriculoterapia y la reflexología podal.
Conociendo la impresionante capacidad de observación que tiene el pueblo chino y también su infinita paciencia, es fácil imaginar que fue así como se descubrieron los primeros puntos de acupuntura. Los puntos dolorosos a la presión que no están dentro de un meridiano de acupuntura, recibieron el nombre de «puntos Ashi», que es la onomatopeya que pronuncia el paciente por el dolor producido cuando el masajista le presiona alguno de estos puntos. La experiencia de masajear dichos puntos fue la que finalmente determinó el tratamiento correcto. Una vez realizado este descubrimiento (siguiendo con mi hipótesis), hacía falta desarrollar un procedimiento terapéutico de acción más larga y menos dependiente de los esfuerzos de otra persona. Por ese motivo, con las arcaicas astillas de cornamentas se conseguía que los efectos del tratamiento fueran más duraderos, y sin duda, fueron eficaces, porque el pueblo chino es profundamente pragmático y sólo mantiene vivas las técnicas que demuestran su eficacia día a día. En fechas aún por determinar, los taoístas (gracias a sus prácticas meditativas) fueron capaces de sentir sobre sus propios cuerpos los recorridos de los meridianos. Con el devenir del tiempo, la Medicina China adoptó tanto el recorrido de los meridianos (que dotaban de orden y sentido a los puntos de acupuntura), como la filosofía y fisiología energética que provenía del taoísmo. Así, los arcaicos puntos de acupresión se convirtieron en la piedra angular de la acupuntora y, por ende, de la Medicina China. Desde estos remotos tiempos hasta la actualidad y en los cinco continentes, la acupuntura sigue demostrando su eficacia terapéutica, día a día.
Ejercicios físicos y salud La multitud de ejercicios físicos que hoy en día hay en China para el cultivo y mantenimiento de la salud, que son tan característicos de su cultura, tienen un ancestro común surgido en el paleolítico chino: estamos hablando del sistema conocido como Dao Yin (Dǎo yǐn, 导引). Dao Yin es un ejercicio que combina el movimiento del cuerpo con la respiración natural. Cuando los pueblos antiguos volvían de una fructífera expedición de caza o de alguna actividad gratificante, espontáneamente bailaban haciendo ceremonias de celebración. Con el transcurso del tiempo, se dieron cuenta de que esas actividades favorecían la recuperación de lesiones, aliviaban dolores, relajaban los músculos y fortalecían la salud en general. Así fue como surgió el antiguo método chino de salud conocido como Dao Yin. Uso de la medicina herbaria
El origen de las sustancias medicinales chinas se remonta a su propio origen como grupo humano. Todas las sociedades humanas primitivas, sea cual sea su origen o localización geográfica, tuvieron imperiosamente que pasar por el mismo abrupto camino de tener que descubrirlo todo sin más ayuda que su propio instinto y un poco de suerte. Durante la búsqueda de alimentos, era inevitable ingerir sustancias tóxicas que causaran reacciones patológicas, desde síntomas leves a graves e, incluso, hasta la muerte. Se comenzaron a categorizar los alimentos en comestibles o venenosos, y dentro de los venenosos o tóxicos, se catalogaron en altamente peligrosos y ligeramente tóxicos. La aparición temprana de sustancias medicinales y de su correspondiente farmacoterapia tuvo lugar cuando descubrieron los efectos patológicos leves de algunas plantas, como por ejemplo los provocados por las plantas que inducían a la sudoración, causaban vómitos, diuresis o diarreas. Y precisamente, estos efectos podrían ser utilizados para tratar enfermedades. Aún hoy en día, en la actual Medicina China se utilizan plantas de acción diurética para frenar las diarreas, laxantes para las obstrucciones intestinales y eméticas (que provocan el vómito) para cortes de digestión. Por paradójico que pueda resultar, fueron los efectos levemente nocivos de algunas plantas los que facilitaron el camino para la creación de la fitoterapia. Posteriormente, se fueron añadiendo otras plantas que resultaban terapéuticamente muy útiles por sus efectos directos sobre el dolor o la fiebre, sin que hubiera necesariamente que pagar un precio en efectos tóxicos secundarios. De esta manera, las plantas se convirtieron en recursos fundamentales para el tratamiento de las enfermedades. |
Uso de animales y de minerales como medicamentos La farmacopea comprende todo tipo de sustancias o productos que puedan ser utilizados con fines medicinales. Por ese motivo es de suma importancia, ya que incluye a la fitoterapia y a la dietoterapia, que fueron sus predecesores. El gran salto se dio con la entrada de los minerales como productos medicinales. A primera vista, no parece que el empleo de minerales en la farmacopea pueda tener una gran relevancia, más aún cuando estamos hablando del desarrollo médico en comunidades primitivas en pleno Neolítico. Pero los minerales son elementos terapéuticos de gran importancia, por lo que también fueron utilizados en las farmacopeas mesopotámicas y egipcias. En términos comparativos, las sustancias minerales no fueron utilizadas en la medicina europea hasta el siglo XVI, en pleno Renacimiento (aproximadamente 3.500 años más tarde).
