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La nueva Ruta Sanitaria de la Seda y la Diplomacia de las mascarillas
Axel Martínez Betanzos
Tecnología y Economía // Nº5, Septiembre, 2020
La gran infraestructura tecnológica tanto comercial como del propio Estado, permitía observar y analizar grandes conglomerados de datos (BIG DATA) de manera veloz y en tiempo real, y con ello se lograba rastrear a los posibles portadores del virus, las rutas de contagio así como los nodos de las redes de contagios que se iban generando, también se contaba ya con cámaras de reconocimiento facial y térmicas, estas últimas a raíz del virus HN1, lo que fue muy práctico para poder dominar la curva de contagios, herramientas que han sido criticadas por Occidente por violentar la privacidad y algunas garantías individuales.
China pasó de ser uno de los países que se encontraba dentro de los primeros 5 países con un amplio número de contagios, a posicionarse en el lugar 33 de la lista de países que tienen registros de personas contagiadas confirmadas. Al parecer el gran aparato Estatal, calificado por Occidente como de régimen autoritario, tuvo grandes aciertos en la segunda etapa de la crisis a diferencia de las democracias, las cuales se encuentran actualmente en los primeros lugares de contagios. La cultura de orden y disciplina que tiene China desde hace muchos años, ha permitido hacer frente al COVID-19, la gran mayoría siguió la cuarentena, la cual era obligatoria, así como el uso de mascarillas, un factor sumamente clave para contener la propagación del virus. Poco a poco se reactivó la economía de China, se abrieron fronteras, aeropuertos y viajes internos, se controló la visita y llegada de extranjeros y el gobierno de China comenzó a generar estrategias de apoyo a los países del Sur Global para combatir la pandemia, y ahora en la segunda ola del virus, ha podido minimizar el impacto. Nuestra mayor gloria no está en caer nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos
-Confucio- El que hace el bien de los demás hace el suyo -Proverbio Chino- Somos tan fuertes como el eslabón más débil -Thomas Reid- Introducción La actual crisis sanitaria mundial ocasionada por el COVID-19 ha sido una de las más peligrosas en los últimos años, debido a la rapidez de su propagación y la facilidad de contagio, lo que ha ocasionado que millones estén infectados y una gran cantidad de decesos a nivel mundial, a lo que hay que sumar las políticas de cuarentena que han puesto en shock a la economía mundial y a los principales polos de poder del sistema internacional. China, uno de los países que más sufrió en la primera etapa de la pandemia, logró dominar la curva de contagios mediante diversas estrategias internas para contenerlos. Esto le ha permitido el poder actuar ya no solamente dentro de sus fronteras, sino también apoyando a las regiones del Sur Global en las que el virus ha azotado con mayor fuerza por las condiciones económicas y sanitarias, mediante la puesta en marcha de su Ruta de la Sanitaria de la Seda. Ésta estrategia que viene a la par del megaproyecto de integración denominado La Nueva Ruta de la Seda busca apoyar a los países miembros y aliados de China en la contención del virus, a lo que se suma su Diplomacia de las mascarillas, estrategia con la que China intenta llenar los vacíos en materia de cooperación sanitaria que Occidente ha dejado. Todo esto, se une a las nuevas dinámicas del poder, donde la búsqueda de una vacuna que haga frente al COVID-19 delineará a los actores que se harán con el poder dentro del Sistema Internacional. China y su estrategia global contra el COVID-19 La República Popular China fue uno de los países donde la pandemia mundial generó grandes estragos, al ser uno de los principales focos de infección en la primera etapa de contagios, teniendo diversas dificultades, desde su gran cantidad de población que posee en sus megaciudades, hasta la rápida evolución y propagación del virus, en donde hasta después de casi ocho meses