Xiōngnú (匈奴): nomadismo septentrional en la China de la antigüedad
Julio López Saco
Historia y Sociedad // Nº 16, Junio, 2023
Figura humana en bronce del Ordos, datada entre los siglos III y I a.e.c. Porta una espada con pomo. Hoy en el British Museum.
Las gentes que rodeaban el territorio de la China de la antigüedad pueden dividirse en dos grupos. Al norte y al occidente, se encontraban las sociedades nómadas que vivían en la estepa y formaban estados radicalmente diferentes del modelo chino. Salvo las ciudades-estado o comunidades de los oasis de Asia central (Kucha, Miran, Kashgar o Turfan, por ejemplo), estas regiones solían permanecer fuera de la esfera cultural china. Por el contrario, en las regiones húmedas del sur y sureste, al igual que las mesetas y tierras altas del suroeste, se fueron asentando, progresivamente emigrantes chinos. Tanto aquí como en el noroeste, los estados agrarios sedentarios pudieron llegar a adoptar, de modo gradual, las formas chinas de escritura y organización del estado.
La época imperial Qin (秦朝) y Han (漢朝) estuvo marcada por interrelaciones y oposiciones. Entre vínculos y contrarios se gesta la emergencia de la noción de una permanente zona de frontera que separaba la china agraria y sedentaria de sus vecinos nómadas norteños, así como el ideal de un imperio mundial que todo lo abarcaba, y en el cual las gentes foráneas podrían aproximarse a la corte imperial para ofrecer tributo y sumisión. Los emperadores chinos midieron, en parte, su poder en función de su habilidad para tratar o atraer a las poblaciones extranjeras a China. Estas gentes que rodeaban el territorio imperial ayudaron, de hecho, a configurar las políticas estatales e, incluso, rasgos de la civilización china. Una común cultura china se definía a partir de las oposiciones sistemáticas con los grupos foráneos, en especial con los nómadas del norte.
El nomadismo trashumante de acuerdo al ciclo estacional se desarrolló como la base socioeconómica de las poblaciones septentrionales durante el primer milenio a.e.c. En los milenios anteriores, los centro-asiáticos habían combinado la agricultura con el pastoreo. Quizá debido a la sobrepoblación, o al incremento de la aridez, ciertos grupos renunciaron a la agricultura y se dedicaron al pastoreo nómada, además de a la caza y el comercio. Otros grupos migraron hacia los valles de los ríos y adoptaron la agricultura basada en el arado. Muchos bronces no chinos, especialmente cuchillos y otras armas descubiertas en las tumbas Shang (商朝) sugieren que una extensa área conocida como la zona norte, entre la estepa herbácea y el valle del río Amarillo (Huáng Hé黄河), florecieron intercambios entre los Shang y una cultura del bronce septentrional.
El carro fue introducido en China desde Asia central a través de esta denominada región norte en el periodo Shang final, hacia 1200 a.e.c. La evidencia del surgimiento del nomadismo en el norte, durante las centurias diez y nueve antes de Cristo, incluye un gran número de arneses de caballos y armas entre diversos bienes funerarios. Hacia mediado el siglo V a.e.c. la expansión hacia el septentrión del estado chino conllevó un cada vez mayor contacto con las poblaciones nómadas, a quienes los chinos llamaban Hu. El estado de Zhào (趙) adoptó de ellos las fuerzas de caballería, así como las vestimentas que los nómadas habían adaptado para la monta. Como la caballería llegó a ser un componente principal de los ejércitos chinos, el comercio de caballos dominó la actividad mercantil en los mercados fronterizos. Entre los siglos VI y IV a.e.c. se destaca la más antigua aparición en el norte de tumbas con la denominada tríada escita, un equipo compuesto de engranajes de caballos, armas y objetos decorados con motivos animales. Esta época se caracteriza por el prominente incremento de la metalurgia del hierro.