Yi He y la teoría de los «Los Seis Factores Climáticos» Yi He fue un médico famoso del que se desconocen con exactitud sus fechas de nacimiento y muerte, aunque sí se sabe que vivió en el estado de Qin durante el periodo de Primavera y Otoño (770–476 a. C.). Propuso la etiología temprana de la teoría de «Los Seis Factores Climáticos», para explicar las razones de la enfermedad. Su teoría modificó la versión anterior, en la que se consideraba como patogénesis la acción de espíritus malignos. En la larga historia del desarrollo de la Medicina China, ha habido un período de tiempo en que convivieron la medicina y la hechicería. Los hechiceros (también conocidos como magos o chamanes) se comunicaban con fantasmas, dioses y espíritus para curar las enfermedades. Los chamanes habían defendido siempre como única patogénesis la causada directamente por los espíritus.
Yi He propone la teoría de «Los Seis Factores Climáticos»: Yin, Yang, Viento, Lluvia, Oscuridad y Luminosidad (7). Los denominó «Los Seis Climas». En ella se explica la relación entre el clima en la naturaleza y las enfermedades de los humanos, y que los seis climas anormales podrían causar diferentes enfermedades. De esta forma, y por primera vez (estamos refiriéndonos a una época realmente muy temprana, entre los siglos VIII a. C. y V a. C.), surge un concepto científico y médico que suplanta la creencia ancestral de la patogénesis espectral, dando comienzo a una Era de Razón y ciencia dentro de la Medicina China que se ha perpetuado hasta la actualidad. Doctrinas médicas comparadas
Comparemos a vista de pájaro, las doctrinas médicas que durante los tres últimos milenios a. C. se desarrollaron en la Cuenca Mediterránea, con la doctrina médica china de la misma época. La influencia capital que la medicina mesopotámica ha ejercido sobre las medicinas fenicia y egipcia, y parcial ‒aunque relevante‒ sobre la medicina védica de la India, ha sido realmente muy notable. La teogonía médica mesopotámica domina por completo la doctrina médica de todos estos países. No deja de llamar la atención que, incluso, contemplan los mismos tipos de buenos augurios, exactamente los mismos: «Si en el transcurso del camino que lleva al médico a visitar al enfermo, éste se cruza con un monje, con una virgen o con alguien vestido de blanco, se considerará como un buen presagio del pronóstico del paciente que va a ser visitado». Así mismo, todas estas tradiciones consideran que no hay que tratar a un enfermo incurable, ya que el médico no debe interferir en el destino fatal del paciente, por ser éste un designio divino. También hay que destacar que la enfermedad siempre proviene del castigo divino y, por ende, su curación necesariamente necesita de rezos, salmodias y ritos que convenzan al dios para cambiar de opinión. En los templos mesopotámicos, se preguntaba al oráculo por cuestiones de salud y de cualquier otra índole. Esta costumbre fue adoptada por fenicios, egipcios, judíos e, incluso, griegos y romanos. Los fenicios adoptaron la farmacopea mesopotámica y, con el tiempo, la exportaron a otras civilizaciones como a la griega. Los conocimientos científicos que se fueron acumulando por los citados pueblos no fueron inconveniente para utilizar la antigua práctica oracular. Hechos así nos ponen sobre la evidencia histórica de que, en la Edad Antigua, magia y ciencia convivían sin conflicto. Ya que no dejan de ser paradójicas, si tenemos en cuenta el elevadísimo nivel científico y tecnológico que existía, especialmente en Babilonia y en Egipto. Curiosamente, desarrollaron una medicina muy evolucionada desde el punto de vista empírico, y tanto en las tablillas cuneiformes como en los papiros médicos, se explican con exquisito detalle los signos, síntomas y quehaceres del médico. Ambas culturas llegaron a una asombrosa simbiosis entre la ciencia y la religión, pero siempre fue la religión (teogonía) la que rigió el destino de esos pueblos, y la ciencia estuvo en un discreto segundo plano en el que no se interfería en las cuestiones de tipo mágico o divino.