se puede hablar de prototipos de vacunas para contrarrestar el virus. Desde finales de diciembre del año 2019 en la ciudad de Wuhan, en China, se comenzó a dar la propagación de una extraña neumonía, la cual había tenido sus primeros estragos con el personal del mercado de alimentos de la ciudad, pero que en pocos días tendría una gran propagación, lo que encendió las alarmas del gobierno municipal. A pesar de ello uno de los grandes errores que se dio en esta etapa tan crucial para lograr contener los contagios, fue la falta de comunicación e información que dio la Municipalidad de Wuhan a su Gobierno Central, el cual también cometería ese error con la Organización Mundial de Comercio, teniendo graves efectos ya que el virus ya se había propagado por varias regiones de Asia y Europa. Ante ello se generó una política de contención, mediante cuarentenas forzosas, la implementación de retenes sanitarios, carnets por colores, para la entrada, salida y movilidad de las personas, a lo que se sumaría el cierre de fronteras; se detuvieron los viajes y las salidas de aeropuertos y trenes, tanto al interior como hacía el exterior, con el fin de que otros Municipios y provincias no tuvieran brotes. La economía interna y todo el sector de exportaciones tuvieron que parar de un día para otro. Las fábricas, oficinas y centros de trabajo estuvieron prácticamente vacíos por algunos días, las exportaciones tuvieron números negativos, pero todo esto tenía que hacerse sino querían que la crisis se agravara aún más. Las escuelas y muchas oficinas cerraron, y el home office se consolidó como una práctica para aquellos sectores de servicios y en algunos casos para actividades administrativas que podían hacerse fuera del lugar de trabajo. La educación virtual y a distancia, a través de internet y la televisión permitieron que los estudiantes de los diversos niveles académicos pudieran continuar con sus estudios. También se implementaron rutinas deportivas por las vías de comunicación como televisión y portales digitales, para que las personas siguieran manteniendo su bienestar físico. Muchos países de la comunidad internacional se solidarizaron con China durante esta cruenta etapa, enviando apoyo y creando puentes aéreos para mandar insumos médicos hasta la nación asiática la cual, al detener su producción, podía entrar en una situación de emergencia al carecer de ellos. Mientras que otras naciones, como Estados Unidos generaron una campaña mediática con tintes racistas y sinófobos, incluso denominando al COVID-19 como el -Virus Chino-, a pesar de que hasta el día de hoy no se sabe dónde surgió el virus. Todo esto como parte de su estrategia de ataques contra la nación asiática y para desviar la atención de los sucesos internos en la sociedad estadounidense, como el movimiento Blak Lives Matter. Este grave error, de falta de traspaso de información, hizo que el Gobierno Central de China tuviera que generar justo a tiempo una serie de medidas que complementarían la contención y vigilancia del virus, debido a las estructuras de gobierno, como fueron las asambleas locales en cada comunidad quienes serían, junto con las fuerzas de seguridad, los primeros filtros de vigilancia. Occidente ha buscado fincar responsabilidades a China ante esta falta de información, la cual según ellos, pudo haber sido crucial para contener la pandemia, sin embargo hasta ahora todavía no se sabe dónde se originó el virus. La gran infraestructura tecnológica tanto comercial como del propio Estado, permitía observar y analizar grandes conglomerados de datos (BIG DATA) de manera veloz y en tiempo real, y con ello se lograba rastrear a los posibles portadores del virus, las rutas de contagios que se iban generando, también se contaba ya con cámaras de reconocimiento facial y térmicas, estas últimas a raíz del virus HN1, lo que fue muy práctico para poder dominar la curva de contagios, herramientas que han sido criticadas por Occidente por violentar la privacidad y algunas garantías individuales.
