"Los años setenta en China", entrevista a su autor: Pablo Rovetta Dubinsky
Por Editorial
China en el Mundo Hispano, El Mundo Hispano en China, // Nº17, Septiembre, 2023
El cambio que China ha sufrido en estas últimas décadas ha sido asombroso, hasta el punto de que en la actualidad el rol de la geopolítica vira para el País del Centro. Pero anteriormente a estas fechas recientes, China fue otra, y quienes la vieron y vivieron son testigos de este cambio, testigos de la historia y de un tiempo donde las cosas se hacían de otra manera. Si hay alguien que pueda contar cómo fue China durante la década de los ´70, ese es Pablo Rovetta quien, con la edad 17 años aterrizó en la China de Mao y vivió los momentos más importantes de la historia de la China moderna. Agradecemos a Pablo Rovetta, Autor de Los años setenta en China, nos concediese esta entrevista en la que se presenta esa China anterior a la caída de Mao.
Tu relación con China ha estado presente desde que tiene uso de razón, algo que cuenta en su libro, pero para los lectores que no te conocen, ¿cómo podías decir que fue tu primer contacto con China? Efectivamente mi relación con China ha estado presente desde que tengo uso de razón, y tiene sus orígenes en la librería que mi padre, Vicente Rovetta, tenía en Montevideo: “Nativa Libros”. Desde principios de la década de los 60 del siglo pasado, ésta se dedicó a la venta y distribución de publicaciones chinas en español, aunque era una librería que podríamos definir como “normal” ya que se dedicaba a la venta de todo tipo de libros.
Desde niño, en especial los sábados por la mañana, cuando no iba a la escuela, acompañaba a mi padre a la librería. Allí comencé a leer libros infantiles ilustrados del país asiático, y así conocí historias como las del “Rey mono” y fábulas como las que se relatan en “El viejo tonto que removió las montañas”. Publicaciones como “China-Revista Ilustrada”, o “China Reconstruye”, con muchas fotografías, me acercaron a paisajes de la China agrícola, o a lugares emblemáticos como La Gran Muralla, la Plaza de Tiananmen o El Templo del Cielo.
Más tarde, y con el paso de los años, me acerqué a obras de escritores como Lu Xun, Mao Dun, Lao She o Ba Jin y me familiaricé con las pinturas de caballos de Xu Beihong, o las de Qi Baishi.
Al mismo tiempo, mi padre viajó a China en los años 1966, 1967 y 1971 y los regalos que traía del país -té, pañuelos de seda, obras de artesanía, música- me acercaron un poco más a ese mundo tan lejano para mí.
Imaginamos que la llegada a China en esa época tan controversial de su historia fue un gran acontecimiento, sobretodo para sus padres, ya que no era común que extranjeros residieran en China en esas épocas. ¿Tuvo este hecho algún eco en Uruguay?
Efectivamente, en julio de 1975, junto con mi hermana Laura, y a la edad de 17 años, llegué a Beijing con mis padres para residir en el país. Fue efectivamente un acontecimiento muy especial para mi familia. Fue como llegar a “otro mundo”, veníamos del Sur del al Norte, de Occidente a Oriente, del invierno al verano…. Fuimos durante muchos años la única familia uruguaya en la República Popular y, efectivamente, no eran muchos los extranjeros que residían entonces en el país, pero en el “Hotel de la Amistad”, donde vivimos, nos encontramos, por suerte, con una pequeña colonia de gente de habla hispana (peruanos, colombianos, chilenos, un republicano español…).
Uruguay vivía entonces bajo el terror y la represión de una dura dictadura militar. Nuestra llegada a Beijing por lo tanto, no tuvo ninguna repercusión en mi país, salvo la de los servicios de inteligencia de la dictadura, que tomaron buena nota de ello. Incluso después del retorno de la democracia a Uruguay, seguimos estando “fichados” por los militares uruguayos.
Rovetta en el Palacio de Verano, Beijing.,
Foto: Chinadaily
Cuando viajamos a países como China, sobretodo viniendo de Occidente, el choque cultural es muy grande en todos los sentidos.¿Recuerdas el primer choque cultural que tuviste en China?
Efectivamente existe un choque cultural, y es lógico…Pero el choque cultural que se puede encontrar ahora un occidental que viaje a China no tiene nada que ver con el que nosotros nos encontramos. Hay que recordar que llegamos a mediados de la década de los 70, cuando la República Popular era como “otro país” en relación con la actualidad. La política de apertura el exterior comenzó prácticamente, de forma muy paulatina, recién en la década de los 80, aunque oficialmente su “kilómetro cero” histórico es en diciembre de 1978.
