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¿Por qué la Unión Europea debería retomar el Acuerdo de Inversiones (CAI) con China?
Sandra Ramos Martínez
Tecnología y Economía // Nº 12, Junio, 2022
Introducción
La Unión Europea lleva décadas intentando colaborar con China de tal forma que puedan llevar a cabo acciones comerciales y empresariales que favorezcan un entorno más seguro y amigable, especialmente por parte de los países y empresas europeas hacia el gigante chino. Por lo tanto, para establecer mejores condiciones y marcar el inicio de una nueva etapa de cooperación entre ambas potencias, el denominado ‘’Comprehensive Agreement on Investment’’, impulsado por el gobierno alemán de la excanciller Angela Merkel se aprobó el 30 de diciembre de 2020 por parte de la Comisión Europea. Se trata de un acuerdo que, aunque fue bastante controvertido debido a la clara diferencia de las políticas y gobernanza entre Europa y China, podría haber reportado grandes beneficios para los países miembro de la Unión Europea, especialmente los auspiciadores como Alemania (cuyas inversiones con China son bastante considerables). De hecho, según menciona la página web de la Comisión Europea, con este acuerdo, China se ha comprometido a garantizar un trato más justo para las empresas de la UE, permitiéndoles competir en igualdad de condiciones en China. Estos compromisos cubren las empresas estatales, la transparencia de los subsidios y las reglas contra la transferencia forzada de tecnología (1). El acuerdo no solo contribuiría a un trato más justo entre empresas europeas y chinas, si no que favorecería el entendimiento de dos culturas que, por supuesto, son totalmente diferentes y esta comprensión beneficiaría enormemente a los países europeos, convirtiéndose en socios comerciales del país que va en claro camino de convertirse en primera potencia mundial. Sin embargo, dicho acuerdo afectó enormemente los intereses de Estados Unidos con respecto a su viejo aliado, especialmente con la llegada del nuevo presidente Joe Biden y sus políticas más aperturistas, quien quería impedir dicha cooperación porque significaría la pérdida de soberanía e influencia en territorio europeo (2).
Desafortunadamente, dicho acuerdo de inversiones, que tardó meses en negociarse y que resultó uno de los más controvertidos en la esfera política europea, finalmente fue congelado por el Parlamento Europeo debido a los desacuerdos que la Unión Europea mantiene con las políticas chinas establecidas en Xinjiang, donde se encuentran la minoría musulmana uigur y campos de concentración a los que Pekín denomina ‘’Campos de reeducación’’(3). La Unión Europea decidió imponer por primera vez sanciones a China al conocer lo que estaba sucediendo con la minoría Uigur en Xinjiang y su manera de gestionar dichos conflictos, considerando que se han producido violaciones a los derechos humanos. China, por su parte, denegó dichas acusaciones y, en concreto, el ministro de Asuntos Exteriores expresó que "Esta medida, basada únicamente en mentiras y desinformación, ignora y distorsiona los hechos, interfiere gravemente en los asuntos internos de China, viola flagrantemente el derecho internacional y las normas básicas que rigen las relaciones internacionales y socava gravemente las relaciones entre China y la UE."
Por supuesto, las sanciones chinas en contra de objetivos europeos no se hicieron esperar, y llegaron el 22 de marzo de 2021 en contra de aquellos que criticaron las políticas internas chinas alegando que ellos son los únicos responsables de gestionar sus asuntos internos. Cabe destacar la postura de Reinhard Bütikofer, miembro de la Alianza Libre Europea y Presidente de la Delegación para las Relaciones con la República Popular China, que fue uno de los objetivos sancionados por Pekín y que manifiesta, teniendo en cuenta la tacita postura de la Unión Europea, que, para que pueda volverse a dar luz verde al acuerdo de inversiones, se necesita una revisión y una remodelación a fondo, pues las políticas entre ambas potencias no se asemejan y eso es una clara causa de conflicto. ¿Por qué el acuerdo de inversiones CAI debería regresar al plano político internacional? Sin embargo, a pesar de que queda claro que el acuerdo de inversiones, en el estado en el que se encuentra, tiene pocas posibilidades de volver a retomarse,
¿Por qué la Unión Europea debería tener en cuenta la importancia del acuerdo (CAI) y pensar en retomarlo, a pesar de las sanciones y de la controversial y desconocida política interna china?.