China pasó de ser uno de los países que se encontraba dentro de los primeros 5 países con un amplio número de contagios, a posicionarse en el lugar 33 de la lista de países que tienen registros de personas contagiados confirmados. Al parecer el gran aparato Estatal, calificado por Occidente como de régimen autoritario, tuvo grandes aciertos en la segunda etapa de la crisis a diferencia de las democracias, las cuales se encuentran actualmente en los primeros lugares de contagios. La cultura de orden y disciplina que tiene China desde hace muchos años, ha permitido hacer frente el COVID-19, la gran mayoría siguió la cuarentena, la cual era obligatoria, así como el uso de mascarillas, un factor sumamente clave para contener la propagación del virus. Poco a poco se reactivó la economía de China, se abrieron fronteras, aeropuertos y viajes internos, se controló la visita y llegad de extranjeros y el gobierno de China comenzó a generar estrategias de apoyo a los países del SUr Global para combatir la pandemia, y ahora en la segunda ola del virus, ha podido minimizar el impacto. Geopolítica en tiempos del coronavirus: Guerras por la vacuna En pleno siglo XXI la Geopolítica sigue siendo un factor vital en el auge y caída de las potencias por la lucha de la hegemonía. La posición que tiene una nación es estratégica tanto para su defensa como para su expansión, y ésta se encuentra ligada a las características de su geografía, al entorno y al terreno que le rodea, como ríos, lagos y mares, y al clima y recursos naturales. Esto es clave para generar estrategias ya sea de dominación o de contención, ya que como bien apunta la lógica Foucoltiana, ahí donde se ejerce poder también se ejerce resistencia a éste. Desde tiempos antiguos se generaron estrategias para hacer frente al “otro”, al invasor, al bárbaro, al enemigo. Se buscaba conocerlo, entender sus tácticas, dominar su conocimiento, cultura, religión, lengua y territorio, con el objetivo de poder derrotarlo, pensamiento que hoy en día aún impera en la formación de los centros de seguridad nacional y estratégica. A esto se suman nuevos elementos de análisis, como son los tipos de armamento no convencional, que van desde las armas químicas, pasando por las nucleares hasta las cibernéticas. Entender a la Geopolítica desde esa mirada clásica, en donde “los acontecimientos políticos se podían comprender, interpretar y hasta justificar por su vinculación a posiciones geográficas y antecedentes históricos” ha quedado rebasada. Actualmente la perspectiva geopolítica necesita una visión más amplia en donde se incorporan nuevos factores de análisis. A estos factores se suma el potencial militar, la capacidad económica y comercial, las estrategias diplomáticas y de política exterior, los servicios de inteligencia, las redes de transporte y de comunicación, así como el conocimiento e innovación, por supuesto no podemos dejar fuera a la demografía y la capacidad tecnológica que una nación posea, elementos que en últimos años han modificado la misma geopolítica. En esta lucha de poder entre los Estados, un factor que ha sido relevante es el de la tecnología e innovación, ya que este puede acelerar el posicionamiento de un actor en el sistema internacional, por lo que la Innovación y Desarrollo (I&D) es crucial en la competencia, ya que los países buscan mantener hoy en día no solamente su soberanía territorial y política, sino también alimentaria, energética, tecnológica y sanitaria. La actual pandemia de COVID-19 ha generado una aceleración sin precedentes en términos tecnológicos y digitales. El mundo globalizado, para sobrevivir a un freno y distanciamiento físico, ha logrado mantener sus principales dinámicas: la compra-venta a través del e-commerce, la comunicación mediante las redes sociales, el entretenimiento, mediante las plataformas de música y películas y la educación, la cual se ha dado en línea y a través de videoconferencias, entre otros elementos más que la globalización ha generado en estos últimos 30 años. En la competencia por la hegemonía, y sobre todo por la supervivencia, el encontrar una cura, un tratamiento y una vacuna para hacer frente al COVID-19 ha sido uno de los principales objetivos de las naciones. China, Rusia y Estados Unidos han invertido y evocado sus esfuerzos en generar avances y concretar el objetivo de hacerse con la vacuna. Rusia es quien actualmente se ha aventajado con su vacuna llamada “Sputnik IV”, la cual ya está en fase de producción, China