En realidad, desde nuestra llegada al aeropuerto, todo fue un choque cultural; con excepción de las camas y el mobiliario de nuestra vivienda, todo era diferente para nosotros, en la ciudad y en nuestra vida diaria. Pero aún tengo grabada en la mente la imagen de un señor abanicándose, cuando salimos del aeropuerto. Para mí, el abanico era algo que sólo usaban las mujeres, pero luego vi que era algo normal entre los hombres en la China de entonces. Por cierto, es una escena que no creo que se pueda ver en la actualidad. El segundo de los tantos choques culturales fue el ver que, en pleno verano -cuando llegamos nosotros- no se podía tomar agua fría.
Rovetta con compañeros del Instituto de Lenguas de Beijing (3 de la izquierda en 2ª fila) en 1977
Todas las mañanas nos dejaban en la puerta de nuestra vivienda un termo gigante de agua caliente y si queríamos tomarla fría, había que llenar una jarra de vidrio y esperar horas hasta que se enfriara.
Creo que es interesante destacar que muchos de los choques culturales que vivimos como extranjeros en esos años, también lo serían para un ciudadano chino de la actualidad que pudiese “regresar” a la China de entonces, ya que el país ha cambiado mucho hasta en los más pequeños detalles de la vida diaria.
Rovetta sentado a la puerta del edificio de
dormitorio en Tsinghua en 1979.
Si bien tus padres estuvieron ligados a China desde pronto, tu amistad para con este país podríamos decir que fue heredada por ellos, ¿a fechas actuales tu simpatía por China es propia o sigue siendo heredada?
Si bien es verdad que mi relación, mi interés, mi amistad con China la heredé principalmente de mi padre, lo que podríamos llamar mi “sinofilia” en un sentido ampliado de la palabra, es propia. Es consecuencia de muchos años como residente, donde en el fondo viví en China mucho más tiempo que mis padres.
Hay que tener en cuenta que en el año 2025 se cumplirá medio siglo de relación directa con China. Allí viví mi adolescencia y juventud y hasta el día de hoy, con 65 años, sigo estrechamente relacionado con el país. En Beijing estudié en dos universidades, y desde 1982 llevo más de cuarenta años de vida profesional relacionada con China. Si comparáramos mi cerebro con el disco duro de una computadora, diría que más del 80 por ciento de su contenido tiene relación con China.
Rovetta con su equipo de fútbol en Tsinghua (2 de la derecha en 2ª fila) en 1978.
Rovetta junto a sus compañeros latinoamericanos en la fiesta del Instituto de Lenguas de Beijing, 1977. Foto Chinadaily
¿Qué encontraste en China que no habías vivido o experimentado enUruguay? Hay que tener en cuenta que, si bien llegué a China con 17 años, en realidad ya cuando tenía 15 me vi obligado a salir de mi país.
Prácticamente todo lo que viví y experimenté en China fue nuevo para mí.
Para empezar, cambiaron para mí de forma radical los conceptos de “grande” o “pequeño”, de “viejo” o “nuevo”. De pronto me di cuenta de que solamente un barrio de Beijing tenía la población de todo el Uruguay; de que la historia como estado independiente de nuestra República Oriental que había comenzado a principios del siglo XIX era solamente un breve espacio de tiempo en un país cuya civilización tenía más de cinco mil años de historia.
Las costumbres de la población, el entorno geográfico, social y cultural, nada tenía que ver con mi vida en Uruguay. Incluso tuve la experiencia de vivir lo que es un terremoto… Y fui testigo de períodos históricos muy importantes como la muerte de Mao Zedong, y los diferentes movimientos políticos que tuvieron lugar a mediados de los años setenta. Además, llegué a estar dos veces participando en manifestaciones en la plaza de Tiananmen, junto con miles de ciudadanos de Beijing.
Tuve que aprender un idioma sin alfabeto y con una pronunciación extremadamente difícil, y estudiar una carrera en chino en tiempos donde no existían los actuales medios electrónicos avanzados. Los apuntes que tomaba en las clases, los trabajos que presentaba, los exámenes, todo se hacía a mano sin ningún de ayuda electrónica.
Viví en un país “unificado” desde el punto de vista racial; donde prácticamente toda la población tenía el mismo color de pelo o de ojos y también tuve que acostumbrarme a no ver perros en las calles o a niños jugando al fútbol.