Las relaciones de China con el mundo exterior en el período de los Reinos Combatientes (Zhànguó Shídài 戰國時代) estuvieron definidas por la construcción de murallas a lo largo de las fronteras. Ansiosos de asegurar pastos para los caballos de sus ejércitos, los estados norteños chinos tomaron territorios previamente usados por los nómadas y las murallas sirvieron para asegurar el territorio. La construcción de murallas era, de hecho, una práctica cultural muy extendida. Los Estados Combatientes erigieron murallas y torres de vigilancia no solamente en el norte, sino también a lo largo de muchos de los límites con otros estados chinos.
Mapa que muestra la expansión pastoril hacia Mongolia en la Edad del Hierro antigua, así como la esqumática formación del imperio xiongnu en el siglo III a.e.c.
Los amurallamientos alcanzaron su etapa cumbre con la construcción en época Qin de un sistema simple de murallas y torretas de vigilancia para marcar su expansión en la estepa. En respuesta a ello, al menos en cierto grado, las poblaciones nómadas se unieron en un simple imperio nomádico, una confederación tribal, bajo el dominio de la tribu de los Xiongnu (1). Tal acontecimiento ha sido explicado y analizado de dos maneras.
Por una parte, se ha dicho que el surgimiento del estado nómada dependió de China. Viviendo únicamente de los productos de sus rebaños y de sus artesanías, las tribus nomádas necesitaban bienes adicionales de las poblaciones sedentarias del sur para sobrevivir. Hábiles en el manejo del arco y en la monta, los nómadas formaron un ejército natural en el que cada hombre adulto podría llevar a cabo los deberes militares. El poder político derivaba primariamente de los éxitos en batalla contra otras tribus y de las incursiones en el territorio de los chinos sedentarios. Los éxitos guerreros del jefe le aseguraban la lealtad de sus seguidores al distribuir el botín conseguido. La prosperidad de una China unificada ofrecía una riqueza que la confederación nómada podría extraer en la forma de pagos de parte del gobernante chino. La redistribución de la riqueza hacia el norte generaba el poder político de los gobernantes nómadas.
Otros estudiosos, por el contrario, argumentan que no existió una clara división entre nómadas y pueblos sedentarios en la frontera, y que las poblaciones nómadas como los Xiongnu contaron con agricultores en su seno. En tal sentido, las ciudades-estado de Asia central proveerían bienes a estas poblaciones itinerantes.
Armadura en bronce de la Mongolia interior, que pudo pertenecer a los Xiongnu.
De tal forma, los estados nómadas no necesitarían de los grandes reinos sedentarios de Persia al occidente y de China al este para su existencia. Con seguridad, algunos bienes eran extraídos de China a través del comercio, las incursiones y el tributo, pero tales productos no fueron esenciales para la sobrevivencia de la gente o para consolidar la posición privilegiada de los mandatarios.
Alfombra bodada del sitio funerario xiongnu Noin-Ula, importada desde Bactria. Parece representar figuras yuezhi. Entre los siglos I a.e.c. y I.
La violencia en las sociedades nómadas no consistía en enfrascarse en grandes guerras, sino en raids o venganzas en pequeña escala con el fin de aumentar los rebaños o robar esposas. Una crisis mayor, producida por el mal tiempo, rebeliones internas contra tribus previamente dominantes, o la expansión de pueblos sedentarios, podría romper el balance, ya marginal, de la sociedad. Forzados a migrar a nuevas áreas o amenazados por atacantes armados, las tribus sobrevivían estableciendo organizaciones militares a gran escala. Estaban formadas por jefes guerreros carismáticos que reunían otros guerreros, como una suerte de guardia personal, y luego reclutaban más soldados gracias al prestigio y el botín ganados por los jefes. Este proceso de militarización gradual culminó en el establecimiento de un estado centralizado bajo el mando de un líder supra tribal que gobernaría como un kan (2) a través de la protección de Cielo, tal y como sus victorias demostraban. El nuevo jefe supremo transformaba las aristocracias tribales en una aristocracia de estado distribuyendo botín para asegurar la lealtad de sus seguidores.