En Egipto, la primitiva teoría Hemática de los mesopotámicos fue extensamente desarrollada, convirtiéndola en la teoría Humoral, según la cual, humores o líquidos de diferentes tipos se desplazaban por el cuerpo pudiendo ser causantes físicos de la enfermedad cuando éstos se desplazaban por territorios anatómicos inadecuados (desbordamientos), o cuando su circulación se veía obstaculizada (estancamientos). La teoría de los humores es el nombre que más tarde los griegos le dieron a este mismo concepto, al absorber parcialmente dicha teoría médica, que también llamaron del Pneuma. La medicina egipcia no anda lejos de la medicina hindú, porque los Vedas comparten la teoría humoral y la hacen mucho más extensa y sofisticada y, de igual manera, hablan de una circulación de Prana. En el Rigveda (el texto más antiguo de la India, de mediados del II milenio a. C.), se describe el Prana como respiración o aliento de vida, y sus diferentes tipos en relación con la salud. Es exactamente el mismo concepto que tenían los antiguos egipcios, pero que no era compartido por los mesopotámicos que, a fin de cuentas, fueron el nexo entre Egipto y la India. Parece evidente que el aliento vital, pneuma o prana es un mismo concepto que se encuentra en lugares del planeta muy alejados. Al yuxtaponer la medicina china arcaica a lo ya dicho, observamos que la teoría pneuma o del prana es perfectamente congruente con la circulación del Qi (气, pronunciado ‘chì’). En las tres culturas se está hablando de algo de origen inmaterial (aliento vital) que está regulando el funcionamiento interno de todo el organismo y que es el elemento unificador del Hombre con el Universo; es decir, el nexo entre ambos. « La circulación del Qi está modulada por las interrelaciones existentes entre las fuerzas opuestas y complementarias del yin y del yang de la persona. Esta dualidad sirve para explicar todos los fenómenos de la vida en sus propios contextos: no son asignaciones fijas o arbitrarias, por lo que un medicamento o terapéutica puede considerarse de un tipo o del otro; sólo se pueden clasificar teniendo en cuenta su contexto inmediato. Dicha dualidad es una característica exclusiva y original del pueblo chino. Cierto es que en Babilonia predominó el zoroastrismo, que adoraba a Zaratustra, el dios de la dualidad, pero su dualidad no era complementaria, sino completamente antagónica y de orden exclusivamente religioso, ya que el zoroastrismo era una religión y el taoísmo es, en esencia, una metafísica, lo que las diferencia radicalmente. Por consiguiente, los primeros médicos/chamanes chinos de la antigüedad disponían de una doctrina médica que enriquecía a la pneumática egipcia y a la pránica hindú, con los conceptos raíces del taoísmo, que son completamente autóctonos de China: yin, yang, qi, dao, etc.
Las medicinas teúrgicas daban mucha importancia a las cuestiones de tipo moral como causantes de la enfermedad. La China arcaica aún no conocía la moral de Confucio, que nació siglos más tarde, por lo que no existía una doctrina moral como tal; aunque sí una profunda ética taoísta. El pensamiento reinante del momento era el del taoísmo arcaico, que tampoco se centraba en esos aspectos de forma directa; sino, más bien, como consecuencia de un orden cósmico supraordenado que estructura y organiza todos los aspectos del Ser Humano al hacerle coherente con la Naturaleza, por lo que los aspectos morales están subordinados de forma implícita a ellos. A esto hay que añadir que los chinos no creían en un juez supremo que juzgue a las personas, repartiendo premios (salud) y castigos (enfermedades) según su comportamiento moral. En otro orden de cosas, la Medicina China y la hindú también comparten algunos aspectos de la categorización de las materias medicinales, clasificándolas en función de su naturaleza (frías, calientes, neutras...), de su acción (diaforéticas, antieméticas, etc.) o del órgano o sistema sobre el que actúan (Hígado, Intestino Grueso, etc.). Aunque a primera vista puedan parecer unas clasificaciones ingenuas o que puedan contener algún elemento mágico o teúrgico, en verdad, es todo lo contrario: más adelante serán las semillas sobre las que nacerán grandes farmacopeas de exquisito rigor científico. Con la información de que disponemos en la actualidad, nos es imposible determinar si las coincidencias doctrinales entre chinos e hindúes nacieron al norte o al sur del Himalaya. Se cree que la civilización hindú de entonces estaba más desarrollada que la china, lo que podría apuntar a que dicha comunicación fue de sur a norte, al igual que ocurrió con el monje Bodhidharma que llevó el budismo y las artes marciales de la India a China. Una vez que se asentaron dichas disciplinas en China, tomaron el cariz propio de su cultura, que es muy diferente de la hindú.