Rovetta visita la Ciudad Prohibida con amigos (2° por la derecha) en 1976.
Rovetta 4° a la derecha, segunda fila. Graduación con sus compañeros de la Universidad de Qinghua.
¿En algún momento sintieron la necesidad de regresar a su país, sobretodo tú y tus hermanos?
Hay que tener en cuenta que no podíamos regresar ni a Uruguay, ni al Cono Sur, ni empezar a residir en otro país, porque por no tener, no teníamos ni pasaporte.
Vivíamos al día a día, y no podíamos hacer ningún plan para el futuro. Desde el primer día que tuvimos que salir de Uruguay empezamos a añorarlo; al país, a su gente, a sus cosas. La nostalgia o “saudade” es mayor cuando eres consciente de que no puedes regresar a tu tierra de origen.
Mis padres pudieron regresar a Uruguay, tras la caída de la dictadura, después de más de diez años de residencia en China; y aunque mi hermana Laura y yo también regresamos no fue para residir. En esos momentos yo había comenzado una vida profesional, en este caso en el periodismo, muy interesante, apasionante. Y ya había comenzado a experimentar un sentimiento de “sinofilia”, siempre en un sentido muy amplio: se trataba de un interés por todo lo relacionado con China; su idioma, su cultura, su historia….
¿Cómo podría definir a China en la actualidad, después de enfrentar las críticas por la pandemia y de ser actor principal de la economía mundial con clara competencia con EUA?
Esta es una pregunta que requeriría de varias horas para responderla. China es ahora una potencia económica y comercial, es un país fuerte. Y eso es consecuencia de un largo proceso del cual yo tuve el honor de haber sido testigo directo.
El desarrollo económico y social experimentado por China fue histórico en todo el sentido de la palabra. Y me gustaría incidir en lo del “desarrollo social”, ya que hay países donde lamentablemente el desarrollo económico, el crecimiento del PIB no se refleja en lo social, en la mejora del nivel de vida de sus habitantes.
¿Cuál ha sido el resultado de ese espectacular desarrollo económico? Que China ha logrado unos éxitos espectaculares -que ni siquiera los enemigos del país pueden negar- en todos los aspectos de su economía; en las infraestructuras, en sus industrias, en la ciencia y tecnología. Y como consecuencia es ya una potencia que, en muchos campos, supera a los mismos Estados Unidos y otros países occidentales. Y es ahí, es entonces, cuando EE.UU. y sus aliados, comienzan a ver a la República Popular como un “rival” en el campo internacional. Es recién entonces cuando comienzan a hablar de “los derechos humanos”, y a criticar prácticamente todo lo relacionado con el país asiático. Hay que recordar que cuando el país se abrió al extranjero, los países occidentales y sus empresas vieron eso como algo bueno que les iba a aportar oportunidades comerciales en el mercado más grande del mundo. Y durante muchos años se beneficiaron de esas oportunidades, y no criticaban a China: Al contrario, “hacían cola” para viajar e instalarse en el país, a pesar de que, al igual que ahora, era un estado gobernado por el Partido Comunista.
El espectacular desarrollo económico y social de China ha sido beneficioso para muchos países en vías de desarrollo, en nuestro caso particular en América Latina, que se encontró con un mercado donde colocar muchos de sus productos, productos éstos que no podían vender a EE. UU. o Europa Occidental por la política proteccionista practicada por éstos.
Y así se comienza a hablar de la “amenaza” de China, de la “colonización” china en muchos países en vías de desarrollo. Y entonces EE.UU. y la Unión Europa dicen que van a realizar grandes inversiones en América Latina o África, no para el bienestar de esos países y sus pueblos, sino que señalan abiertamente que lo harán para “contrarrestar” la presencia de China.
Lamentablemente estamos viviendo en un mundo cada vez más polarizado, donde sólo existe lo blanco o lo negro, donde cada vez más se escuchan declaraciones más propias de la guerra fría que del mundo multipolar que estamos viviendo.
Rovetta con Sergio Cabrera, cineasta colombiano. Ambos llegaron a China en los años 70´s. Foto https://www.sohu.com/a/543715171_121124742
Y por eso, para esos gobiernos, para una parte importante de la prensa occidental, prácticamente todo lo chino “es malo”, debe ser criticado, utilizando “criterios” y “estándares” que no se utilizan para otros países, si se trata de aliados de Occidente.