La emergencia del estado Xiongnu siguió este último modelo. Cuando los dinastas Qin ocuparon el territorio al sur del río Amarillo, ahuyentaron a los Xiongnu y a otros habitantes, lo cual provocó una crisis económica. De acuerdo al Shǐjì (史記 o Tàishǐgōng shū 太史公書), Mòdùn (冒頓), el fundador del imperio Xiongnu, reunió y entrenó a una guardia personal que le obedecía hasta la muerte. Alcanzó un poderío que le permitió asesinar a su padre y tomar el título de Chányú (單于), líder supremo. A esto siguieron una serie de victorias desde Manchuria hasta Asia central, produciéndose el sometimiento de una tribu tras otra al poder Xiongnu que surgía (3). Esas campañas culminaron con la emergencia de una estructura piramidal de reyes hereditarios inferiores o de aristócratas bajo el poder del líder supremo.
Los reyes Xiongnu fueron jefes que mantuvieron parte del imperio como una tierra patrimonial del Chányú, sobre la cual ejercían un gobierno semi independiente. Los jefes menores eran miembros de un alto consejo. Los rasgos básicos de este sistema, patrimonio, emparejamiento de altos cargos (derecha e izquierda, o este y oeste), estructura militar decimal y unos pocos hombres del alto rango en el consejo, no dejan de recordar a los estados centro asiáticos.
En cualquier caso, los dos modelos del estado Xiongnu, dependencia económica del imperio chino y respuesta militar al mismo, no son mutuamente excluyentes. El segundo describe cómo un estado centralizado emerge alrededor del Chányú, mientras que el primero enfatiza las bases financieras de su poder.
El nuevo imperio de Mòdùn invirtió el balance de poder entre los chinos y sus vecinos nómadas. En siglos anteriores, los estados chinos se habían expandido hacia el norte a expensas de las poblaciones nómadas, pero hacia 200 a.e.c., el fundador de la dinastía Han sufrió una gran derrota a manos de los Xiongnu. A consecuencia de ello, los Han adoptaron una política de paz y parentesco (Heqin 和親, aianza matrimonial), por la cual seda, oro y granos eran enviados anualmente al Chányú, además de un periódico regalo de una princesa Han para su harén. En correspondencia, los Xiongnu se comprometían a no atacar China. Ahora bien, esta situación podría traer consigo que los hombres tribales pudiesen corromperse por los gustos y lujos chinos y así, por tanto, depender de China. Además, cuando los hijos de las princesas Han llegasen a ser gobernantes en el estado Xiongnu sus jefes podrían llegar a ser parientes menores de la corte Han. Un aspecto clave de este argumento es el hecho de que los Xiongnu diferían de los chinos únicamente en cultura, y la adopción de las tradiciones chinas podría conducir a su asimilación al imperio.
Hebilla con jinete nómada alanceando un jabalí. Sakranokhur, Tajikistán, siglos I-II.
Sumado al pago de tributo y al regalo de mujeres, el sistema Heqin establecía el reconocimiento de la igualdad diplomática entre China y los Xiongnu. El jefe de estos últimos obtenía el derecho de referir su nombre de familia al dirigirse al emperador chino, mientras que los chinos mismos, como esclavos del emperador, solamente podían usar sus nombres personales. En definitiva, el título Chányú era reconocido como igual al Huángdì (皇帝emperador) chino, y los dos gobernantes eran descritos como hermanos.
Un tratado firmado en torno a 162 a.e.c. adoptó un principio particular. El Chányú debía gobernar sobre todos los arqueros que habitaban al norte de la Gran Muralla, mientras que las poblaciones sedentarias del sur, que portan sombreros y fajas, tenían que ser gobernados por el emperador chino. Este principio dividía el mundo en dos grandes zonas culturales, el reino de los nómadas y el de los chinos, cada uno de ellos formando su propio imperio. Con ellos se establecía el reconocimiento mutuo de cada gobernante en relación a sus dominios sobre estados menores dentro de sus respectivas esferas. Esta visión de un mundo bipolar escindido entre dos esferas culturales se manifestaría en el pensamiento chino mismo.