viene en segunda instancia con varios prototipos, mientras que Estados Unidos se ha rezagado en la competencia sanitaria, incluso sus aliados Occidentales de la Unión Europea han declarado que Rusia ha generado espionaje farmacéutico y han defenestrado la vacuna rusa. China también se encuentra dentro de la carrera por la vacuna, de acuerdo con el mecanismo conjunto Consejo de Estado para la prevención y el control de la COVID-19. Cuatro vacunas chinas contra la COVID-19 comenzaron la fase 3 de los ensayos clínicos, y se espera que la primera ronda de vacunación comience a principios de septiembre y que los datos preliminares estén listos para noviembre del 2020. Yang Xiaoming, presidente de CNBG comenta que, dos vacunas inactivadas contra la COVID-19 son desarrolladas por -China National Biotec Group (CNBG)- han sido aprobadas para la fase 3 de los ensayos clínicos en varios países de Medio Oriente y Sudamérica. Otra más es desarrollada por Sinovac Biotech Co. Ltd., la cual está en la fase 3 de los ensayos clínicos en algunos países de Sudamérica y del Sudeste Asiático, de acuerdo con Yin Weidong, presidente de Sinovac. Por último también existe una vacuna recombinante contra la COVID-19 con adenovirus defectuoso modificado como vector, que también está en fase 3 de ensayos. Hasta ahora hay un total de diez vacunas contra la COVID-19 que han sido aprobadas para iniciar pruebas clínicas en China. A lo que se suman las cuatro vacunas antes mencionadas que han entrado a las pruebas clínicas de fase 3, el resto incluye vacunas de proteínas recombinantes, vacunas de ácido nucleico y vacunas que utilizan virus de la influenza atenuados como vectores. |
Antes se competía por el control del territorio, de las salidas al mar, de los recursos naturales, hoy en día se compite por conseguir una vacuna que permita ya no solamente ganar la carrera por el poder, que el comercio y la producción vuelvan a su normalidad, que la movilidad de turistas en aeropuertos y puertos regrese, que las exportaciones y tráfico internacional vuelvan a sus cifras antes de la pandemia, por lo que se compite es por sobrevivir, como siempre ha sido.
En el futuro no se detendrán las guerras convencionales y recientemente ya cibernéticas, ni tampoco las guerras bacteriológicas, ni tecnológicas, las cuales desde el descubrimiento del fuego, han sido parte de la humanidad, lo que cambiará serán los enemigos. Ya no son solo las ideologías o los modelos económicos ideales. Ahora es muy visible que existen enemigos tan pequeños pero tan mortales como los virus, que generan grandes crisis en el sistema internacional y pueden traer consigo la debacle de las potencias y no solo eso, ponerle fin a la humanidad. La Nueva Ruta Sanitaria de la Seda China desde 2013, con el lanzamiento de su megaproyecto de integración regional denominado la Nueva Ruta de la Seda, busca insertar a países tan desiguales de diversas regiones con los polos económicos y comerciales de los diversos continentes que son parte del proyecto, mediante una serie de rutas e infraestructura tanto ferroviaria como portuaria, con el fin de que el comercio internacional genere una serie de bonanzas económicas al insertar a las diversas regiones que la integran, apoyado del financiamiento a través del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII), cooperación tecnológica y académica así como en materia sanitaria. China ha destinado cientos de millones de dólares en inversión, préstamos y subvenciones para generar infraestructura de comunicaciones, telecomunicaciones, energética, mediante plantas eléctricas, gasoductos, la creación y modernización de aeropuertos, puertos y de inmensas vías ferroviarias que atravesaran Eurasia y que conectarán a China con las demás regiones del mundo y de los 138 países miembros del proyecto. Esta última área que se divisaba como una prioridad para el desarrollo del mega proyecto, propuesta visionaria hecha por el Presidente Xi en donde la creación de una Ruta de la Seda sanitaria busca que se refuercen y renueven antiguos vínculos entre culturas y pueblos, posiciona la salud en un puesto central, ya que la salud de los miles de millones de personas que son parte de la propuesta de integración es vital. Pero ¿cómo poder lograr esto?, el 18 de agosto del 2017 durante el Foro de la Franja y la Ruta para la Cooperación Sanitaria: Hacia una Ruta de la Seda Sanitaria, la Excelentísima Viceprimera Ministra, Sra. Liu Yandong, enunció las vías para realizarlo mediante los siguientes puntos:
Primero, debemos establecer sistemas para contener los brotes epidémicos o crisis en su origen e impedir que evolucionen hacia epidemias. La OMS ha propuesto una alianza estratégica con China para asistir a países vulnerables situados a lo largo de la Franja y la Ruta, así como en África. Entre ellos hay países en conflicto o que están saliendo de conflictos. Nos comprometemos a fortalecer la capacidad de respuesta para las emergencias, y a ofrecer servicios de salud esenciales a los países en crisis. Segundo, la salud es un derecho humano. Nadie debería jamás tener que elegir entre lograr la atención necesaria y tener dificultades financieras o empobrecerse. La iniciativa de la Franja y la Ruta contiene lo fundamental para lograr la cobertura sanitaria universal: infraestructuras, acceso a medicamentos, recursos humanos y una plataforma para compartir experiencias y promover prácticas óptimas. Por último, las mujeres, los niños y los adolescentes deben ocupar un lugar central en la acción para la salud y el desarrollo mundiales. En las emergencias las mujeres y los niños se ven especialmente afectados. Debemos adoptar medidas concretas para protegerles, y nada ayudará más a este grupo a menudo vulnerable que la cobertura sanitaria universal Será durante las reuniones que se debatirán temas como el aprovechamiento óptimo del proyecto de la iniciativa de la Franja y la Ruta para promover la salud y avanzar hacia una cobertura sanitaria universal en los países miembros, y se analizará de manera amplia el papel de China en materia de salud a escala mundial. China en los últimos años ha tenido un gran avance en materia de salud, especialmente en el tema del control de brote de las pandemias, la vigilancia y seguimiento de las enfermedades y en la implementación de un seguro nacional, que abarca alrededor del 95% de su población, a esto se suma sus centros de investigación y desarrollo y sobre todo su plena disposición de cooperación en materia sanitaria tanto con la Organización Mundial de Comercio, como con los países miembros de la Ruta de la Seda para la Salud. Justo ahora el megaproyecto puede incluso estar en riesgo debido a la pandemia mundial que ha traído consigo una crisis económica sin precedentes, que en el corto plazo se ve difícil superar y que ha generado aún mayor desigualdad en el mundo. Los empréstitos que otorgó China a los países del Sur Global pueden convertirse en impagables, debido a que la pandemia frenó las economías de dichos países y uno tras otro le han ido informando a Pekín que “no pueden pagar sus deudas”, lo que sería un duro golpe para China. Ante este panorama el Gobierno de China debe de buscar mecanismos para poder salir avante de la crisis que podría acaecer por los impagos de los países a los que ha financiado, a esto se suma que debe generar estrategias para poder reactivar esas economías, por lo que el encontrar la cura del COVID-19 se hace una prioridad. Por este motivo se ha comprometido a producir y distribuir la vacuna, teniendo como preferencia los países en vías de desarrollo, muchos de los cuales son a los que les apoyó con financiamiento. China ha buscado llenar el espacio dejado por Estados Unidos en el proceso de Globalización, que actualmente pasa por su etapa de decremento (desglobalización), siendo que ha adoptado la bandera del fomento al libre mercado, la integración y cooperación internacional, con un discurso globalista, contrario al proteccionismo de Occidente, enraizado en ideologías racistas y fascistas, que no solamente se había dado en los últimos años en materia comercial y que hoy bajo el mundo en pandemia son cada vez más visibles, por lo que China busca reactivar el mundo, y para ello debe de hacerse con una vacuna contra el COVID-19. Diplomacia de las Mascarillas
China, desde los años setentas del siglo XX cuando comenzó con su apertura y acercamiento a Occidente, se guió bajo una política exterior en donde su cultura fuera una pieza fundamental para entablar relaciones con otras naciones y pueblos. Conforme fue evolucionando y posicionándose poco a poco en el escenario internacional, comenzó a delinear sus aspectos diplomáticos bajo lo que Joseph Nye ha denominado Soft Power (poder blando), que consiste en la capacidad de influenciar sin coerción las acciones de otros mediante “factores como instituciones, ideas, valores, cultura y legitimidad de las acciones”, contrario a las políticas del Hard Power (política dura) que implican la