China ha demostrado que puede mantener muy buenas relaciones políticas y comerciales con países con gobiernos de diferentes tendencias políticas. Un ejemplo de ello es Uruguay donde después de 15 años de gobierno de una fuerza considerada “progresista”, como el Frente Amplio, se ha pasado a otro considerado políticamente “derechista”. Pues bien, este cambio político en Uruguay no tuvo consecuencias negativas, más bien al contrario, en las relaciones políticas y comerciales con la República Popular.
El desarrollo del país asiático es imparable, y eso lo ha demostrado su historia; los problemas económicos de China -que los ha tenido, los tiene y los tendrá- serán resueltos, como también lo ha demostrado la historia.
Entonces, para resumir, el mundo deberá acostumbrarse a esta nueva realidad, le guste o no le guste, e intentar en la medida de lo posible adaptarse a ella, y aprovechar las nuevas oportunidades que eso crea (por ejemplo, el turismo chino, por poner sólo un ejemplo).
Si pudiese elegir, ¿volvería a vivir todo lo que vivió en sus años de juventud?
No me gustaría en absoluto volver a vivir lo que es una dictadura, volver a verme obligado a abandonar primero mi país de origen, y luego mi otro país de residencia, Argentina.
Dicho esto, sin dudarlo un segundo volvería a vivir todas las experiencias que tuve desde julio de 1975 en China. Aprendí mucho -nunca lo suficiente- del país y de su gente, y viví experiencias y acontecimientos de trascendencia histórica internacional. ´
China es un país que atrae a muchos occidentales, ya sea por tradición, cultura, gastronomía, paisajes… desde su punto de vista ¿qué factores son los que hacen tan atractivo al país del centro? En mis primeros años en el país, en los años de la guerra fría, en el mundo -con muy honrosas excepciones como es el caso del Colegio de México- se hablaba poco o nada de los aspectos relacionados con la cultura china. El país del centro se ha vuelto desde hace años muy atractivo porque podríamos decir que “China está de moda” después del espectacular desarrollo alcanzado en las últimas décadas.
Y como “está de moda” y como China es en muchos aspectos un país donde el futuro ya está allí, atrae la atención de muchos occidentales. Eso lo podemos ver claramente desde hace muchos años, por ejemplo, en el auge que hay en el mundo por aprender la lengua china.
Aparte de esto, China cuenta con muchos atractivos turísticos -tanto en obras arquitectónicas antiguas como en paisajes muy variados- y que se puede visitar y recorrer de forma relativamente “fácil”. La vida diaria para un occidental que viaja o reside no ofrece muchas dificultades y por eso los períodos de estancia de los extranjeros que viajan al país son, en muchos casos, cada vez más largos, y por eso es muy frecuente que aquellos que estuvieron viviendo en China quieran regresar y seguir el contacto con el país.
¿Crees que los chinos todavía conservan parte de su cultura ancestral en su quehacer diario?
Lo creo sin ninguna duda y lo veo cuando viajo al país y hablo con su gente. Tras la política de apertura al exterior, hubo un período de “occidentalización” entre la población del país, donde la Coca-Cola y las cadenas de comida rápida se pusieron muy de moda. En muchos casos, incluso, se puso de moda el uso sólo del inglés en nombre de establecimientos comerciales, marcas de productos, etc
Con el paso del tiempo, sin embargo, y aunque la Coca-Cola y esas cadenas siguen existiendo, veo que se ha vuelto a tomar agua caliente, que el té es algo que se ha vuelto a poner de moda, que hasta la forma de vestir está regresando a modas del pasado. El mejor ejemplo lo tenemos con el auge que hay ahora de la llamada Hanfu (汉服), que podríamos traducir como “ropa tradicional de los han”, la etnia mayoritaria en el país.
Incluso en la forma de hablar y en detalles concretos de la vida diaria se siguen manteniendo, o incluso han “regresado” cosas que vienen de su cultura ancestral.
Es obvio no se trata de un regreso al pasado; ahora los jóvenes toman café, les gusta el jamón o el vino, y tienen hasta horarios diferentes para comer, pero en el fondo se siguen manteniendo esas “características chinas” de su sociedad como el respeto hacia la autoridad y los mayores o la importancia de que se da a la educación.
A pesar de la modernización yo sigo viendo costumbres, modos de actuar, gestos, formas de hablar y de razonar que siguen siendo, en mi opinión, profundamente chinas. Un error frecuente en Occidente es ver muchas actitudes o costumbres chinas como si fuesen consecuencia de su sistema político, de ser un país gobernado por el Partido Comunista. El mejor ejemplo de ello es el del mal llamado “traje Mao”, que ya existía tiempo atrás y que lo usaba hasta el mayor enemigo del líder chino, Chiang Kai-shek. Si me permiten una expresión, “China sigue siendo muy China”, aunque aprovechando de occidente o del mundo exterior en general todo aquello que le resulte positivo.