Bajo el reinado del emperador Jǐng (漢景帝), Chao Cuo (晁錯) comparó de modo sistemático a los Xiongnu con los chinos, retratando a los primeros como la inversión o negación de los segundos. Los nómadas comían carne y bebían leche, mientras que los chinos comían grano; los Xiongnu llevaban pieles en tanto que los chinos vestían sedas; los chinos poseían ciudades amuralladas, campos y casas, mientras que los nómadas no tenían (algo que no era estrictamente cierto). Los Xiongnu eran vistos como pájaros voladores o bestias corriendo que se movilizaban continuamente hasta encontrar hierba y agua fresca, en tanto que los chinos estaban enraizados en sus campos y ciudades.
Chao Cuo extendió tales oposiciones culturales para explicar el balance estratégico y táctico de fuerzas entre ambos polos (4). El propio Sima Qian (司馬遷) establece un contraste moral entre los chinos, vinculados entre sí por su sentido del deber, y los nómadas, quienes únicamente reconocían su auto interés.
Los relatos referidos a las costumbres nómadas llegan a ser un método para criticar algunas prácticas chinas. Así, Zhōngháng Yuè (中行說), un eunuco chino de la corte Han rendido a los nómadas, hizo notar la existencia de relaciones relajadas entre el gobernante Xiongnu y sus súbditos, en contraste con la rígida jerarquía de la corte china. Algo similar ocurría al comparar la ley Xiongnu con las brutalidades de la práctica legal Han.
A pesar del incremento en los pagos, las incursiones Xiongnu no cesaron. Cada acuerdo permanecía unos años para ser roto por una nueva invasión, seguido por demandas para reasumir las relaciones pacíficas basadas en un incremento de los pagos. Los chinos atribuían estos vaivenes a la perfidia bárbara, pero en realidad reflejaba la naturaleza del estado Xiongnu. Mientras el emperador chino no podía ser desafiado como legislador principal, juez y administrador, el poder en el seno del estado Xiongnu estaba constreñido, y a la par dividido, por los vínculos de parentesco, la práctica de la costumbre y la segmentación horizontal entre clanes o tribus. El Chányú mantenía el control sobre sus jefes subordinados solamente gracias a las constantes negociaciones en las cuales él era el primero entre iguales más que una autoridad absoluta. El consenso sobre su poder dependía de sus éxitos en batalla y de la distribución del botín. En ocasiones, las invasiones se debían a las tensiones con los oficiales locales chinos, pero algunas veces también por resentimiento del propio Chányú. La política Heqin fracasaba habitualmente porque descansaba sobre una estructura de autoridad inexistente entre los Xiongnu.
Varias décadas de paz habían otorgado a los chinos el tiempo necesario para desarrollar un nuevo estilo de ejército, fundamentado en la caballería y las ballestas que podría, exitosamente, enfrentar a los Xiognnu en el campo de batalla. En 134 a.e.c., el emperador Wu (漢武帝) decidió destruir a los nómadas a través de una acción militar. Si bien el intento de emboscada al Chányú fracasó, en las siguientes décadas los ejércitos chinos lograron empujar a los Xiongnu hacia las profundidades de Asia central, infringiéndoles sustanciales pérdidas en hombres y rebaños. Pero las pérdidas Han también fueron cuantiosas. Además, las repetidas campañas mermaron el tesoro sin que se lograsen resultados decisivos.
Los sucesores del emperador Wu abandonaron la política de las expediciones, retirándose a sus líneas defensivas mientras, a la par, se rehusaban a pagar tributo. Esta actitud fue exitosa, pues privaba al Chányú del tributo Han. La posición del líder supremo nómada se fue deteriorando, y en 120 a.e.c. un rey Xiongnu disidente se rindió a los Han acompañado de cuarenta mil hombres. En los años siguientes otros jefes rehusaron atender la corte del Chányú. Entre 115 y 60 a.e.c., los Han aseguraron el control de la antigua esfera de influencia Xiongnu en el Asia central oriental (hoy Xinjiang) (5).