Sin embargo, a pesar de que queda claro que el acuerdo de inversiones, en el estado en el que se encuentra, tiene pocas posibilidades de volver a retomarse, ¿Por qué la Unión Europea debería tener en cuenta la importancia del acuerdo (CAI) y pensar en retomarlo, a pesar de las sanciones y de la controversial y desconocida política interna china?. Razón 1. La Unión Europea debe mirar hacia China: en busca de condiciones favorables comerciales y de inversión El gigante chino cada vez tiene mayor potencial económico que explotar y esto le llega a posicionar en primer lugar por delante de Estados Unidos. Según un informe de EUROSTAT publicado por ICEX en 2020, China es el principal socio comercial de la Unión Europea, por lo tanto, los intereses comerciales de la UE deben adaptarse a una nueva realidad en la que China ya tiene un poder geoeconómico importante. Como resultado de un proceso histórico, generalmente, la Unión Europea siempre ha caminado y camina de la mano de las políticas económicas estadounidenses en favor del occidentalismo, pero con el proteccionismo del expresidente estadounidense Donald Trump, Bruselas tuvo que redefinir una nueva estrategia comercial en una realidad geopolítica extremadamente acelerada y cambiante, y para ello ha prestó atención a China. Sin embargo, las políticas han desviado la atención del plano económico al interno y social, lo que puede suponer un grave error a la hora de tratar de mejorar las condiciones comerciales y de inversión, que es lo que se pretendía en primera instancia. De seguir bloqueado el acuerdo de inversiones, se podría seguir perjudicando los intereses comerciales de las empresas y países que invierten en china. De hecho, varios empresarios europeos vienen acusando las difíciles condiciones a las que se enfrentan a la hora de mantener relaciones comerciales con China puesto que tienden a discriminar a extranjeros en favor de los nacionales. Ya son muchas empresas europeas y países que han invertido y que tienen negocios en China, pero uno de los cambios que más se exige es la de una mejora de las relaciones de inversión y comerciales entre ambas potencias, teniendo en cuenta que Pekín tiende a ser ciertamente proteccionista en cuanto a las condiciones de inversión extranjera, pero demasiado abierta a la hora de exportar su capital al extranjero y, concretamente, a sectores críticos europeos como el de infraestructuras o el sector tecnológico. Si se retomase el acuerdo de inversiones, dejando a un lado y por el bien común, las políticas internas, los reclamos estadounidenses y las sanciones, se podría avanzar hacia un gran entendimiento económico de ambas potencias y a conseguir un socio estratégico en pleno siglo XXI. |
Razón 2. Siglo XXI: El siglo asiático
Por muy difícil de asimilar que sea para Occidente, es cierto que el siglo en el que nos encontramos es el siglo asiático, pues el epicentro económico mundial, actualmente, se encuentra en esta región del mundo, al igual que los centros de poder y de soberanía. Así lo demuestra China, con su gran ascenso, sobre todo económico y cuya Nueva Ruta de la Seda, impulsada por vía terrestre y marítima desde 2013 ha sido una de las principales consecuencias de dicho crecimiento. Históricamente, la relación entre los países occidentales había sido bastante predominante desde hace siglos, pero la realidad es mucho más compleja, y es que, si bien Estados Unidos todavía es una potencia mundial relevante con gran peso en instituciones como la OTAN, su homónimo chino ha tomado un papel ventajoso a nivel económico y ya va de camino en superar en términos geoeconómicos a su rival, pero para ello necesita socios estratégicos como la Unión Europea y también Rusia. Por lo tanto, si se tiene en cuenta de que, China, para crecer económicamente, necesita socios comerciales, la Unión Europea no debería dejar pasar la oportunidad de aprovechar el acuerdo CAI como forma de fijar un punto de partida que relance las inversiones y el comercio entre ambas partes. Pekín, por su parte, obtendría un gran aliado comercial y de inversión para crecer exponencialmente y la Unión Europea se beneficiaría de mayores beneficios y ventajas comerciales y de inversión en un país que, a ojos de Occidente, todavía sigue siendo un gran