amenaza del uso de la fuerza y la coerción a través de los recursos militares y económicos. Desde la emergencia de China como potencia en ascenso a principios del siglo XXI, ésta se enfrascó en renovar la amistad con otras naciones, así como abrir nuevos lazos con regiones tan distantes o países, a través de su cultura, la cooperación internacional, el comercio y en últimas fechas mediante el apoyo a los países menos industrializados, mediante financiamiento aplicado a infraestructuras o proyectos locales que permitan el desarrollo de los países, así como insertarlos en los megaproyectos e integración regional e internacional que tienen China. Ante un mundo en crisis por una pandemia, la nación asiática busca redirigir sus esfuerzos. Ya, desde 2015, con su proyecto de la Ruta Sanitaria había mostrado interés en la construcción de hospitales e instalaciones sanitarias y proveyendo equipo y formación médica a los países que participan en la Iniciativa de la Franja y la Ruta, pero ante la crisis mundial China se ha mostrado abierta a apoyar a naciones fuera de dicho proyecto. La creación de puentes aéreos que envían ventiladores, material sanitario y cubre bocas, han sido parte de la nueva imagen que China busca explotar, mediante la diplomacia de las mascarillas, la cual consiste en una política de cooperación y ayuda por parte de China hacia algunos de los países más afectados por la pandemia, “se distinguen dos grandes dimensiones. La más blanda (en términos de J. Nye) incorpora lo discursivo, simbólico y cultural de la política de cooperación de Beijing. La segunda dimensión, la material, se refiere a las donaciones de equipamientos y elementos médicos, envío de especialistas, etcétera”. Todo esto se da en un contexto de proteccionismo y bloqueos comerciales, en donde los materiales sanitarios se han vuelto materia de seguridad nacional, siendo China uno de los principales países en mandar apoyo, asesoría técnica, donaciones, y todo ello acompañado de mensajes de apoyo a los pueblos más afectados por el COVID-19. La diplomacia de las mascarillas es vista desde diferentes ángulos. Por un lado, Occidente la ha calificado como una forma de “limpiarse las manos” y mejorar su imagen de China a raíz de los errores en contener la pandemia en las primeras etapas. Algunos otros la ven como una forma de llenar el vacío dejado por Estados Unidos y Europa, quienes sufrieron varios decesos así como altas pérdidas económicas, impidiéndoles implementar apoyo humanitario, más ahora que sus gobiernos se han hecho de corte nacionalista. Pero si bien “cualquier país que aspire a un lugar de poder en el ámbito internacional, no solo debe ser fuerte económica y militarmente, sino que también debe asumir una posición de generosidad”, ya que quien quiera detentar el poder internacional también debe poseer la capacidad y la disipación de apoyar a los países en crisis, desde lo económico hasta lo sanitario. Conclusiones China se ha desempeñado como una verdadera potencia internacional ante la crisis mundial. Pudo contener los contagios al interior, y ha comenzado a generar una serie de ayudas a naciones menos favorecidas, todo esto mediante su Ruta de la Seda Sanitaria y su Diplomacia de las Mascarillas, otorgando el apoyo que Occidente, por sus nacionalismos y su actual tendencia proteccionista, ha negado a los países del Sur. La pandemia ha dejado ver el reacomodo de las potencias en un mundo cada vez más fracturado, en donde China busca hacerse con el estandarte de la Globalización y del libre mercado, ya que si ambos llegarán a colapsar su megaproyecto de la Nueva Ruta de la Seda, apuesta de su líder Xi Jinping, que podría entrar en grave crisis y ser el comienzo de la debacle del ascenso de China. Es por esto que la búsqueda de una vacuna es de vital importancia, no solamente para volver a la dinámica económica, sino por la misma supervivencia de la humanidad. Por ello la nación asiática ha logrado responder de manera rápida y estratégica, buscando implementar por todos los medios posibles apoyos a las naciones en desarrollo, ya que son pieza vital en su proyecto de integración. Así mismo la pandemia permite mostrar al mundo que China es una potencia consolidada, ya que no solamente cuenta con el poder económico, sino con la capacidad altruista y de apoyo que no es nueva pero que ahora, con la capacidad que tiene, logra alcances mayores en un momento en que los viejos poderes tambalean y solo siguen viendo por su propia supervivencia. |