Hebilla de cinturón con familia nómada de viaje en un carro. Van precedidos, y conducidos, por un hombre con chaqueta y pantalón. Siglos II-I a.e.c..
Hebilla de cinturón con diseño iconográfico zoomórfico manufacturado por los xiongnu. Siglo II a.e.c.
Sello en bronce de un jefe xiongnu conferido por el gobierno Han Oriental. La inscripción dice: “el jefe de los xiongnu Han, quien retornó a la rectitud y abrazó a los Han”.
Hebilla de cinturón con familia nómada de viaje en un carro. Van precedidos, y conducidos, por un hombre con chaqueta y pantalón. Siglos II-I a.e.c..
Sello en bronce de un jefe xiongnu conferido por el gobierno Han Oriental. La inscripción dice: “el jefe de los xiongnu Han, quien retornó a la rectitud y abrazó a los Han”.
Un conflicto por la sucesión cambió el panorama del imperio Xiongnu en 57 a.e.c., con no menos de cinco reyes reivindicando el título de Chányú. Unos años después un rey reconoció la soberanía Han, visitó su corte y se reasentó en el interior de China. Esta acción probó ser muy ventajosa, pues a cambio de obediencia recibiría generosos dones de los Han. Con el tiempo, envió a su hijo como huésped para aprender la cultura Han. Su bienestar dependería de la buena conducta de su padre. En esto había un velado interés. La riqueza que esta jefatura vasalla iba adquiriendo le permitiría recuperar a sus seguidores y derrotar a sus rivales. Eventualmente, su fuerza creció lo suficiente para retornar al norte y reasumir el antiguo modelo de demandar tributo, hasta que una segunda pugna por la sucesión renovó la guerra civil entre los Xiongnu en 48. Esto se traduciría en un permanente cambio entre los Xiongnu del sur, que habitaban en China y se sometían al emperador, y los del norte, quienes moraban más allá de los límites del imperio Han. Los del sur llegaron a ser dependientes de la asistencia Han.
Aunque los Xiongnu Septentrionales continuaron desafiando a los Han, fueron varias veces derrotados en determinadas ocasiones por ejércitos aliados de los Han y de los Xiongnu Meridionales. Grupos tribales como los Xiānbēi (鮮卑) y los Wuhuan (烏桓) se escindieron de los Xiongnu y recibieron grandes botines de la corte Han a cambio de asesinar a los Xiongnu. En el año 87 un ejército Xianbei derrotó a los Xiongnu y asesinó al Chányú del norte. Apenas dos años después, una gran victoria Han completaría la total destrucción del estado Xiongnu y la ruptura de la estructura confederada.
(1) 匈奴. Se trata de los conocidos como hunos asiáticos, una rama siberiana desgajada de la etnia de los mongoles. Se piensa que pueden haber sido los descendientes de varios pueblos turcos denominados Xunyu, Xianyun y Hongyu. (2) Conocido título de origen turco-mongol para referirse al gobernante principal. (3) Los Xiongnu desplazan a los Yuèzhī (月氏), los nómadas que habían dominado previamente el norte. Hasta veintiséis estados vecinos, incluyendo Loulan, Hujie y Wusun, formarían parte del estado Xiongnu. (4) De acuerdo a Chao Cuo, el territorio de los Xiongnu era un lugar de yīn (陰) acumulado, sombrío y frío. Esta idea formaba parte de una tríada que implicaba el sur como el extremo yáng (陽) y China como el centro en balance. La división bipolar del mundo sobre la base de la cultura y la política, reaparecerá en la estructura de los Cielos, con la línea divisoria de la Ruta Celestial encajando con la frontera entre chinos y nómadas. (5) Se trata de la actual región autónoma uigur Xinjiang (Xīnjiāng Wéiwú'ěr Zìzhìqū新疆维吾尔自治区).