desconocido y cuyas políticas colectivistas y opacas suelen asombrar a los políticos y parlamentarios europeos. Por lo tanto, es necesario comenzar un ligero acercamiento hacia el gigante chino ya que muchos de los aspectos de su sociedad, política y economía todavía siguen pasando desapercibidos para nosotros. Si bien a los principales aliados europeos como Estados Unidos les interesa que ese acercamiento previsto nunca se produzca debido al simple hecho de que la Unión Europea forma parte de su esfera de influencia, la realidad es que la Unión Europea necesita adquirir una mayor independencia de sus aliados históricos para así poder adquirir un rol más activo en la geopolítica y geoeconomía mundial, pues el potencial económico de los países- miembro es muy relevante y es uno de los principales soft- power de los que gozan. La Unión Europea debe mostrarse como un socio fuerte, con gran potencial que ofrecer y confiable hacia el resto de las potencias, especialmente hacia China y, por desgracia, con la congelación del Acuerdo de Inversiones, se ha perdido esta confianza. China considera, desde entonces, un grave error que se haya tenido que paralizar este acuerdo y, por consiguiente, a pesar de las diferencias que todavía existen entre ambas partes, lo más conveniente es volver a retomar el acuerdo, teniendo en cuenta también la controversia y la negativa reacción de los socios comerciales históricos como Estados Unidos. Conclusiones y recomendaciones
El Acuerdo de Inversiones entre China y la Unión Europea fue un primer paso en el camino correcto, un camino a favor de una mejora de condiciones, de la no discriminación empresarial y de un primer entendimiento entre dos realidades opuestas entre sí. Por otra parte, si bien la Unión Europea no tuvo otra opción que reaccionar ante la problemática de Xinjiang para no pasar desapercibida en la esfera política europea y, sobre todo, ante su todavía socio estadounidense, queda claro que, congelando el acuerdo y sancionando al que iba a ser su gran socio comercial no ha sido la mejor estrategia, pues quien más va a perder va a ser la propia Unión Europea, y esto puede deberse al profundo desconocimiento que todavía sigue presente con respecto a China. Mientras que, para los europeos, los principios rectores de la democracia, libertad, igualdad y justicia en todos los ámbitos son defendidos a capa y espada y promulgados alrededor del resto de gobiernos mundiales a modo del ‘’modelo europeo’’, para la República Popular China, la cosmovisión es completamente diferente. Se trata de un país cuya historia ha sido compleja, antigua y claramente colectivista. De hecho, el Gobierno Chino defiende tajantemente que su aperturismo hacia el mundo globalizado pasa por que las potencias externas no interfieran en sus asuntos internos, aspecto que ellos consideran totalmente inviolables, y esto también se aplica a su forma de administrar Hong Kong y Xinjiang. Pero este aspecto es algo que las políticas democráticas y occidentales europeas no acaban de asimilar, que para llevar a cabo cualquier tipo de relación con el gigante chino jamás se debe interferir en sus asuntos internos porque supone motivo de completo rechazo. Así pues, si bien los parlamentarios europeos tienen razón en la necesidad de remodelar el Acuerdo de Inversiones para poder relanzarlo, también es necesario comprender la forma en la que se comporta China y cómo buscan definir su política exterior, claramente orientada hacia la expansión económica y no hacia la conquista del mundo. Es necesario, por lo tanto, reconsiderar las sanciones impuestas, las erráticas medidas proteccionistas y reorganizar una nueva serie de cumbres y reuniones que consigan acercar posturas entre ambas partes (especialmente en la actualidad, encontrándonos en pleno conflicto ruso- ucraniano con Pekín como supuesto mediador) y encontrar puntos en común que sean realistas y de los que se pueda asegurar su cumplimiento, dejando atrás las orientaciones políticas, morales o sociales, pues el objetivo que se persigue es aun mayor, conseguir que las condiciones comerciales y de inversión sean favorables para una Unión Europea que cada vez, y mucho más en el futuro, debe mirar hacia China. Fuentes
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