Llama poderosamente la atención que, de todas estas grandes civilizaciones, tan sólo la china sea la única que no abrazó la teúrgia. El resto eran todas civilizaciones profundamente religiosas, basadas principalmente en el politeísmo, con la excepción de la judía ‒que aún no había tomado mucha relevancia histórica‒ y de la babilónica, que abrazaron el monoteísmo. En China se habla de creadores míticos y de seres inmortales, pero no existe el concepto de dios o dioses como en el resto de civilizaciones. El Dios creador de Cielo y Tierra que protege a los humanos y los premia o castiga según sus actos no es de la creencia ancestral del pueblo chino. Por aquel entonces, sí temían a los espíritus, como los demás, y los chamanes utilizaban la magia de que disponían contra ellos. El pueblo chino sólo rezaba a sus ancestros y a los «inmortales», que no eran exactamente dioses, sino personas que se consideraba que, por méritos propios, habían alcanzado un estado superior (suprahumano) tras haber vencido a la muerte. Los «inmortales» chinos (真人, Zhēnrén, ‘personas reales’) o (神仙, Shénxiān), propios del taoísmo, tienen una importante similitud conceptual con los arhats o arahants del budismo, sin olvidar sus diferencias en el terreno estrictamente religioso y filosófico. Probablemente, esta originalidad propia de China fuera la responsable de que la Medicina China no adoptara la teoría de los humores de los hindúes ni de los egipcios, y que se fuera apartando de las creencias en los espíritus malignos como causa de la enfermedad, porque la no creencia en ningún tipo de dios (en el sentido moderno del término) les dotó de un pragmatismo que les hizo buscar la causa y curación de las enfermedades en otros territorios médicos muy alejados de las creencias teúrgicas; es decir, en lo racional, en lo empírico, en lo repetible, en lo enseñable: en la Ciencia Médica. FUENTE PRIMARIA: de Mora Sánchez, Rafael (2017). «Historia de la Medicina China en su contexto y en relación con Europa». Ediciones i, Madrid. ISBN: 978-84-946516-8-7. (1) Huang Di. Versión Preciado Idoeta, I. (2013). «La Historia como herramienta en la Medicina China Tradicional». Editorial Mandala. Madrid. ISBN: 978-84-8352-920-1. Pág. 15 y 16. (2) Huang Di. Versión Preciado Idoeta, I. (2010). «Los cuatro libros del Emperador Amarillo». Editorial Trotta. Madrid. ISBN: 978-84-9879-140-2. Pág. 17. (3) Diaz Mastellari, Marcos. (2010). «Los cuatro libros del Emperador Amarillo». Editorial Trotta. Madrid. ISBN: 978-84-9879-140-2. Pág. 6. (4) Marié, Eric. (2012). «Compendio de Medicina China». Editorial EDAF. Madrid. ISBN: 978-84-414-0303-1. Pág. 32. (5) Fundación europea de MTC (1996). «Fundamentos de Tuina». Pág. 17. (6) Xingshan Zeng y Migde Yang (1995). «Tratado de moxibustión». Miraguano Ediciones. Madrid. ISBN: 84-7813-138-8. Págs. 13-18. (7) En el siglo II d. C., se publicó el Huangdi neijing (Canon Interno del Emperador Amarillo), en dos volúmenes. El volumen llamado Suwen en su capítulo 66, define los Seis factores climáticos algo diferentes: Viento, Frío, Calor estival, Humedad, Sequedad y Fuego. |