Es de admirar su trayectoria, su vida, las lecciones que ésta le habrindado, lo aventurero de su familia y las experiencias que ha podido tener durante estos años de amistad con China, ¿Podría entenderse su libro como su pequeña biografía o ese es otro proyecto que tiene entre manos?
Bueno, te agradezco el elogio. En mi libro sí está reflejada una pequeña autobiografía, pero ese no era el objetivo final. Lo que pretendí es reflejar lo que viví, las cosas que vi, en una etapa de la historia moderna de China que creo, modestamente, es bastante desconocida, o de la cual no se habla o escribe mucho. El libro está escrito en primera persona y yo soy el personaje central que intenta ser un relator de todo aquello de lo que fui testigo; desde los pequeños detalles de la vida diaria de un ciudadano chino, hasta los grandes movimientos políticos que tuvieron lugar poco antes y después de la muerte del Presidente Mao.
Dentro de dos años cumpliré medio siglo de relación directa con China, y tengo varios proyectos en mente, aún sin definir. Pero no creo que sea una autobiografía; al fin y al cabo mi vida no ha sido tan importante como para hablar de mí mismo.
¿Qué recomendaría a quienes se aventuran a conocer y comprender este vasto país y sus gentes?
No soy muy dado a “recomendar”, pero podría sintetizar algunos aspectos que, después de mis años de experiencia, creo que son importantes.
En primer lugar, hay que tener mucha paciencia y dedicar mucho tiempo para intentar conocer y comprender al país y su gente. Lo de China es “para siempre”; y en mi caso no exagero diciendo que no hay un solo día de mi vida que no aprenda algo nuevo del país.
Al principio es fácil caer en una serie de estereotipos y sacar algunas conclusiones sencillas: los chinos “son así”, a los chinos “les gusta” o “no les gusta” tal cosa. Incluso hay gente que se atreve a explicar cómo piensan los chinos.
En China viven más de 1.400 millones de personas distribuidas en un extenso territorio; no todos comen arroz, no todos saben montar en bicicleta, no a todos les gusta lo mismo, y por cierto, no todos piensan igual.
Además, es un país que cambia muy rápido, y eso exige un seguimiento constante de su evolución. Lo que hace un año o dos podía ser algo común, puede dejar de serlo ahora. De la misma manera, nos podemos encontrar ahora con cosas que no existían o no tenían lugar hace un año o dos atrás.
También es importante, creo, ir conocimiento paulatinamente aspectos importantes de su historia. Dentro de la mentalidad euro-centrista que existe no sólo en Europa sino en América Latina, prácticamente no se enseña nada de la civilización china, ni siquiera de hechos históricos recientes. Por ejemplo, cuando se habla de la II Guerra Mundial, es muy raro que se cite el papel de Japón como invasor y autor de muchas masacres en extensos territorios asiáticos, incluida por supuesto China.
Es muy difícil entender a China si no se conocen aspectos fundamentales de su historia y su cultura, y por eso es fácil caer en el error de atribuir cosas que ocurren en la República Popular a su sistema político. (Ya hemos mencionado el ejemplo del mal llamado “traje Mao”).
Por último, veo con bastante frecuencia que hay gente que vive en China y que nunca lee las fuentes oficiales del país. Por ejemplo, los que no saben chino pero no quieren leer el “China Daily” en inglés ya que consideran que es “propaganda”.
Cada persona tiene que vivir su propia experiencia, sacar sus propias conclusiones, cosa que no es sencilla, tomando las publicaciones oficiales chinas y lo que dicen y escriben los llamados “expertos” de China, sólo como referencia.
En todo caso, el “mundo chino” es para mí apasionante y me gustaría alentar, en especial a los jóvenes, a que se acerquen a él con una mente abierta, sin prejuicios, intentando siempre comprender y aprender.
Pablo Rovetta recibió en 2016 la Encomienda de la Orden del Mérito Civil de S.M. Felipe VI, Rey de España. Es una figura sin parangón en las relaciones con China, con una familia que ha sabido ser resiliente a los cambios y lo más importante y valioso de todo, Pablo Rovetta ha aprendido a vivir como oriundo en un país donde nunca se deja de ser extranjero.